De los 1 851 textos que anteceden al presente, es probable que éste resulte políticamente incorrecto, por ocuparse de una las abundantes rémoras existentes entre la ciudadanía y también en lo que llaman pueblo. Y esto no es una práctica periodística ordinaria.

Y no lo es porque lo predominante es observar a la ciudadanía y al pueblo como menores de edad y/o depositarios de las virtudes públicas y a los gobernantes –partidocracia incluida– y los poderes fácticos como poseedores de la ineficacia, la corrupción y mil características más, todas supuestamente ajenas a las mayorías.

El balance de enero a junio de 2017 del servicio telefónico de emergencia 911, que por primera ocasión brinda datos estadísticos a escala nacional por medio de la Secretaría de Gobernación, constituye una pésima fotografía de las conductas opuestas al civismo e incluso hasta a lo humanitario de una buena parte de los mexicanos que usaron el indispensable y valioso servicio con 61 millones 639 mil 418 llamadas de auxilio, de las cuales nueve de cada 10 resultaron falsas, es decir, el 89 por ciento. ¡Sólo el 11 por ciento fueron reales!

Usted y yo teníamos noción del uso abusivo, estúpido sin atenuantes, de las llamadas en falso que recibían en el pasado reciente otros servicios de emergencia como el 066, el Heroico Cuerpo de Bomberos y muchos más.

El primer reporte de la Secretaría que encabeza Miguel Ángel Osorio, incluye entre otros los siguientes datos: Las peticiones de auxilio al 911 se incrementaron este año 2.8 por ciento respecto de 2016, lo que consolida a este número “como la vía institucional para atender las emergencias”.

En el primer semestre de 2017 los telefonemas relacionados con seguridad fueron 4 millones 801 mil 732, los reportes de urgencias médicas sumaron 963 mil 262 y las llamadas por emergencias de protección civil fueron 461 mil 332.

Gobernación reportó que pese al apabullante y escandaloso porcentaje de llamadas en falso, el número de las verdaderas se incrementó 10.4 por ciento en el primer semestre de este año, al pasar de 6.1 millones en el mismo periodo de 2016 a 6.8 millones en 2017. Ante el exorbitante número de demandas falsas de auxilio, el gobierno hizo “un llamado a la población para hacer uso adecuado de ese número telefónico”.

Llamado que no atendieron ni siquiera los medios de comunicación en los que se anuncia el gobierno federal, pues estas notas no “venden” por lo que todos informaron en espacios demasiado secundarios sobre ésta que es una pésima e inaceptable conducta antisocial, aunque no se puede ignorar que los supuestos “chistosos” que llaman en falso lo pueden hacer varias veces como “diversión”, a costa no sólo de distraer el uso de los cuerpos de seguridad y médicos para las personas que realmente los necesitan y con urgencia, con lo que ponen en riesgo la vida de muchos mexicanos.

Que las llamadas fueran realizadas por menores de edad no es una atenuante para valorar en términos menos críticos esta suerte de “¡Me vale madre!” nacional, menos en una población como la capitalina que a partir de septiembre de 1985 es considerada como muy solidaria y generosa con vecinos y víctimas durante la tragedia que las autoridades fueron incapaces de reaccionar con oportunidad y eficacia.

Ni siquiera explican la miserable conducta las muy graves insuficiencias que padece el sistema educativo. La escuela como formadora de los menores tampoco porque los hábitos y valores se maman en el hogar, en la familia por diversa que ésta sea.

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