¿Qué pasa USA? (I)

21/02/2017
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Años atrás, la televisión estadounidense, en uno de sus canales, presentaba un programa humorístico titulado “QUE PASA USA”. Realmente, no tengo conocimiento de si todavía ese programa existe.

 

En el programa aparecía una familia de cubanos, formada por un matrimonio de abuelos, otro matrimonio, en este caso dos personas de mediana edad y dos jóvenes, de menos de veinte años, un varón y una hembra.

 

La característica de esta familia era la de una típica familia de emigrantes cubanos.  Los abuelos solamente hablaban español y como es natural no entendían lo que decían los nietos, que solamente hablaban inglés.  Como traductores, cuando estaban en la casa, servían los padres de los muchachos.

 

Al problema idiomático se sumaba otro mayor, el de las costumbres y tradiciones, que como es natural, no eran las mismas las de los abuelos, las del matrimonio, ni las de los nietos. Todo esto originaba una situación en que regularmente, cuando los padres no estaban, nadie entendía lo que el otro quería decir o hacer.

 

¿Por qué menciono ese programa? Porque ahora también se pudiera decir… ¿QUE PASA USA?

 

Lo que está sucediendo en Estados Unidos es una manifestación de la lucha por el poder entre dos facciones de la clase dominante. Trump representa una de esas facciones, la otra está representada por un grupo, que al perder las elecciones presidenciales y congresionales, perdieron las posibilidades que durante años habían forjado de obtener un mayor enriquecimiento, posibilidades que ahora las tiene el otro grupo.

 

El grupo de los perdedores hace todo lo posible por desacreditar al grupo de los ganadores y tratar de que este llegue a un acuerdo amistoso, donde ambos puedan seguir enriqueciéndose.

 

Para esa campaña de descrédito utilizan la prensa establecida (New York Times, Washington Post, CNN, AP y otras), organizan y financian manifestaciones en contra de las medidas tomada por la nueva administración, que como toda nueva administración al principio puede cometer errores, algo que la ética dentro de los políticos estadounidenses había definido claramente y dentro de los primeros cien días del nuevo presidente, NUNCA se le hacían campañas en contra de sus medidas, en el caso de Trump no esperaron ni a las primeras cien horas.

 

Las campañas repercuten en voceros irresponsables o que sencillamente no tienen nada de qué hablar y entonces dan publicidad a las “decenas de miles de manifestantes”, según la AP, que en realidad no pasan de mil quinientos, hablan de un gran grupo de psicólogos que plantean Trump tiene afectada sus facultades mentales, cuando en realidad el grupo es de doce y todos muy ligados al partido demócrata.  Lo realmente grave, es que hasta nuestra prensa se hace eco de esto, sumándose a las campañas contra Trump, de forma consciente o no, repitiendo la noticia que reciben sin tan siquiera analizar su veracidad y buscar información adicional sobre la misma.

 

Después nos quejamos de la forma en que la prensa estadounidense divulga noticia falsas sobre Cuba, cuando nosotros estamos haciendo lo mismo sobre el gobierno de Trump, con el cual tenemos relaciones diplomáticas. Ahora la CNN es el monstruo que ataca a Venezuela, hace meses era la cadena periodística responsable que informaba lo que sucedía en Estados Unidos y nosotros lo repetíamos. ¿Qué cambio…verdad?

 

Sobre lo que podía suceder en Estados Unidos, si ganaba la presidencia Donald Trump, escribí un artículo el 9 de julio del 2016 titulado EL PELIGRO TRUMP ESTÁ PRESENTE, al final del mismo expresé:

 

El peligro Trump está presente, los demócratas, con un grupo de republicanos, piensan neutralizarlo.  Si no pueden hacerlo, existen grandes posibilidades de que a partir de enero del 2017, presenciemos cambios importantes en la política interna y política exterior de Estados Unidos.”

 

Si interesara, podemos publicar nuevamente este artículo, para refrescar y ampliar el conocimiento de los interesados.

 

Lo que pasa en USA es similar a un juego de ajedrez, donde se van moviendo las fichas, atacando y defendiendo para tratar de no perder la partida. Muchos que hablan de esto, no están capacitados para entenderlo.

 

Las ideas de Trump y su grupo están vinculadas al conservadurismo y el aislacionismo, algo que utilizó Woodrow Wilson, al final de la primera guerra mundial, para elevar el nivel de vida de la población estadounidense.

 

Trump y su grupo están conscientes de que no se puede mantener por más tiempo la situación económica y social en que vive la mayoría de la población de Estados Unidos y que si no hacen algo para remediar esto, tendrán un serio estallido social en el país, que pudiera traer funestas consecuencias para la clase dominante. Como escribí hace algunos meses “LA SEGUNDA REVOLUCIÓN ESTADOUNIDENSE ESTÁ EN CAMINO” (también podemos publicar nuevamente este artículo)

 

Lo que propugna Trump y su grupo es sacrificar un poco las millonarias utilidades que reciben las grandes corporaciones y destinar ese dinero al beneficio de la población, para mejorarlos en algo y que no piensen en eliminar el régimen establecido. Dar algo para conservar el resto que siempre es mucho más.

 

Este problema de que el descontento de la población se convierta en acciones contra el sistema se conoce desde hace años y también las fuerzas policiales y de la guardia nacional se han estado preparando militarmente y recibiendo todo tipo de armamento, incluyendo tanques y aviones para reprimir a los que protesten, lo entregado por el Pentágono a la policía de los distintos Estados, ascendió en dos años a 4,200 millones de dólares.  Durante la administración Obama se llevó a cabo la Operación Jade Helm, que se desarrolló en cinco estados, donde la situación económica era peor y el número de inmigrantes ilegales mayor, como una práctica de represión contra posibles protestas populares en un futuro.

 

La fórmula que Trump ha adoptado para mejorar la situación económica es crear empleos, en un país en que 94 millones de personas carecen del mismo, de una fuerza laboral total de un poco más de 245 millones. Esto explica algunas de sus medidas iníciales, un número de las cuales ya ha planteado modificará en cierto sentido.

 

La salida de los acuerdos TPP y el anuncio de que pondrá fuertes aranceles a todo aquello que entre en Estados Unidos y pueda ser producido en el país, han tenido cierto efecto, sobre todo en la industria automovilística. Las inversiones que la Ford Motor Company la General Motors y la Chrysler tenían planificadas hacer en México se cancelaron, para ahora hacerlas en Estados Unidos. Los japoneses también invertirán en Estados Unidos, algunas empresas del Valle del Silicón han planteado crear empleos en Estados Unidos. Todo esto representa cerca de 25,000 nuevos puestos de trabajo.

 

Algunas empresas, que gracias a las facilidades de los TPP, la mano de obra barata de los países donde realizaban su producción y los bajos o ningún impuesto que debían pagar en los primeros años de establecidos, han comenzado a preparar condiciones para realizar la producción en Estados Unidos. Se ha calculado que esto puede incrementar en 30,000 los puestos de trabajo.

 

Trump habló de construir túneles, carreteras y puentes.  Esto recuerda en cierta medida parte de la fórmula que Roosevelt utilizó para sacar al país de la recesión, la fórmula de las tres R. La idea es construir algo, que no represente una mercancía para competir en el mercado. Organizar actividades que proporcionen trabajo y los salarios que se desprendan de las mismas, incrementen la demanda sin incrementar la oferta, por lo tanto, es un estímulo para que en otros sectores también se creen nuevos puestos de trabajo.

 

Las promesas de Roosevelt, cuando fue elegido para la presidencia en el año 1932 eran muy sencillas “ayudar al hombre olvidado”, eso llenó de entusiasmo y optimismo a una gran parte de la población, muchos de los cuales estaban en una difícil situación económica y desempleados.

Si analizamos las elecciones del 2016, podemos decir que allí también estuvo presente “el hombre olvidado” y fue Trump el que se dio cuenta de ello y le sacó provecho.

  

Sobre este mismo asunto la administración tomó dos medidas que tuvieron una repercusión impopular. La entrada al país de personas procedentes de ciertos países árabes, lo que se justificó con la lucha contra el terrorismo.  Esas personas, que tiene una visa legal para entrar a Estados Unidos, muchos de ellos ya son residentes y tiene hasta la tarjeta verde que los acredita como tales y los autoriza a trabajar, no son personas que ahora están gestionando su entrada al país, por lo tanto, legalmente, no se puede impedir su entrada.

 

El problema es que la casi totalidad de estos fueron reclutados para trabajar en Estados Unidos

siguiendo la política tantas veces criticado de “robo de cerebros”, ocupan puestos de trabajo que pudieran estar ocupados por ciudadanos estadounidenses, sin embargo, a esta personas procedentes de países árabes, les pagan un salario mucho menor, les exigen mucho más que a los estadounidenses, no les permiten sindicalizarse, no protestan por las imposiciones  de sus empleadores y él y su familia defienden lo que han podido lograr, que es muchísimo mejor de cómo vivían en los países de los que proceden. 

 

Esta es una batalla que no ha terminado, por el momento, el Departamento de Estado otorga un reducidísimo número de visas a ciudadanos de estos países y Trump está arreglando la Orden Ejecutiva para tratar de lograr su propósito.  Existe el peligro, para estos árabes con visa y tarjeta verde, de que Trump se ponga de acuerdo con sus empleadores y el problema se resuelva dejándolos sin trabajo.  Recuerden que en el capitalismo, todas estas cosas son posibles y que al final, pudieran primar los intereses de clase por encima de otros que se consideran más humanos.

 

El problema del muro también está relacionado con esto. Otra medida que además de resultar impopular, afecta las relaciones con un aliado importante, México.  Trump insiste en terminar de fabricar el muro, que de acuerdo a los presupuestos conocidos, costará unos cuantos billones de dólares, seguramente por eso planteó que el muro lo pagaría México.

 

Este último planteamiento, permeado por la bravuconería, es algo casi imposible de lograr.

La situación económica de México empeora por días y ya era grave. El gobierno mexicano está vendiendo el país al mejor postor, ya ni petróleo tienen, ahora es propiedad de las empresas que compraron los yacimientos. El famoso “gasolinazo” le apretó el cuello a los de menos ingresos. El robo y la corrupción cada día son mayores. Las redada de Trump para deportar ilegales, más los dos y medio millones que deportó Obama, se están sintiendo en las remesas que se reciben de Estados Unidos. El problema no es solamente lo que ya sintieron, sino lo que van a sentir, pues Trump está decidido a deportar la mayor cantidad de ilegales posible.

 

Las deportaciones también tienen que ver con los puestos de trabajo.  No es lo mismo recoger la cosecha con trabajadores ilegales a los que se les paga una cuarta parte del salario, viven como pueden, no hay obligación de tipo alguno con ellos y se les despide sin mucho trámite, que hacer esta labor con ciudadanos estadounidenses y personas residentes legales en el país, muchos de los cuales pudieran ser de origen latino, pues un número importante de ellos están desempleados y ahora para que realicen esa labor tendrían que pagarle un salario mayor.  Los latinos que legalizaron su situación, se ven afectados por los inmigrantes ilegales, que ocupan sus puestos de trabajo y cobran menos.

 

El muro pudiera finalmente quedar como un proyecto, en definitiva la línea fronteriza entre México y Estados Unidos no está desprotegida, donde no hay muro, que ya existe, hay cerca. En los pasos fronterizos se ha incrementado la vigilancia, ahora hay 5,000 agentes más de inmigración patrullando la frontera para llega a cerca de 50,000. Se mantienen las cámaras de televisión y cercas electrificadas, los aviones helicóptero y drones patrullan casi uno tras otro. Las medidas internas que se están tomando para capturar y deportar ilegales, utilizando otras fuerzas del orden estadounidenses, pudieran dar un resultado importante en pocos meses.

 

Todo parece indicar que esta situación se convertirá en un problema para el gobierno de México, las medidas de control en la frontera también actuarán sobre personas que no son de origen mexicano, pero que utilizan ese país como puente para llegar a Estados Unidos. El 19 de febrero de este año, hace pocos días México anunció que cerraría su frontera sur, las declaraciones realizadas no se apartan mucho a lo que podía haber dicho Trump.

 

"México sostiene que la migración debe ser ordenada, porque una situación caótica sólo da espacio a las bandas criminales dedicadas al tráfico de personas, especialmente a la ruta más peligrosa, hacia Tamaulipas…”

 

Sobre esto también la administración Trump ha señalado que los problemas fronterizos no son solamente contra el tráfico de personas, sino además contra el tráfico de drogas, puesto que se calcula por la frontera entre Estados Unidos y México entra aproximadamente el 50 por ciento de la droga. Esos son los “hombres malos” a los que el presidente estadounidense se refirió recientemente.

 

Lo que para algunos representa una política totalmente  fraccionada y tratan de restarle fundamento lógico, se enfoca hacia ciertos objetivos que están bien claros, el primero de los cuales es incrementar los puestos de trabajo en Estados Unidos, para ciudadanos estadounidenses y residentes legales, con esto lograr un incremento en el nivel de vida general de la población y que dicho incremento actúe como un sedante sobre aquellos que estaban viendo como una solución un cambio de sistema, donde el pueblo sea el que tome las decisiones.

 

20 de febrero del 2017

 

- Dr. Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba) sarahnes@cubarte.cult.cu

 

https://www.alainet.org/de/node/183676
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