La revolución mexicana y la lucha por el reparto agrario
- Opinión
Por varias regiones de México hubo levantamientos de grupos zapatistas, campesinos que luchaban por salir de la pobreza y la miseria, pues las tierras de labranza estaban concentradas en pocas manos, que formaban grandes latifundios de terratenientes extranjeros y nacionales. Con el movimiento por la tierra dirigido por Emiliano Zapata Salazar, con el lema de “La Tierra es de quien la trabaja”, tuvo sus frutos más tarde con los gobiernos de Álvaro Obregón y Lázaro Cárdenas del Río que impulsaron la reforma agraria poco después que se diera la fatídica traición y el cobarde asesinato del general Emiliano Zapata por Jesús Guajardo, con el consentimiento de Venustiano Carranza.
Sin embargo la lucha por la tierra continuó dándose en todo el país, surgió en el año de 1948, la UGOCM, Unión General de Obreros y Campesinos de México, a iniciativa de Vicente Lombardo Toledano y el dirigente de esta organización de obreros y campesinos fue Jacinto López Moreno; la lucha fue frontal contra los latifundistas y terratenientes, principalmente extranjeros que poseían las mejores tierras de riego; al mismo tiempo se daba la lucha por los derechos de los mineros, en tenaz pelea por conquistar mejores condiciones de vida.
Mucho tiempo tuvo que pasar para que las campesinas y campesinos de México al fin vieran hecha realidad el reparto paulatino de los ejidos y parcelas; éstas eran entregadas por el Estado como un usufructo y el cual era heredado de padres a hijos y así sucesivamente. Fue tal el impulso que dieron los campesinos al desarrollar la agricultura, la ganadería y la pesca, que en poco tiempo se pasó de un México, meramente agrario a uno industrial, dejando atrás el feudalismo y los 30 años de dictadura porfirista.
Los enemigos del pueblo de México y el progreso social, acechan día y noche; poco a poco surgieron nuevos conservadores y contrarrevolucionarios incidieron políticamente para que modificaran en sentido reaccionario el Artículo 27 constitucional, desvirtuando al agrarismo mexicano, dándole un concepto a modo del sistema capitalista, es decir, con una carga ideológica individualista y un mercantilismo de libre mercado a ultranza. Hicieron un plan con maña para despojar al campesinado de sus tierras, modificando la Ley Agraria para hacerlos dueños de sus ejidos y parcelas con el objetivo de que las vendieran en un periodo corto.
En la década de los 80 y 90 los diputados lombardistas alertaron del peligro que representaban las sociedades mercantiles en el campo; las relaciones de producción del sistema capitalista, logró imponer su lógica sin mayores resistencias, cuando el Estado prácticamente abandona a os trabajadores del campo, dejándolos a merced del neoliberalismo y del libre mercado. En poco tiempo Carlos Salinas de Gortari, educado en Harvard firma el Tratado de Libre Comercio con Canadá y EE.UU. El desarrollo desigual en ciencia y tecnología con éstos países provocaron que los monopolios extranjeros y sus transnacionales en agroindustria se apropiaran del mercado nacional, además con la ventaja que ellos sí podían subsidiar la producción de sus productos, mientras que en el caso de México, debido a una cláusula de dicho tratado prohibía el subsidio para los connacionales mexicanos; el resultado ha sido la paulatina pérdida de soberanía alimentaria, la que toda nación debe proteger, pues es asunto de seguridad nacional.
Las nuevas fuerzas revolucionarias del campo son hoy por hoy, los campesinos asalariados de las sociedades mercantiles y, podrían entonces luchar al lado de los obreros industriales y de servicio, por sus derechos y demandas; dándose así la lucha de clases en el combate diario que definiría el rumbo que todo el pueblo tenga que tomar.
Ante la reforma al 27 constitucional hecha por los gobiernos neoliberales, contrastando plenamente con el pensamiento de Emiliano Zapata y principalmente contra la misma Revolución Mexicana de 1910, debido al retroceso histórico al convertir el derecho público y social de la tierra, en un simple concepto de carácter mercantil propiciando como ya se dijo, pérdida de soberanía alimentaria y un evidente retroceso en el bajo nivel económico y político en el pueblo y la nación.
Del 13 al 17 de abril del año en curso empezará la jornada internacional de la lucha campesina por defender la tierra, la vida, los alimentos; las organizaciones campesinas rechazan el modo capitalista de producción en la agricultura. Dos proyectos están a la vista; el modelo del agronegocio de los grandes capitalistas que se caracterizan por su insaciable sed de lucro, imponiendo el monocultivo, destruyendo la biodiversidad con el uso de agrotóxicos (Monsanto), además de despojar a los pueblos originarios y campesinas de sus territorios, en muchas ocasiones con la anuencia de los gobiernos y los estados; el otro proyecto es el que propone Vía Campesina, basado en la soberanía alimentaria, planeando la agricultura para producir alimentos sanos para todo el pueblo, en armonía con la naturaleza, generando al mismo tiempo mejores condiciones de vida para la población y el campo.
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