La política exterior mexicana y sus vicisitudes (II)

19/09/2016
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2ª parte

 

Durante la Revolución Mexicana –etapa armada y de las instituciones- sus gobiernos, aún en medio del conflicto, siguieron y fortalecieron los principios de las relaciones con el exterior, construidos e integrados a la vida de trato con otras naciones y pueblos, tras los graves acontecimientos de las invasiones estadounidense y francesas -.acaecidas en el siglo XIX- y los escarceos armado-diplomáticos con Inglaterra por Belice y Guatemala por el Soconusco. Momentos que fortalecen el sentido nacional y la decisión de mantenernos como nación libre y soberana. 

 

Queda como paradigma la expresión de Benito Juárez: “Entre los pueblos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, sustento de todo un accionar en el ámbito exterior, durante el siglo XX, que nos lleva a dar asilo a perseguidos por sus ideas políticas, sin por ello abandonar los esfuerzos por reforzar nuestra economía con una adecuada relación con el exterior, que no siempre se logra, menos aún cuando la economía se va globalizando y los organismos internacionales financieros –FMI y Banco Mundial- implantan, a través de la presión sobre la deuda y los requerimientos de recursos para el desarrollo, sus decisiones que culminan en el neoliberalismo que hoy atosiga a las naciones. 

 

En los años 20 del S. XX, los diplomáticos insistieron en alternativas de contrapeso con EU. Los intentos de Plutarco Elías Calles para reglamentar la explotación del petróleo (enero-1926) prohibiendo a extranjeros tener propiedades en amplia franja fronteriza y costera, y estableciendo cambio de derechos absolutos de propiedad en materia petrolera, por concesiones que expirarían en 50 años, condujeron a la hostilidad al gobierno estadounidense respecto al nuestro. El imperio fue de presiones económicas a la amenaza de intervención armada. El conflicto se “solucionó” pacíficamente cuando un nuevo embajador de EU, (Dwight Morrow), presentó las demandas en nuevo contexto, que parecía que la soberanía nacional no era lesionada, por el respeto a los derechos de extranjeros. Tal sofisticación lleva a la anulación de las disposiciones de la ley petrolera y se establece una relación mejor entre los dos países, sin desaparecer del todo las situaciones conflictivas como: la deuda externa, las relaciones exteriores y la misma cuestión petrolera, a replantearse posteriormente. Ver: http://webpages.cegs.itesm.mx/servicios/hdem/reconstruccion/conflic_EU.htm 

 

Otro momento cumbre de la diplomacia mexicana se da con el asilo para Augusto César Sandino (Nicaragua-México 25-junio-1929) motivo de negociaciones con el imperio. Una respuesta al Embajador estadounidense en México, quien se oponía al rescate del héroe, dada por el presidente Emilio Portes Gil es clave. Dice: “ha sido norma invariable de nuestra Cancillería, a través de muchos años, no reconocer a ninguna administración espuria en aquellos países en que exista un orden de cosas, contrarío a la organización política de los mismos y mientras, violando su soberanía, se encuentren en su territorio fuerzas armadas de otro país”, en clara mención a la presencia intimidatoria de la armada yanqui frente a Nicaragua. 

 

Portes Gil afirma más adelante: “La amistad de los Estados Unidos…es sin duda lo que más anhela nuestro pueblo, siempre que esta amistad esté basada en el más estricto respeto a nuestra soberanía. Nosotros, como pueblo débil, hacemos radicar nuestra fuerza en el deber que tenemos de obrar siempre, de acuerdo con los principios de rectitud y de moralidad que norman el Derecho Internacional, sin pretender nunca salirnos de esos cánones, precisamente, para tener siempre de nuestra parte la fuerza moral que, como pueblo débil, necesitamos para pedir que se nos respete”. Ver: http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/autobiografia/8_13.html 

 

El asunto del petróleo hace crisis total en los treintas. La expropiación petrolera en México fue un acto de nacionalización de la industria (1938), resultado de la ejecución de la Ley de Expropiación (1936) y del Art. 27 de la Constitución Mexicana, a las compañías que explotaban tales recursos, mediante decreto (18marzo 1938), del presidente Lázaro Cárdenas. Precisemos que en la redacción del Art. 27 de la Constitución Política de 1917 se señala que el dominio del suelo podía transmitirse en propiedad privada, pero el subsuelo y sus riquezas, pertenecen al dominio inalienable e imprescriptible de la nación, quien podrá otorgar concesiones para su explotación.

 

Consistió la decisión de 1938 en la expropiación legal de: maquinaria, instalaciones, edificios, refinerías, distribución, embarcaciones, oleoductos; todos los bienes muebles e inmuebles, de las Compañías: Mexicana de Petróleo (El Águila subsidiaria de la Royal Dutch Shell); Naviera San Cristóbal;  Naviera San Ricardo; Huasteca Petroleum Company (subsidiaria de Standard Oil Co. de New Jersey (afectada a cambiar su nombre Amoco Corporation); Sinclair Pierce Oil Company; Mexican Sinclair Petroleum Corporation; Standford y Compañía; Penn Mex Fuel Company; Richmond Petroleum Company; California Standard Oil Company of Mexico (Chevron Corporation); Compañía Petrolera El Aguila; Compañía de Gas y Combustible Imperio; Consolidated Oil Company of Mexico; Compañía Mexicana de Vapores San Antonio; Sabalo Transportation Company; Clarita SA y Cacalilao SA, así como sus filiales o subsidiarias. Compañías, constituidas bajo leyes mexicanas, que se negaron a acatar sentencia de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje a favor del pago de mejores salarios a obreros y trabajadores, ratificada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

 

Previo a la decisión gubernamental de expropiación, el gobierno llevó a cabo múltiples reuniones de avenencia y recibió a cambio presión de empresas estadounidenses al retirar fondos bancarios para provocar crisis monetaria, junto a la decisión de autoridades estadounidenses para no reanudar un convenio anual con México para la compra de plata y revisarlo mea a mes, desde principios de 1938. Diplomáticos yanquis e ingleses “insinuaron” al gobierno la urgente necesidad de llegar a un acuerdo con las petroleras, escalando el conflicto obrero-patronal a directo entre gobierno y empresas petroleras. Los empresarios extranjeros consideraban que México no tenía recursos para hacer frente a la producción y comercialización internacional de su petróleo e incluso usaron tono burlesco en las negociaciones. El gobierno reaccionó con dignidad y llevó a cabo la expropiación, uno de los ideales sociales de la Revolución mexicana. El apoyo popular y de organizaciones obreras y campesinas fue extraordinario, convirtiendo al hecho en uno de los momentos estelares de la vida nacional.

 

La diplomacia mexicana tuvo que emplearse a fondo y de manera práctica para afrontar las fuertes presiones externas y encausarlas lo mejor posible. El gobierno británico envió ásperas notas al mexicano exigiendo devolución de las propiedades de El Águila. La empresa se había constituido como mexicana bajo leyes mexicanas; accionistas eran extranjeros pero habían renunciado a su nacionalidad para este fin. Tras varias comunicaciones se rompieron las relaciones diplomáticas entre ambos países.

 

Países Bajos, con inversionistas en El Águila y La Corona, envió al encargado de negocios Arthur Methöfer para defender intereses de sus ciudadanos. Éste sostuvo comunicaciones escritas con el secretario de Relaciones Exteriores Eduardo Hay, negándose a reconocer la expropiación y exigiendo la devolución inmediata de los bienes expropiados o el pago inmediato de indemnización. Hay respondió que los inversionistas se comprometieron a no solicitar intervención diplomática y que el gobierno de México estaba dispuesto y comprometido a realizar la indemnización, pero en el plazo estipulado. Pasó mucho tiempo para que el gobierno neerlandés volviese a tratar el tema, en parte porque la compañía Royal Dutch Shell decidió ejercer presión sin ayuda de su gobierno y porque Methöfer comprendió que el gobierno cardenista, no daría marcha atrás en la expropiación.

 

Con Estados Unidos, las negociaciones fueron diferentes, tensionantes. Se inició un avalúo de los bienes expropiados. Cárdenas dejó en claro que las riquezas del subsuelo pertenecían a la nación mexicana y no podrían considerarse parte de la indemnización. Las compañías suponían que la compensación incluiría el combustible estimado en el subsuelo. El presidente Franklin D. Roosevelt en discurso público, reconoció el derecho de México a expropiar las petroleras y aceptó que el pago de indemnización fuera sobre los bienes muebles e inmuebles de las compañías, sin incluir mantos petrolíferos del subsuelo. Sin embargo, el secretario de Estado, Cordell Hull,  –en el doble juego acostumbrado- exigió pago inmediato y la indemnización  incluyendo el valor de los mantos petrolíferos. El embajador Joseph Daniels tomó postura conciliatoria, recomendó no meter intereses de empresarios afectando la política de buena vecindad”, y que el distanciamiento diplomático permitiera que influencias italianas o alemanas penetraran en el sistema interamericano.

 

Cordell Hull, secretario de Estado, apoyó con su política internacional a Standard Oil de Nueva Jersey y la Royal Dutch Shell, en un boicot contra México. Intentaron impedir que México adquiriese productos indispensables para la refinación (tetraetilo de plomo, y maquinaria especializada). Plan apoyado por empresas estadounidenses que no cotizaron o vendieron sus productos como: Babcock & Wilcox,  refacciones para calderas; Peden Iron Works, maquinaria especializada; Oil Wells Supply Co.; Reagan Forge & Engineering Co. y la Gulf Oil Co., que vendían material para perforación; Wilson Snyder Pump & Machinery Corp, bombas; la Ethyl Gasoline Corp, fluido etílico; la Spang Chalfant Inc., tubería; Ingersoll Rand Co., compresoras de aire, o la Auto Electric Distributors, material eléctrico.

 

 El problema del tetraetilo de plomo (tecnología de punta) se resolvió reformando la gasolina obteniendo el mismo octanaje. Después estudiantes de química del Instituto Politécnico Nacional y de la Universidad Nacional Autónoma de México lograron sintetizar el producto. Nacimiento virtual del Instituto Mexicano del petróleo. Poco a poco, las compañías que vendían refacciones y maquinaria fueron cediendo, cuando en México se optó por comprar productos de Alemania, Italia y otros países.

 

El ataque mediático fue intenso. Se prestaron al forcejeo: las revistas The Lamp y The Atlantic Monthly con notas plenas de falsedades y calumnias hacia México. Se afirmó que se habían rentado puertos mexicanos al Imperio japonés y que los aeropuertos eran usados por los fascistas. El propio embajador Daniels calificó de repulsivas estas publicaciones. Es posible que las compañías petroleras alentaran los planes subversivos de Saturnino Cedillo y de algunos líderes inconformes del STPRM.

 

El boicot fue apoyado en EU de diferentes maneras: se suspendieron compras de plata que representaban un monto promedio de 30 millones de Dls. anuales, pero como varias minas eran propiedad de estadounidenses, empezaron a comprar, aunque en menores montos. En Estados Unidos las dependencias gubernamentales prohibieron el uso de combustibles mexicanos, se prefirió la importación de Venezuela. El impuesto de importación para el petróleo mexicano se fue de 15 a 50 centavos de Dólar, el venezolano era gravado con 25 centavos. Se presionó a las navieras para que no transportaran petróleo mexicano, así como a los gobiernos de países del Caribe para que suspendieran pedidos de petróleo, ya realizados.

 

La Dutch Shell logró embargar cargamentos de petróleo mexicano en puertos de Bélgica y Francia argumentando que era petróleo robado, si bien los tribunales europeos fallaron en favor del gobierno mexicano. En Mobile, Alabama, se encontraba en reparación el barco-tanque San Ricardo, fue necesario litigar en tribunales estadounidenses, varios meses, para recuperar esta embarcación, que se rebautizó como 18 de marzo. 

 

De acuerdo al discurso de Cárdenas, la intención del gobierno mexicano era vender el petróleo a países de tendencias democráticas. El subsecretario de Hacienda, Eduardo Villaseñor, viajó a Europa para tratar de cerrar acuerdo comercial con Francia; el gobierno francés cedió a las presiones internacionales. Villaseñor dirigió carta a las autoridades francesas planteando que México se vería obligado a ofrecer su petróleo a las potencias del Eje, empero las negociaciones no prosperaron.

 

El boicot parecía que tendría éxito. Sin embargo, fue un estadounidense William Rhodes Davis y su compañía Davis & Co. que sirvió de intermediaria en el acuerdo comercial para embarcar petróleo a Italia, a cambio de tres barcos petroleros construidos en Ansaldo, Génova y suministro de artícela. Rhodes logró contratos para vender petróleo mexicano a Alemania, del que se obtuvieron manufacturas para estructuras de puentes, productos de industria pesada y dólares. México comerció con Italia desde fines de 1938 hasta que entró a la guerra y con Alemania de enero a agosto de 1939. La cantidad de petróleo vendida en Alemania fue insignificante, frente a la que le vendió la Standard Oil Company de Nueva Jersey, su mejor cliente de 1938. También se firmó contrato con la Eastern States Petroleum Co. de Houston, empresa refinadora que se encontraba en dificultades financieras. A diferencia de los casi 25 millones de barriles exportados en 1937, en 1938 se exportaron solo 14.5 millones. Una ardua labor diplomática y de promoción de ventas, fue recuperando la viabilidad de PEMEX. El factor principal del éxito fue la determinación gubernamental invariable y el aprovechamiento de la cercanía de la lucha armada, que hacía apetecible el petróleo mexicano por diversos rumbos del Planeta. (Continuará)

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Expropiación_del_petróleo_en_México 

 

Puebla, Pue. 18-Sep.-2016.

 

Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com  


 

https://www.alainet.org/de/node/180348?language=es
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