¿Otro golpe de estado que asegura el fin de la justicia social?

01/09/2016
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Sin movimiento de tanques de guerra, sin disparos sobre las casas de gobierno, sin tropas alistando fusiles, en La América Latina los golpes de estado han reaparecido como fórmula de recuperación de unos poderes que provisionalmente les fueron ajenos por no más de dos décadas. La américa latina que durante cinco siglos ha padecido las humillaciones de elites propias y extranjeras en comunión de intereses que saben producirse y reproducirse en medio de la desigualdad y el exterminio de sus opositores, ondean otra vez sus banderas. Han recuperado un poder que parece conferido por la divina providencia para que reimpongan sus rutas de negocios allí donde se estaban apenas instalando los ductos que podrían llevar a la igualdad, a la justicia social y dar inicio a la vida de sociedades de derechos. Los poderes que regresan lo hacen contra unas maneras de gobernar, que hablaban del buen vivir, de la vida buena, de la democracia participativa y de oportunidades para todos, su delito haberse negado a seguir a ciegas el modo de acción mercantil y guerrerista. Se completan tres países bajo golpe de estado: Honduras de Zelaya, Paraguay de Lugo y Brasil de Rousseff y se suma Argentina donde no necesitaron dar el golpe porque los encargados de la tarea avanzaron a una velocidad inesperada ante quienes se sobreponían en convalecencia a la dictadura.

 

La causa que ajustan los golpistas no está en las actuaciones de los gobernantes acusados de delitos a discreción como el de crimen de responsabilidad o incapacidad para gobernar. El único crimen es haber gobernado desatendiendo las reglas del capital de especulación y despojo. Su delito fue su manera de ejercer el poder de otra manera, en contravía del poder que destruye usando sus técnicas más bien para construir sociedades desde abajo, incluir a mayorías excluidas y jalonar la recuperación de voces por siglos silenciadas.

 

La lista de los golpes de estado ya está elaborada y lo suficientemente clara. Se ha ideologizado todo, revestido a la política de odio, de datos fabricados para demostrar el caos. Venezuela está a la orden del día, ingresa a la última fase del golpe, entra en la recta final el día primero de septiembre con la llamada Toma de Caracas, que alineara a las derechas de todas las condiciones en contra del modelo de justicia e igualdad que yace debilitado y sin fuerzas para reaccionar. Allí el gobierno es el que entra en resistencia. Si funciona este golpe vendrá Bolivia, atravesada hoy por el infame asesinato de un viceministro a manos de los suyos, los mismos mineros de pueblos originarios indígenas y campesinos donde tiene su base social el presidente indígena. Los responsables de las tareas golpistas de Ecuador ya están también en movimiento y los encargados de instalar las bases empezaron a cruzar fronteras. Todos los golpes hoy tienen entre otros un centro común de atención en Miami.

 

El cambio de ejes en la conducción de los estados de América Latina parece poner fin al proyecto de revoluciones pacíficas, de acceso al poder por vía electoral y en democracia que le dieron un giro a las dinámicas de sus políticas sociales hacia el centro izquierdo. Se ha producido ahora una inversión del lugar que ocupan los ejes que conducen las acciones y las técnicas del poder. El sistema judicial ha pasado de su condición subsidiaria de la política a imponer la política y ambas se mueven con las reglas del capital en su fase neoliberal de privatización y enajenación inclusive de los conceptos de: publico, derechos y soberanía.

 

Brasil define al hermano mayor de la América asediada, reconquistada por los sectores de poder que regresan procedentes de los mismos directorios, los mismos poderes que casi reproducen en su totalidad apellidos y clanes familiares. Brasil ocupa la mayor parte del territorio amazónico y es un socio estratégico vital para la opción de los BRICS, solo esas dos razones señalan un inmenso botín para las empresas transnacionales que ya celebran el asalto. Como lo dijera un canciller americano los Estados Unidos no necesitan meterse a definir el destino de los países, solo les basta con gobernar a sus gobernantes y que bien lo han hecho, no se nota su participación, su influencia, interferencia, ni injerencia, cada grupo de poder parece como si actuara en solitario, por cuenta propia.

 

La batalla política y electoral que gano el partido de los trabajadores con más de cincuenta millones de votos, fue derrotada por una inmensa minoría de solo 60 votos de congresistas opositores, que habían perdido la apuesta electoral. Cambia la lógica del poder y ya no bastan las mayorías para sostener un proyecto de poder, se necesita conciencia de lucha, lo que hace necesario cambiar las formas de sostenimiento de tal poder y crear nuevas formas de resistencia para enfrentar a las nuevas formas de los poderes golpistas. Los medios de comunicación se encargan de convertir la realidad en una ridícula caricatura con gente adentro, débil, amontonada, expuesta y mermada su capacidad de lucha y fijar un imaginario de los asaltantes y responsables de los golpes de estado como los enviados por la providencia para derrotar a las formas de poder que al menos en la pretensión resultaban más justas para las mayorías y menos desiguales para los excluidos.

https://www.alainet.org/de/node/179903?language=en
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