¿Qué seguridad en el pos acuerdo colombiano?
- Opinión
Uno de los objetivos más importantes de la terminación concertada del conflicto armado es consolidar las condiciones de seguridad para todos los colombianos, porque un presupuesto para la convivencia democrática es la existencia de seguridad para todos, sin importar su ideología política, su pertenencia a un sector social determinado, su orientación sexual, el color de su piel o, si se está en lo urbano o en lo rural. No puede aceptarse que existan colombianos de primera o de segunda; unos que puedan agredir, de hecho o de palabra, a otros porque se suponen tienen ciertos fueros -eso es propio de sociedades estamentales, en desaparición-. El respeto mutuo es una condición básica para la seguridad.
Para los colombianos es fundamental la certeza de la dejación de las armas por los miembros de los grupos guerrilleros y en eso cumplirá un rol clave la credibilidad de la Misión de Verificación de la ONU, con mandato del Consejo de Seguridad de ese organismo internacional, en el sentido de que se haga el inventario detallado de las armas en poder de estas organizaciones y que las mismas fueron puestas bajo el control del organismo internacional o de países seleccionados para esta tarea.
Pero una vez resuelto este tema fundamental, se coloca en el orden del día el tema de qué tipo de seguridad es la queremos los colombianos. ¿Es una "seguridad armada" en la cual sean los sistemas de seguridad privada los que vayan a primar? ¿Es una seguridad basada en enjambres de escoltas para determinados personajes? ¿O es una seguridad en democracia en la cual nadie necesite de escoltas porque puede transitar y realizar sus actividades, políticas, sociales y económicas sin que nadie vaya a ser afectado en su integridad?
Este es un debate fundamental. Por supuesto que el punto de partida es el consenso nacional acerca de que solo la Fuerza Pública debe portar las armas y a su cargo debe encontrarse el brindar seguridad a todos los colombianos. Esto requiere un mejoramiento de la eficacia de la Fuerza Pública, tanto de las tareas de inteligencia, como de las preventivas y/o reactivas. En este sentido debemos destacar los esfuerzos que vienen realizando, a su manera las distintas fuerzas y quisiera mencionar, a manera de ejemplo, los diálogos con la sociedad civil regional que ha empezado a desarrollar el Comando de Transformación del Ejército del Futuro (COTEF), donde se está analizando cuales son las prioridades de seguridad que se requieren en un escenario de Pos Acuerdo, cuáles son las nuevas amenazas y desafíos a la seguridad de los colombianos y cuáles los diseños institucionales para responder de manera adecuada a los mismos, donde es fundamental la legitimidad de que disponga la Fuerza Pública. Adicionalmente, hay que debatir si no debemos avanzar de manera progresiva a una política de desarme de los colombianos; fuentes confiables consideran, con datos del Ministerio de Defensa, se puede considerar que supera el millón de armas en manos de los civiles, lo cual nos muestra una sociedad altamente armada y que podría justificarse en razón del conflicto armado, pero que cada vez es menos aceptable en un escenario de Pos Acuerdo. Debemos avanzar, también en este campo, en una monopolización de las armas en manos de la Fuerza Pública.
Lo anterior debe estar acompañado de un clima de opinión que favorezca la convivencia en la diversidad, que se respete a todos los colombianos sin importar su procedencia, sus posiciones políticas, sociales y económicas. Es decir, consolidar una cultura democrática que parta del respeto por la diferencia como base de la convivencia. No se pueden aceptar más afirmaciones como "ese es un aliado de los paramilitares" o "ese es un cómplice del terrorismo", así como otras por el estilo, porque si bien no son expresiones de violencia física, si se pueden considerar como modalidades de violencia simbólica y estimuladoras de violencia contra los otros, presentados como enemigos, por ser diferentes.
Debemos prepararnos para avanzar hacia una sociedad con seguridad para todos, como debe ser en una democracia moderna; la democracia no es solo donde se vota periódicamente, sino donde se respetan los derechos de los ciudadanos y estos cumplen con sus deberes.
Alejo Vargas Velásquez
Profesor Universidad Nacional
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