El imperio español y la administración política sobre los pueblos originarios de México

24/05/2017
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Cuando los invasores españoles tomaron el control político, de manera completa, lo poco que quedaba de las culturas indígenas tuvo su fin, los descendientes de Moctezuma Xocoyotzin, aceptaron encomiendas y se alinearon a la nobleza española peninsular y criolla. Tan solo en la zona acolhua, los herederos de Nezahualcoyotl y Nezahualpilli se convirtieron en caciques de Texcoco, al poco tiempo, perderían la influencia o el reconocimiento del linaje, del que venían y que probablemente se perdió en la penumbra; la zona tepaneca, quedó reducida a un simple cacicazgo local; la triple alianza también perdió influencia y el poder que había adquirido, pasando el tiempo, desapareció. Triste es recordar que donde hubo florecimiento de los pueblos originarios (1519), ahora ya no quedaba casi nada.

 

El Estado español trató de evitar que los indígenas gobernaran a nivel cabecera-sujeto; ellos –los españoles- en un principio lo permitieron, así también permitieron que fueran caciques rigiéndose y conservando su autoridad; pero las limitaciones llegaron a mediados del siglo XVI, y con ello pasaban a una segunda fase del control y de la hispanización política; en esta fase se eligieron a algunos elementos indígenas para que desempeñaran cargos en los pueblos bajo el modelo de gobierno municipal, tal como lo era en España.

 

Surge una institución política más, el cabildo o consejo municipal; el cual se formaba con dos figuras más: el alcalde y el regidor, formando gobierno con dos alcaldes y cuatro o más regidores por cada gobierno municipal que había. Alcaldes, regidores y consejeros municipales formaban la administración política, estas formas fueron comunes para los pueblos originarios del resto de América.

 

El término gobernador no era desconocido para los pueblos originarios, porque esta figura política ya se contemplada dentro del gobierno tlatoani, conocida como gobernadoryotl, sólo que, los españoles la veían separadamente, (gobernador o juez-gobernador). El español veía normal el uso de este término en un principio porque el cacique desempeñaba ambas cosas a la vez, (siglo XVII); pero lo que no aceptaban era la combinación tlatoani-gobernadoryotl, pero este ya se aplicaba en Texcoco, con la familia Pimentel; Tacuba, con la familia Cortés; Coyoacán, con Juan de Guzmán; Iztapalapa con Alonso Axayacatl y así sucesivamente en otros pueblos.

 

Los españoles insistían en que se separaran los términos, para introducir e imponer al gobernador no-tlatoani; para establecer gobiernos elegidos o designados se presentaban algunos problemas difíciles de solucionar, cuando la sucesión se encontraba en disputa o el heredero era muy joven para gobernar, un ejemplo, en Chimalhuacán Atenco, Atzcapotzalco, se presentó el caso que el cargo de gobernadoryotl no podía darse porque el heredero era menor de edad, por tal motivo, el cargo fue dado a una persona mayor o adulta no tlatoani, de esta manera las nuevas instituciones españolas, empezaron a reducir las facultades de los caciques hereditarios.

 

En Coyoacán, empezaron los tlatoques a buscar las postulaciones como gobernadores, es decir, compitiendo con aquellos que tenían pocas prerrogativas o períodos cortos, en cada cabecera era diferente la aplicación del nuevo modelo, de ahí que fue necesario se hicieran modificaciones a los procesos electorales locales, y empezaron por Texcoco, Tacuba, Tenochtitlán, Tlatelolco, y en otras regiones del Valle de México.

 

El imperio español tenía dentro de sus planes, restringir aún más o borrar toda autoridad que los gobiernos indígenas habían tenido ejerciendo gobierno, así como prohibir la transición del gobierno tlatoani y gobernadoryotl. En Tenochtitlán, después que los españoles asesinaron a Moctezuma Xocoyotzin, en 1520, le siguió en el gobierno su hermano Cuitlahuac, tlatoani de Iztapalapa, pero su gobierno duró pocos meses, pues murió por una epidemia que se propagó en la región; Cuauhtémoc, es decir, (Cuauhtemoctzin) siguió al mando, pero fue capturado y después asesinado por Hernán Cortés, poco después que terminó la conquista de Guatemala en 1525; los gobernantes de la Gran Tenochtitlan, permanecieron muy poco tiempo en el poder, debido a que en un período muy corto, se cometieron toda una serie de asesinatos o crímenes, ordenados por Cortés.

 

Después de Cuauhtémoctzin, último de la dinastía mexica, llegó al poder Juan Velázquez Tlacotzin, también muere a poco tiempo del regreso de la expedición a Guatemala, le sigue en el gobierno Andrés de Tapia Motelchiuhtzin, jefe guerrero, servidor cuauhtlatoani en Tenochtitlán, él mismo se consideraba amo pilli (no noble), zan cuauhpilli (sólo guerrero noble), pero, para los españoles sólo era un esclavo más; después de su muerte en la expedición de Nuño de Guzmán, le sucedió al gobierno Pablo Xochiquentzin, que era zan calpixcalli, (sólo un noble calpixqui) el que guarda los tributos, fungió como cuauhtlatoani de Tenochtitlán hasta su fallecimiento en el año 1536.

 

La dinastía de Tenochtitlán fue restablecida hasta el año 1530, siendo el primer gobernador Diego Huanitzin Panitzin, nieto de Axayácatl, hijo de Tezozomo y hermano de Moctezuma Xocoyotzin. Antes de ser electo al nuevo cargo, fungió como tlatoani de Ecatepec, además fue el primero en recibir el título del cargo, por el nuevo gobierno virreinal. Después fue electo Diego Tehuetzqui, nieto de Tizoc, tío de Moctezuma, siendo el segundo gobernador en 1540 hasta principios de 1550; en 1554 se estableció un nuevo gobierno, con Esteban de Guzmán, que antes había sido gobernador de Xochimilco, (1554-1557); el siguiente sucesor fue Cristóbal de Guzmán Cecepatic, hijo del primer gobernador Diego Huanitzi, (1557-1562). El último descendiente de la dinastía fue Luis de Santa María Cipac, nieto de Ahuitzotl, (1563-1565) año en que falleció, con él termina la dinastía familiar y, al no haber más descendientes ocuparon los cargos de gobernador gente de otros lugares, pipiltin (señores importantes) y otros no pipiltin, mestizos no conocidos, si eran pipiltin o macehuales (no nobles).

 

En 1568, Francisco Jiménez, principal de Tecamachalco fue designado el nuevo gobernador, sus sucesores fueron Antonio Valeriano, informante de los cronistas españoles, Bernardino de Sahagún y Juan de Torquemada; Antonio Valeriano amo pilli (no noble), representó la nueva cultura indígena hispanizada, casándose con la hija de Diego Huanitzqui, gobernó 20 años (1570-1590); después su nieto, Antonio Valeriano, el joven, ocupó el cargo el año 1620.

 

En Texcoco, segunda cabecera de la Triple Alianza, quien gobernó después de la muerte de Nezahualpilli, fue Cacama, hijo de éste y de la hija menor de Moctezuma, fue tlatoani de Texcoco, y muere prestando batalla en la resistencia de Tenochtitlán, (1520); entonces Cortés nombró sucesor, a Cuicuizcatl, hermano de Cacama. El tlatoani que se rindió a Hernán Cortés (1521) fue Coanacochtzin, también hijo de Nezahualpilli, fue bautizado con el nombre de Pedro Alvarado. Otro hijo más de Nezahualpilli fue Hernando Ixtlixochitl, protegido de Cortés, éste ayudó a la reconstrucción de Tenochtitlán y acompañó a Cortés en la expedición de Honduras. Coanacochtzin fue asesinado por Cortés.

 

Después continuaron algunos gobiernos de corta duración, fue cuando Cortés nombra a Hernando Ixtlixochitl, tlatoani de Texcoco; otros dos hijos de Nezahualpilli, –Jorge Yoyontzin y Pedro Tetlahuehuequintzi, gobernaron después de la muerte de Ixtlixochitl, en 1531.

 

En Tacuba, el tlatoani era Totoquihuatzin (1519), murió por la invasión española a la ciudad, su sucesor Tetepanquetzatzin, fue asesinado por Cortés, junto con los demás tlatoques de Tenochtitlán y Texcoco. De 1525 a 1550 varias personas ocuparon el cargo, designados con el título de señor, cacique o gobernador. A partir de 1550 la sucesión recae en Antonio Cortés Totoquihuatzin (hijo). En 1590, el cacique de Tlaxcala, Leonardo Xicotencatl, fue electo gobernador.

 

Los nuevos gobernadores no tlatoanis, en su mayoría procedían de los principales, y en algunos casos eran gente de afuera, designada por los virreyes para que asumieran el gobierno en momentos difíciles. Así surgieron nuevos gobiernos en Xochimilco, Tecamachalco y Tlaxcala. Hubo algunos gobernadores llamados “profesionales”, es decir, cambiaban de un lugar a otro bajo el título de gobernadores. A principios del siglo XVII, el historiador Fernando de Alva Ixtlixochitl, fue nombrado gobernador de Tlamanalco y, después en Texcoco; Jerónimo López, fue gobernador de Tenochtitlán, Tlatelolco, Texcoco, Xaltocan y Tecama.

 

El Códice Aubin, señala el cómo se establecieron las alcaldías en (1549), y el cómo se implementaron nuevas instituciones, que para el caso de los españoles, éstos gobernaban solos, para el caso de nuestros pueblos originarios, era de gran importancia (nombrar los consejos). La frase de “orden y sistema” consistía en la distribución y rotación de los cargos del cabildo, esto sucedía entre los cuatro barrios de Tenochtitlán: Santa María Cuepopan, (Tlaquechiuhcan); San Sebastían Atzacualco; San Pedro Teopan (Zoquipan) y San Juan Moyotlán.

 

Los regidores servían en el puesto, por un término de un año, pero a veces se prolongaban, haciendo algunas variaciones. Las prohibiciones contra la reelección inmediata fue constantemente violada, tanto en cabeceras chicas y grandes. Los virreyes tenían la facultad de desaprobar los resultados de las elecciones, éstas podían realizarse en tecpan, en locales de los cabildos, en la casa del gobernador, en la iglesia o en cualquier otra parte. Muchas disputas electorales eran de carácter personal y no por cuestiones políticas o principios ideológicos.

 

Para los pueblos originarios el sistema utilizado para elegir a un gobernante, era flexible, servía para la prolongación o para derrocar a cualquier administración inservible; los funcionarios indígenas en la etapa colonial, viajaban a la Ciudad de México, a recibir la constancia o confirmación del virrey de su cargo, tal como lo acostumbraba hacer el tlatoque, antes de la invasión imperial, viajando a Tenochtitlán para recibir la constancia por parte de Moctezuma; los funcionarios recibían sus varas de autoridad y se les fijaban sus obligaciones.

 

Las funciones de los cabildos se relacionaban casi siempre, con todos los procesos políticos de rutina de las cabeceras y los sujetos; realizaban reuniones ordinarias y extraordinarias durante todo el año.

 

Aparecen las residencias, es decir, funcionarios que se introducían en los nuevos gobiernos indígenas y españoles, su funciones eran llevar un registro que se empleaban en los asuntos políticos o aplicables en cualquier circunstancia, así llegaban a ventilarse casos de malversación de fondos, disputas, riñas, etc. En 1544 sólo había un escriba por cada pueblo o cabecera, Xochimilco, Tecama, Chalco Atenco, Xaltocan, Cuitlahuac y Cuautitlán.

 

Los escribanos indígenas hispanizados en su mayoría, eran empleados en los tribunales y los cabildos, eran especialistas en las copias de documentos y buenos copistas en los tribunales; cada comunidad los tenía, dependiendo el tamaño de ésta. El papel que desempeñaban los escribanos hispanizados era similar al que desempeñaba el tlacuilo o dibujante de antes de la colonización.

 

Los mayordomos eran otros funcionarios, responsables de las propiedades de la comunidad: administradores de tierras comunes, rebaños de ovejas, la cárcel o cualquier otra posesión que requería mantenimiento y que redituaba algún ingreso; muchos pueblos contaban con el servicio del mayordomo en el (siglo XVI). Hubo otros funcionarios menores: alguaciles, recaudadores de impuestos, los que guardaban el orden, los que servían en las cárceles, etc., puede decirse, todos aquellos que proporcionaban servicios y que, para conservar el trabajo se requería que cubrieran sus sueldos o salarios; los salarios de los gobernadores era en base a según las circunstancias de cada municipio, ejemplo, Texcoco era una comunidad grande, el gobernador percibía 300 pesos anuales; en 1628, esta comunidad había sido reducida, en cuanto al tamaño e importancia, el salario del gobernador se redujo a la mitad, es decir, 150 pesos anuales.

 

A través del tiempo, los gobiernos indígenas observaron que, debido al mismo desarrollo o crecimiento los sujetos, se transformaban en cabeceras y estos requerían nuevos y distintos alcaldes y gobernadores. El tecpan, (lugar de la casa de piedra o palacio) era donde se dirimían los problemas comunes de la gente; Tenochtitlán y Tlatelolco iniciaron las construcciones de estos centros (1576-1581); otros pueblos también los construyeron para los cabildos, litigios, archivos, suministros de agua, ceremonias y recibidores para la visita del virrey.

 

En los siglos XVII y XVIII, los caracteres propios de los indígenas se fueron perdiendo, por el control de los españoles (1721), la población tenochca y tlatelolca fueron obligados a estar presentes en la celebración o festejo del bicentenario (200 años) de la conquista , y los beneficios recibidos por la iglesia (sic). Este hecho, para la mayoría fue una burla y una ofensa inaudita. Los gobernadores de Tenochtitlán y Tlatelolco tenían como rutina el conteo de los presos; debido a que las cárceles eran edificaciones de adobe o barro, por lo tanto, había fugas de presos con mucha frecuencia.

 

Los españoles gobernaron las comunidades indígenas, durante 30 ó 50 años, ellos mismos o a través del tlatoque, (jefes indígenas controlados o manipulados por ellos), con esto vino a completarse la hispanización de los gobiernos indígenas y el rechazo expresado a la autoridad tlatoque, el fin era introducir los cabildos municipales, en las comunidades indígenas, para controlar las finanzas de los municipios indígenas. La alcaldía de Tenochtitlán se guiaba de acuerdo al calendario azteca, pero fue por corto tiempo, debido a que las presiones españolas aumentaban exigiendo los tributos y la mano de obra sobre-explotada.

 

La actitud asumida por los indígenas, en los nuevos cargos de gobiernos era pasiva, con poco interés, las funciones fueron desatendidas por estos, al grado que las autoridades de la alta jerarquía española, obligaba a que los alcaldes y regidores electos cumplieran con el puesto político; en cambio estos cargos eran considerados, no como una afirmación espontánea de dominio, sino como una obligación exigida por los españoles; en la población indígena siguió prevaleciendo un sentimiento de rechazo a la ambición remarcada en los españoles peninsulares; en alguna ocasión, el obispo Juan de Palafox lo confirmó en el siglo (XVII), en realidad eran pocos los indígenas que aspiraban a ser gobernadores o alcaldes.

 

Para los gobiernos indígenas era una tradición histórica, la participación de viejos y ancianos en el ejercicio de gobierno, y es que, la influencia que estos daban, a pesar de la conquista y de todo el período colonial, ésta se mantuvo; dicha influencia, era consensuada en cuanto a la duda o la simbología indígena, cuando esta era puesta a prueba, o cuando la tradición de la comunidad estuviera en peligro. Visto esto los españoles, empezaron a seleccionar a jóvenes para que ejercieran el gobierno o poder político, en abierto rechazo a las tradiciones de los pueblos originarios; no tardó que asumieran los cargos políticos jóvenes, inexpertos y manipulables por la alta jerarquía o la plutocracia española.

 

Desde entonces, se puede decir, que hubo y ha habido una crisis generacional en la transición de gobiernos subsecuentes. Los pueblos originarios consideraban que la autoridad especial estaba en la edad avanzada o venerable; a los ancianos los consideraban guardianes de la herencia de la comunidad, los que estarían dispuestos a desafiar a cualquier autoridad exterior, en defensa de la comunidad y del pueblo.

 

El Maestro Lombardo Toledano, precisa la situación que prevaleció en el siglo XVI …”Las bases históricas de la nación mexicana las establecieron los conquistadores, al imponer a las poblaciones aborígenes las instituciones que prevalecían en España, empeoradas para lograr mayores provechos: la propiedad privada de los instrumentos de la producción económica y las formas feudales y esclavistas para la explotación de las haciendas y de las minas; los servicios gratuitos para las obras públicas y multitud de contribuciones que exprimían al máximo el trabajo de los indígenas y estancaban el desarrollo material y social del país.”

 

“Los mexicanos y los latinoamericanos queremos construir una América nueva, que deje de ser la asociación de una metrópoli y de veinte colonias, y se convierta en una alianza de repúblicas soberanas e independientes, patrias definitivamente construidas, grandes, respetadas y respetables, habitadas por pueblos felices e independientes, que tengan acceso verdadero y fácil a los beneficios de la civilización y la cultura”.

 

Bibliografía

 

 Algunos datos fueron tomados del libro “Los Aztecas bajo el dominio español”, 1519-1810” de Charles Gibson. Siglo XXI América Nuestra.

 

Del Libro, El Estado y la Iglesia. del Maestro Vicente Lombardo Toledano.

 

Del libro México y América Latina: Quinientos años de Lucha editado por el CEFPS-VLT.

https://www.alainet.org/de/node/185702
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