Llueve soberanía

20/06/2016
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Foto: Luis Britto García bandera vevezuela
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Malos tiempos corren para el panamericanismo, la estrategia de Estados Unidos  para dominar América Latina y el Caribe mediante organizaciones subsidiadas como la Unión Panamericana desde 1899 y la OEA desde 1948.

 

Una cosa son estas trampas diplomáticas, financiadas por Washington con burócratas asalariados, y otra los países miembros convocados a ellas.

 

Saquemos la cuenta. Se convoca una cumbre en Panamá el 6 de abril de 2015 para condenar a Venezuela, y la casi totalidad de los países miembros  más bien apoyan a nuestro país.

 

El 24 de mayo de este año, la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos hace público que la falta de presupuesto –que en un 80% financia Estados Unidos- la obliga a suspender audiencias y prescindir de la mitad de su personal.

 

El secretario de la OEA Luis Almagro convoca el 31 de mayo una reunión del Consejo Permanente para invocar la Carta Democrática contra Venezuela y expulsarla de la OEA; nuestro embajador Bernardo Álvarez logra una reunión previa con su agenda propia, y los 34 países miembros, menos dos, aprueban un simple llamado al diálogo.

 

El 2 de junio Larry Byrns, director del Council on Hemispheric Affairs, dirige carta abierta a Luis Almagro donde afirma que “está actuando unilateralmente y su conducta es indigna del director de una organización que comprende muchos países. Su liderazgo de la OEA se compara desfavorablemente con el anti intervencionismo y respeto por el multilateralismo de su predecesor, José Miguel Insulza, de Chile”.

 

El 14 de junio en otra Cumbre convocada en República Dominicana, el secretario de Estado estadounidense John Kerry se reúne con la canciller Delcy Rodríguez,  y desautoriza a Almagro afirmando  que “en este momento, es más constructivo dialogar que aislar”.

 

El mismo día, el presidente de República Dominicana Leonel Medina solicita que se “apruebe una resolución de desagravio a la República Dominicana por el desempeño de la OEA en la intervención estadounidense de 1965”. Y añade que “Esta es una herida abierta que solo podrá sanar con el reconocimiento de lo sucedido por parte de la OEA y la remisión de perdón que merece nuestra ciudadanía”, discurso recibido con una ovación de pie por casi todas las delegaciones.

 

Todavía el mismo día, Venezuela es electa Miembro Especial del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.

 

El 17 de junio, Pepe Mujica declara su desacuerdo con las posiciones de Almagro, permitiendo la publicación de la carta que había dirigido a éste el pasado 17 de noviembre, y que por su importancia vale citar in extenso:

 

 

Entiendo que sin decírmelo, me dijiste ‘adiós’.

 

Cuando te pedí que no concurrieras a la frontera convulsionada de Venezuela y Colombia, no era capricho ni menos no querer ver la realidad. La preocupación mía no es como nos ven o entienden los medios de prensa o los políticos. No, la línea de preocupación es cómo incidir algo a favor de la gran mayoría de los venezolanos. Es la misma actitud asumida en el conflicto Estados Unidos-Cuba, o con la paz de Colombia. Lo central no es cómo nos ven sino ser útil o no a la mayoría de la gente corriente. Creo que en algún momento habrá que servir de puente para que Venezuela toda pueda manejar con solvencia su autodeterminación y no deberíamos divorciarnos de ese rumbo. Todos sabemos que Venezuela es reserva petrolera para los próximos 300 años. Allí radica su riqueza y su desgracia, porque Estados Unidos es adicto al petróleo y sus intereses presionan y cómo. También esto hizo posible la deformación sociológica de acostumbrarse a vivir de la renta petrolera y terminar importando hasta lo elemental, el grueso de la comida.

 

La revolución bolivariana no pudo escapar con voluntarismo de esa realidad aunque derramó recursos y reservas a favor de los eternos postergados. En mucho fueron años a favor de la equidad social. No se logró revertir la dependencia del petróleo y de las importaciones de alimentos, y con la caída de precios, padece hoy un cúmulo de tensiones que hasta enturbian la democracia.

 

Venezuela necesita paz interior, es decir convivencia en primer término, y deberíamos trabajar para ello. Necesita no reducir la idea de socialismo a estatización y precisa coyuntura de NEP para su economía y sus desequilibrios monetarios. Esto parece imprescindible para viabilizar reparto, estabilidad y democracia.

 

Venezuela nos necesita como albañiles y no como jueces, la presión exterior solo crea paranoia y esto no colabora hacia condiciones internas en esa sociedad.

 

Repito: la verdadera solidaridad es contribuir a que los venezolanos se puedan autodeterminar respetando sus diferencias pero esto implica clima que lo posibilite.

 

Es muy difícil hoy, pero toda otra alternativa puede tener fines trágicos para la democracia real.

 

Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido.

 

"Pepe” 

 

Si así llueven soberanía e independencia, que no escampen.

 

http://luisbrittogarcia.blogspot.com/

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/de/node/178218
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