El despegue africano

07/03/2017
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Lejos de los noticieros de la actualidad en África están transcurriendo cambios estructurales que cambiaran para siempre la fisonomía económica y social de ese continente. Está en curso el desarrollo de una infraestructura de transporte, con la cooperación del gobierno y empresas chinas, que se aparta del clásico modelo colonial de ligar los centros de explotación de la materia prima con los puertos para exportarla directamente en bruto, sin ninguna elaboración. Los chinos están montando fábricas para procesar los recursos hasta un grado intermedio y a veces en productos terminados.

 

Este proceso de desarrollo tiene otro rasgo simpático que lo diferencia del viejo modelo colonialista europeo o norteamericano, que consistía en enviar capataces que entrenaban la mano de obra local. En este desarrollo hay obreros chinos que trabajan codo a codo con los obreros africanos, con lo que transfieren por contacto directo no solo tecnología know-how, sino que con el ejemplo transfieren su ética laboral china que eleva la eficiencia y productividad de esa simbiosis laboral a niveles competitivos al punto que ya las estadísticas comerciales recién comienzan a registrar un incremento en la exportación de nuevos renglones manufactureros en aquellos países africanos donde las inversiones chinas en infraestructura han sido más considerables.

 

Lo interesante es que las empresas chinas que operan en el extranjero se diferencian de las grandes transnacionales norteamericanas a las que el Sr. Trump acusa de exportar puestos de trabajo norteamericanos.

 

Las empresas chinas que invierten en África, están creando puestos de trabajo para chinos en el exterior, mientras emplean y entrenan mano de obra local. Todo esto sucede sin esos engorrosos acuerdos de comercio que proponen la subordinación de la economía y la legislación local a los intereses de las grandes transnacionales norteamericanas que obligan a aceptar la importación de productos agrícolas fuertemente subsidiados que destruyen la agricultura local y provocan la emigración campesina a las ciudades, que por su necesidad de sobrevivir, alimenta el crecimiento de la delincuencia urbana.

 

Los gobernantes empresarios chinos no están pidiendo privilegios supra nacionales, para sus inversiones o inversionistas ni la subordinación de la política económica nacional a una doctrina económica particular, más allá del principio válido para toda inversión: que sea beneficiosa para las partes involucradas.

 

Bolivia y Venezuela, son dos países que pudieran beneficiarse de ese modelo de cooperación china.  Bolivia porque la tendencia en el mundo es a substituir, en tierra, mar y aire los motores a explosión de combustible por motores eléctricos. Esto será posible con baterías de larga duración, para las cuales el litio es el elemento clave y bajo las arenas del desierto de Atacama se encuentran los mayores yacimientos de litio, con los que un consorcio chino boliviano pudiera abastecer al mundo de baterías de larga duración.

 

Venezuela tiene la región de los llanos totalmente plana y que abarca fácilmente 300.000 km2., que como es adyacente a la cordillera de los Andes se inunda en la época de lluvias. Desde tiempo inmemorial países como China y Francia han controlado esos excesos de aguadulce desperdiciados, mediante redes de canales que sirven contemporáneamente, para el transporte y la irrigación y para controlar inundaciones, cierto que también sirven para movilizar turbinas de generación de electricidad, un servicio indispensable cuyo suministro se ha convertido últimamente en algo errático.

 

El territorio de los llanos venezolanos, con un debido control de aguas,  es particularmente apto para el cultivo del arroz de grano redondo, que es el de mayor consumo en África y en todas las islas del Caribe, que son grandes importadores de comida, indispensable para alimentar su creciente población y su floreciente turismo. Venezuela necesita con urgencia inversiones en infraestructura que creen los salarios indispensables para movilizar cualquier economía (Sismondi et Keynes dixit).  Venezuela haría bien en solicitar la colaboración de China que tiene la experiencia y los capitales para ese tipo de proyectos.

 

- Umberto Mazzei es doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia. Es Director del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales Sismondi, en Ginebra. www.ireisismondi.org; www.ventanaglobal.info

 

 

 

https://www.alainet.org/de/node/183968?language=en
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