¿Qué significa el diálogo en este momento?

25/05/2016
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 maduro vene
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Tanto el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, como el Papa Francisco han abogado en los últimos días por que se establezca un diálogo entre el gobierno venezolano y la oposición. La misma petición ha sido expresada por el Secretario General de Unasur, Ernesto Samper y por los tres ex Presidentes Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández, que se han ofrecido como intermediarios para el mismo. Se agradece la buena voluntad.

 

No es ésta, sin embargo, la posición generalizada entre la mayoría de los que se han tomado la atribución de intervenir en la política de nuestro país. Abogan por el diálogo los que de alguna manera no quieren ver a los venezolanos envueltos en una guerra civil de catastróficas consecuencias; el resto, sólo quiere ver la extinción total de toda iniciativa que abogue a favor del pueblo y en contra de los intereses neoliberales; como ocurre por ejemplo con el señor Almagro, quien actúa contrariamente al deber que le compete como Secretario General de la OEA.

 

En todo caso, incluso los que están honestamente abogando por un diálogo lo están condenando de antemano al fracaso por omitir o no atreverse a establecer como condición sine qua non el siguiente principio: Una clara y veraz definición de las partes en conflicto y el reconocimiento de cada una de estas partes de la realidad de su adversario. Por un lado estaría un gobierno más que legítimo, refrendado por 18 elecciones limpiamente ganadas, comprometido con un proyecto político de justicia social e independencia. Por el otro, un conjunto de partidos políticos que van desde la más extrema derecha a una derecha centrista, que sólo ha ganado 2 elecciones en los últimos 17 años y comprometida con un proyecto neoliberal y sumiso a los dictámenes del gobierno de los Estados Unidos.

 

Mientras no ocurra este reconocimiento de parte de los partidos de oposición y, por el contrario, se sigan manejando tanto ellos como los monopolios mediáticos e intereses a cuyo servicio están, bajo la falsa e interesadísima versión de que lo que están enfrentando es una dictadura, o el último y contradictorio invento: una “democracia totalitaria”, ellos mismos están por petición de principio negando completamente toda posibilidad de diálogo, ¿pues acaso cabe otra salida ante una “monstruosa tiranía” sino su derrota definitiva y mientras más rápido mejor?

 

Para que haya un verdadero diálogo la oposición venezolana debería sufrir una metamorfosis tal que se convierta en una fuerza política seria, que si bien tenga aspiraciones legítimas de poder no las someta al criterio de que el fin justifica los medios, pues en política los medios dicen mucho más de la ética y la autenticidad de un grupo de poder que mil declaraciones de principios.

 

Si tal transformación fuera posible y si ocurriera el milagro de que dejaran de manejar la falsa matriz de que ellos son los sacrificados ciudadanos que enfrentan una atroz dictadura – la que dicho sea de paso no ha producido todavía ni un solo desaparecido (lo que la desprestigia como dictadura) – podría darse el supuesto al que ya hicimos referencia, del reconocimiento del gobierno como un adversario, ciertamente, pero un adversario que tiene plena legitimidad a ejercer el gobierno, así como a desarrollar SU propio proyecto político; y no el de querer aniquilarlo por todos los medios posibles incluso provocando un conflicto bélico, porque no sigue el proyecto del amo del norte.

 

Es sólo bajo este supuesto que pudiera ser posible un diálogo que al menos regrese la diatriba política a su cauce natural, cual es la confrontación leal de las ideas sin chantajes, manipulaciones, falsas acusaciones, amenazas, guerra económica, guarimbas y tantas otras tentativas que han convertido la vida política de este país en una confrontación absurda y desquiciada.

 

24 de mayo de 2016

 

http://www.sietealacarga.com.ve/?p=3187

 

https://www.alainet.org/de/node/177688?language=en
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