Desafíos para la democracia Latinoamericana y Caribeña (III)

19/12/2016
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Tercera y última parte

 

Vimos condiciones en que dos países del continente americano vienen afrontando y venciendo acechanzas de los imperios, en particular el inscrito en el norte de tal continente. Sus empeños se centran en atender requerimientos de sus pobladores, aplicando políticas públicas que se corresponden con el fortalecimiento de su soberanía, mediante la libertad de sus ciudadanos basada en el logro de sus requerimientos elementales para la vida, a través de una distribución del ingreso en ruta a la igualdad de posibilidades de crecimiento personal y colectivo. Se trata de un hecho logrado por más de 50 años en Cuba y por arriba de diez en Bolivia.

 

Otros países también incursionan con éxito en crecer en una democracia como poder del pueblo, con éxitos parciales, mediatizados tras golpes de estado blando (Argentina y Brasil) para volverles de tajo a la férula de EEUU. Misma situación se cumple con grandes esfuerzos y resultados disímbolos, en otras naciones de Sudamérica y el Caribe, ante el embate combinado de sus oligarquías pro imperialistas en estrecha coordinación y comando de capitales transnacionales, que están poniendo al borde de una guerra civil a Venezuela y acosan sin descanso a El Salvador y Nicaragua, entre otros.

 

La mayoría de gobiernos de la región, evocan la democracia sin construir nada en torno a sus valores y principios, pisoteándola algunos, dejando espacio cívico limitado a sus pobladores. Dicho ámbito puede ser de uso universal, en tanto lo que allí ocurra no lastime determinaciones unilaterales de sus gobiernos, apuntalados por congresos integrados a modo, incapaces de aplicar el mandato popular –generalmente votado en elecciones “libres”-.

 

Altera la visión objetiva de los hechos, la compra fraudulenta del voto camaral a favor de propuestas oficiales, en que incurren “representantes populares”. Estas se encausan a dar legalidad a la apertura de mercados internos a intereses externos, tanto por la vía de la exploración-explotación de recursos del suelo y subsuelo, como en el aprovechamiento de la mano de obra barata –en veces semi esclava- para el ensamble de diversos bienes de uso (automóviles, camiones, línea blanca, alimentación y otros) y el establecimiento de cientos de sucursales de compañías transnacionales vendedoras de artículos en general, que llevan al cierre de pequeños esfuerzos nacionales para colocar en el mercado producción nacional en cada uno de nuestros países. De allí que hablar de democracia en un sistema como el que vivimos, es esperar que se cumplan sus postulados “para las calendas griegas”. 

 

Tales circunstancias, repetidas en casi todos los países, llevan a señalar que la democracia gravita en torno a un principio inexorable de indeterminación, producto de la incapacidad de los pueblos y sus gobiernos para darle ruta y destino a la vida nacional. Esta se mueve gravemente influenciada por un sentido de raza que, en tanto sea considerada en los niveles oficiales, dificultará cualquier empeño por una igualdad como la lograda en Bolivia. ¿Hasta cuándo nuestros pueblos permitirán tales desatinos?

 

La organización social que participa en política, salvo excepciones en cada país, está más preocupada por obtener canonjías, beneficios económicos y perspectivas de ascenso, que por cumplir lo comprometido en campaña, levantando expectativas falseadas en los ciudadanos. Forman congresos a modo de los gobiernos en turno, buscan el personal enriquecimiento rápido, mediante la entrega de recursos naturales a capitales extranjeros con pérdida total de su conciencia, identidad y ciudadanía.

 

La ruta para el cambio de rumbo -lo hemos señalado en múltiples ocasiones- se mueve en dos sentidos: al interior de cada país para definir estrategias para el rescate de la soberanía y sus consecuencias positivas en la vida de los pobladores. Por otro lado, en la conjugación de esfuerzos soberanos, dentro de los organismos regionales construidos para tales fines.

 

La historia alinea por la unidad latinoamericana y caribeña, con un repunte formidable en la última década. Organismos creados por la determinación global impulsada por gobiernos progresistas de la Región, llevaron a crear, desde el Congreso Anfictiónico de Panamá (1826) hasta las organizaciones integradoras de Latinoamérica y el Caribe: Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA); Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la gran aglutinadora de sueños, intereses y posturas convergentes de gobiernos y pueblos del subcontinente.    

 

Para que lo multilateral avance y logre posiciones convenientes a nuestros pueblos, en todos los organismos económicos, financieros, educativos y sociales, requiere de la conformación de criterios sólidos y bien soportados, a desarrollar en cada nación de la Región.

 

En su propuesta demócrata radical Chantal Mouffe (1943) gestiona entender por “política” al acumulado de prácticas que corresponden a la actividad política tradicional, en tanto “lo político” se referiría al modo en que se establece la sociedad. Pero su interpretación tiene otros enfoques que conciben lo político como espacio de libertad y debate público, otros lo suponen ámbito de poder, discrepancia y antagonismo. Mouffe se incluirá entre quienes defienden la última faceta: “Concibo “lo político” como la dimensión de antagonismo constitutiva de sociedades humanas, en tanto que entiendo a “la política” como el conjunto de prácticas e instituciones, a través de las que se crea un específico orden que organiza la coexistencia humana en el contexto de la conflictividad derivada de lo político”. Ver: http://www.webdianoia.com/contemporanea/mouffe/mouffe_lopolitico.htm

 

Tales consideraciones vienen al caso para insistir en la necesidad de una tarea muy puntual y de alta precisión para definir, primero, que desean las poblaciones organizadas por gremios, pueblos o comunidades y en su base, construir las políticas públicas correspondientes que tiendan a dar respuesta a las demandas ciudadanas, ajustadas por las posibilidades reales de atención en cuanto recursos, intereses a equilibrar y consecuencias posibles, en el antagonismo que encierra una tarea social.

 

Se corrobora que satisfacer las crecientes demandas de la población, en sus diversos estratos, se vuelve más difícil en tanto los gobiernos decidan ceñirse al contexto posterior al auge de hace pocos años. El cambio de posibilidades económico-financieras para atender la demanda poblacional en educación, salud, vivienda y otros requerimientos del bienestar, que estaban siendo atendidos con resultados notables, sobre todo en los países con gobiernos progresistas, dieron un vuelco en el apoyo que tales grupos otorgaban a sus gobiernos, al detenerse el flujo de recursos a los programas de apoyo a los vulnerables y otros que recibían trato preferencial.

 

La transformación fue tan rápida que los gobiernos mostraron dificultades para ponerse al día y responder a estas demandas. Tal situación fue aprovechada por la oposición pro imperialista, que utilizó ofertas engañosas de atender demandas, en tanto lograran el poder (Argentina). Pero tal cosa no ocurre a varios meses de la falsedad que atrajo a núcleos humanos que, con “mentalidad de rebaño”, apoyaron con su voto, tras mínimas recompensas y en espera de restablecer el apoyo obtenido del gobierno progresista, lo que por supuesto, no ocurrió con el gobierno de derecha.

 

Hoy pueblos de Argentina y Brasil –tras el golpe blando de Estado- se debaten en nueva etapa de pobreza e incertidumbre ante el porvenir. La transparencia y rendición de cuentas son fundamentales para mantener la credibilidad de los gobiernos y contener a la población y  a los mercados. Tales situaciones no se dan, la podredumbre abate a tales gobiernos, en que algunos de sus personeros son acusados de peculado comprobado.

 

En esas condiciones habrá de trabajarse país a país, para construir estrategias de acción involucrando partidos, grupos, comunidades y gremios dispuestos a retomar el control de su destino, en algunos casos y construirlo en otros. Aprovechemos la incertidumbre creada en el imperio al norte de nuestros países y mostremos que los pueblos latinoamericanos y caribeños, somos capaces de salir adelante con la riqueza que poseemos –documentada en anteriores entregas- encarrilando a nuestros gobiernos –ahora o en el inmediato futuro- para ser impulsores de un cambio de rumbo en la Región. Desaprovechar la oportunidad que nos abre la nueva presidencia imperial en manos del Sr. Trump, con sus posturas anti neoliberalismo, que por supuesto pretende jalonar para un imperialismo-totalitarista, sería una imperdonable falla histórica.

 

México –como la mayoría de naciones de la Región- tiene condiciones y cuadros formados para apuntalar acciones de rescate de la economía hacia caminos de sustentabilidad. El slogan de que un pueblo educado en la excelencia es base para un futuro promisorio, es realidad incuestionable. Invertir en las personas, sus pueblos y comunidades será paso formidable para recuperar las conquistas sociales y vencer la desigualdad endémica que nos aqueja. Se debe hacer mayor énfasis en el desarrollo de capacidades y la remoción de obstáculos a la actividad económica, resolviendo el asunto de la infraestructura inadecuada, leyes laborales decadentes y financiamiento inflexible, que detienen el crecimiento de la pequeña y mediana empresas sociales y privadas. Desarrollando una estrategia integral recuperaremos el comando hacia el interior, se fortalecerá una nueva incursión hacia lo externo, del brazo con las naciones que en el continente vayan mostrando el músculo suficiente para una acción conjunta por un nuevo orden económico, político, educativo y social, de corte planetario.

 

Mérida,Yucatán, 18/12/2016

 

Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com

 

https://www.alainet.org/de/node/182471?language=es
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