La detención del general Milani sigue disparando polémicas
- Opinión
Desde el 17 de febrero el ex jefe del Ejército durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner está detenido en La Rioja. Pesan en su contra acusaciones en causas por derechos humanos. Su detención sigue disparando polémicas.
El general César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani quedó detenido en La Rioja el viernes 17 de febrero, por orden del juez Daniel Herrera Piedrabuena. La decisión fue tomada en la causa donde se le imputan secuestros y torturas en marzo de 1977 contra Pedro A. Olivera y Ramón A. Olivera, y Verónica Matta en 1976. Matta era delegada estudiantil secundaria; Olivera padre era trabajador, y el hijo empleado y estudiante. Todos fueron sospechados de tener relaciones con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
A ese círculo político estaba vinculado Alberto A. Ledo, estudiante de Historia en la Universidad Nacional de Tucumán pero de origen riojano, desaparecido bajo la figura siniestra de la “deserción” mientras hacía el servicio militar en Tucumán, en junio de 1976.
¿Qué liga a los Olivera, Matta y Ledo? Además de simpatías con aquella organización revolucionaria, el haber sido víctimas del accionar del por entonces subteniente Milani, radicado en La Rioja, en el Batallón 141 de Ingenieros en Construcción. También tuvo actuación en Tucumán en el “Operativo Independencia”, con misiones represivas bajo los dictados de los generales Acdel Vilas y Antonio D. Bussi.
La suerte de esas víctimas fue desigual, pero todas sufrieron por los métodos represivos de las fuerzas de tareas militares y policiales. Olivera padre sufrió tantas torturas que cuando fue liberado estaba hemipléjico y debió jubilarse en su empleo municipal. Olivera hijo estuvo más de cuatro años como preso político. Matta también sufrió golpes, amenazas y cárcel. Lo de Ledo fue letal porque desapareció, como otros 43 “colimbas”, dentro del lote de 129 soldados desaparecidos, según “El escuadrón perdido”, libro del capitán José Luis D'Andrea Mohr.
La causa de la desaparición de Ledo viene bastante más atrasada que la de los secuestros y torturas de La Rioja. La de Tucumán la lleva el juez Daniel Bejas y recién el 14 de febrero se le tomó indagatoria al militar. Al menos en el proceso riojano, tres días después, el juez Herrera Piedrabuena le dictó la prisión preventiva por delitos que según la fiscal Virginia Miguel Carmona tendrían una pena de entre 2 y 18 años de prisión.
Los abogados del militar apelaron la detención y en diez días resolverá la Cámara Federal de Córdoba. Al menos durante ese lapso el ex jefe del Ejército seguirá detenido. Y seguirán las polémicas sobre si esa detención está bien, porque existe el riesgo de entorpecimiento de la causa, como adujeron el juez y la fiscal, o es una barbaridad, como acusó la defensa de Milani, asegurando que siempre estuvo a derecho.
Polémicas en los organismos
Milani siempre ha provocado amores y odios, algunos tan inesperados como el fuerte sentimiento de Hebe de Bonafini hacia él, que la llevó en en 2013 a apoyar su promoción al frente del arma (junio de ese año por propuesta de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y voto del Senado en diciembre, por 39 votos contra 30) y en 2014 alabarlo en la revista de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo “Ni un paso atrás”.
Al interior de Madres está la posición opuesta, porque la titular de esa entidad en La Rioja es Marcela de Ledo, la madre del soldado, y Graciela Ledo en la comisión de apoyo a Madres, hermana de la víctima.
Los familiares de Ledo viajaron a Tucumán y hablaron con otros conscriptos, quienes les informaron que el capitán Esteban Sanguinetti salió en tres oportunidades de recorrida con Alberto Agapito el 17 de junio de 1976 y que la última vez había regresado solo. Sanguinetti acusó de que el riojano había desertado y por eso la familia lo acusó al capitán. Luego supieron que el subteniente Milani había fraguado el acta de deserción y entonces también quedó denunciado como cómplice de ese gravísimo delito.
Sanguinetti residía en España y fue a declarar a Tucumán, donde quedó detenido en 2009. Hace tiempo goza del beneficio de la detención domiciliaria. Milani declaró el 14 de febrero pasado pero zafó de la prisión preventiva en este caso, que es el más grave. En el otro no pudo seguir gambeteando y quedó detenido en la cárcel riojana en un pabellón junto a otros 13 militares y policías acusados de delitos de lesa humanidad.
En 2013 y hoy la situación de Milani ha dividido aguas en los organismos. Madres sector Bonafini y Abuelas, en menor medida, estuvieron del lado del general, por simpatías con sus definiciones “nacionales y populares” o por confianza en las decisiones que tomaba CFK, como admitió Estela de Carlotto.
En esos años el CELS de Horacio Verbitsky, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Nora Cortiñas (un sector de Madres Línea Fundadora), el Serpaj de Adolfo Pérez Esquivel y la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, fueron muy críticos del militar.
Coherente con ese punto de vista, hace cuatro años se opusieron a su promoción a la jefatura del Ejército y al grado de teniente general. Ahora saludaron su detención, aún con críticas a la demora de la justicia, como se lee en el comunicado del CELS.
Polémicas políticas
Hay pocos organismos de DD HH y políticos que hayan sido coherentes en este. Una de las excepciones es el CELS, que en julio del 2013 se opuso al encumbramiento del general y mantuvo esa postura hasta la votación en el Senado, en diciembre. Y no lo hizo por un ensañamiento en particular: fue su patrón de conducta en los ascensos de Alfredo Astiz, Juan Carlos Rolón, Antonio Pernías, etc. Y así se mantuvo hasta llegar a la detención de Milani, días atrás.
Las excepciones también se registraron entre los partidos de izquierda, donde el PC y el Partido de la Liberación se manifestaron en contra del ascenso de Milani y apoyaron su detención, la semana pasada. El grueso de La Cámpora, con Andrés Larroque a la cabeza, estuvo de acuerdo en la promoción del militar en 2013, junto con el entonces secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, y el ministro de Defensa, Agustín Rossi.
Sobre la reclusión de Milani a la cárcel riojana, han hablado favorablemente Juan Cabandié y Jorge Taiana, dentro del espectro K. El primero dijo que estaba feliz por esa decisión de la justicia y reivindicó que si hay juicios por derechos humanos fue por una buena obra de los gobiernos kirchneristas. Eso es muy cierto con la debida inclusión de la labor de los organismos de DD HH para haber logrado esos resultados.
Oportunismos alevosos
Una buena parte del FPV-PJ hace mutis por el foro sobre la detención por la sencilla razón de que convalidaron su encumbramiento. Por ejemplo el senador Miguel Pichetto lo votó con las dos manos y hoy guarda silencio.
En aquel tiempo uno de los mayores críticos de Milani, por razones políticas de ser opositor acérrimo a CFK, era el senador Gerardo Morales, de la UCR, quien votó en contra del ascenso. Luego se convirtió en gobernador en alianza con la fuerza de Sergio Massa, pero está alineado con el macrismo y no ha vuelto a opinar de Milani.
Sí lo han hecho Clarín, TN con las coberturas de Bazán en La Rioja, y Gabriela Michetti, Elisa Carrió y Rogelio Frigerio, de la primera línea del PRO-Cambiemos. Ellos tratan de sacar provecho político, subrayando que el gobierno tenía de jefe del Ejército a un represor. Y acusan que esa promoción se acompañó de cuantiosa inversión en espionaje y equipos para suplantar a la SIDE de Jaime Stiusso, en conflicto con el gobierno.
Toda mentira puede tener una pizca de verdad. Y que la ex presidenta encumbró a un denunciado por represor, tiene más que eso. ¿Por qué lo hizo? CFK puede invocar que no había un procesamiento en su contra. O que por el desastre de la SIDE, necesitaba apoyarse en alguien “del palo”. O que quería un sector “nacional” en las Fuerzas Armadas, siempre reacias a acompañar al peronismo.
Ese ascenso de Milani a teniente general y no hacer autocrítica hoy, cuatro años después, cuando la justicia empieza a adoptar resoluciones concretas, es una actitud equivocada de la ex presidenta.
Se puede reclamar una autocrítica K y alegrarse con la detención del militar, sin por eso darles la razón a los macristas híper oportunistas que festejan la caída en desgracia del militar. Ellos no comulgan con los DD HH. Mauricio Macri criticó a esos derechos como si fueran “un curro” y declaró al portal estadounidense BuzzFeed en agosto pasado que no tenía idea si los desaparecidos eran 9.000 o 30.000 y que eso fue una “guerra sucia”. Por eso no puede hablar con precisión del caso Milani. No conoce esta triste historia y tampoco le interesa. No califica en derechos humanos quien por decreto movió el feriado del 24 de marzo; sólo busca atacar al kirchnerismo por razones políticas y electorales.
Las violaciones a los derechos humanos cometidas presuntamente por Milani están en la historia argentina y deben ser reparadas. El gobierno actual, por lo visto en 14 meses, es parte de la tragedia porque sus integrantes fueron ajenos a la causa de Memoria, Verdad y Justicia, y su plan económico tiene sentado en rama de su árbol genealógico a Martínez de Hoz. Si fuera coherente debería llevarle víveres y consuelo al teniente general.
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