El escenario de las guerras encubiertas que vive Venezuela (I)
- Opinión
Sin duda, hemos podido observar como en estos últimos tiempos, ha habido un escalamiento terrible en el conflicto geopolítico entre Venezuela y los Estados Unidos. El modelo capitalista está quebrado y necesita, de manera desesperada, el acceso a los recursos minerales y energéticos que posee la República Bolivariana de Venezuela.
Es en ese sentido, ante la inminencia de la crisis capitalista mundial, y del desespero por parte del gobierno de los Estados Unidos en el acceso a los recursos económicos que Venezuela, y por ende, el resto de los países de la América del Sur, es que necesitan intervenir de manera directa sobre nuestros países para venir a saquearnos.
Pero esa intervención, o invasión como coloquialmente se plantea, no será por la vía armada militar tradicional (aunque tampoco podemos descartarla de plano), ya que eso es parte de la Guerra Convencional a la que se acostumbró al mundo durante un tiempo. Y como esa forma de guerra causó un impacto importante y rechazo en la opinión pública internacional, los Estados Unidos de Norteamérica tuvieron que replantearse otras maneras y formas para poder intervenir en nuestros países, y acabar con gobiernos que no se plieguen a sus intereses hegemónicos.
Por ello, las guerras planteadas en este siglo 21 no se dan de manera abierta, sino más bien encubierta. El sustento de las mismas no es través de los portaaviones trasladando aviones cazas bombarderos y gran despliegue de tropas. Ahora es a través de unidades élite, agentes especiales movilizados en pequeñas unidades trasladándose por agua, tierra y aire.
El general de brigada y actual secretario del Consejo de Defensa de la Nación (CODENA) Pascualino Angiolillo, nos ha documentado sobre las nuevas doctrinas y resoluciones legitimadoras de la intervención en contra de nuestros países. Una de esas teorías que nos menciona el general Angiolillo tiene que ver con la doctrina de los nenúfares, diseñada por los Estados Unidos de Norteamérica.
Esta estrategia, de acuerdo a la explicación que nos da este militar patriota venezolano, surgió a raíz de los documentos de Santa Fe, y es una arbitraria estrategia imperialista de intervención basada en la aproximación y proyección de sus fuerzas militares. A finales de la década del siglo pasado, la excusa en el marco de esta doctrina para “aproximar” estas fuerzas era la “lucha contra el narcotráfico”. En el marco de esta doctrina, esto permitió a los Estados Unidos a inundar de bases militares estadounidenses el espacio suramericano y caribeño, además de que sirvió esto de justificación para la reactivación de la Cuarta Flota para navegar en un teatro de operaciones que ellos consideran sobre un área de su interés e influencia.
Ahora, la excusa para esta modalidad o teoría de los nenúfares, en esa especie de “síndrome proteccionista” por parte de los Estados Unidos para “proteger” a nuestros países ahora son las catástrofes naturales que se pronostican en nuestro espacio suramericano y caribeño. Esta también fue una excusa para aproximar medios militares y civiles, sobre todo en áreas muy cercanas a los pasos interoceánicos de los espacios antes mencionados, o en donde, no por casualidad, tales “situaciones de riesgo” se pronostican en sectores cercanos a las grandes reservas de petróleo, minerales estratégicos, gas, agua, dulce y biodiversidad del planeta.
Ahora podemos entender, porque cuando la ocurrencia de la tragedia de Vargas, aquel 15 de diciembre de 1999, cuando los Estados Unidos ofreció al gobierno venezolano, en ese entonces dirigido por el Comandante inolvidable Hugo Chávez, ayuda para atender la tragedia a través de un portaaviones militar estadounidense, Hugo Chávez se negó a ello, al igual que al sobrevuelo de aviones de ese país para “luchar en contra del narcotráfico”.
Los estadounidenses denominan a esta doctrina de los nenúfares, ya que el término “nenúfar” o “lily pad” en inglés son “aquellas plantas acuáticas con flores que crecen en lagos, lagunas, charcas, pantanos o arroyos de corriente lenta, usualmente enraizadas en el fondo. Esas plantas son muy empleadas por las ranas como una forma de aproximación para cazar mejor sus presas.
Además de ello, casualmente el símbolo de estas unidades de agentes especiales usadas por los Estados Unidos para estas guerras encubiertas, son precisamente las ranas, de ahí la ejemplificación y que la doctrina se denomine de los “nenúfares”.
Nos recuerda el general Angiolillo Fernández que, mientras que el 7 de octubre de 2012 nosotros reelegíamos al Comandante Hugo Chávez para un nuevo período presidencial, en nuestro continente se daba la X Conferencia de Ministros de la Defensa de las Américas, del 8 al 10 de octubre en Punta del Este, República Oriental del Uruguay. Allí, la delegación estadounidense asistió en un avión tipo Boeing trayendo consigo a toda una comitiva “muy preocupada por los temas de defensa del hemisferio” (¿tendría esto que ver con una manera de contrarrestar la iniciativa de un Consejo de Defensa Suramericano planteado por el Comandante Chávez?), y en esa comitiva venían los siguientes personajes: León Panetta, que en aquel entonces fungía como Secretario de Defensa de EEUU y quien fuera director de la CIA en el gobierno de George W. Bush; Frank Mora, Sub Secretario de Defensa para el Hemisferio Ocidental; Douglas Fraser, General de la Fuerza Aérea y en ese entonces jefe del Comando Sur, y el general del cuerpo de marines John Kelly, además de la embajadora de Estados Unidos en el Uruguay, Julissa Reinoso.
En dicha reunión, y con poco disimulo, los estadounidenses plantearon como eje temático “los desastres naturales y la protección al medio ambiente y la biodiversidad” de nuestra rica, independiente y soberana región suramericana y caribeña.
Este panel de representantes del gobierno imperial, durante todas las fases de la reunión, manifestaba reiteradamente su interés en establecer “Bases adelantadas de atención rápida a las catástrofes naturales”, a las que sus expertos pronosticadores ubicaban con una pitonística y nostradámica precisión, en áreas de gran valor geoestratégico del espacio suramericano y caribeño. Ellos manifestaban que dichas plataformas aglutinarían a personal y equipos militares con elementos de protección civil, listos para reaccionar bajo la dirección de sus experimentados mandos. A mismo tiempo que se auto atribuían una “moral de experticia”, adquirida en su participación durante el pasado terremoto de Haití.
Como es bien sabido, la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, se constituye en el instrumento diplomático-operativo de la Junta Interamericana de Defensa, entidad que a su vez depende de la Organización de Estados Americanos (OEA). Esta Junta Interamericana de Defensa (JID), está compuesta por los siguientes órganos: El Consejo de Delegados; La Secretaría y el Colegio Interamericano de Defensa (CID). En este último centro educativo, en opinión del autor, es donde se diseñan las doctrinas y resoluciones legitimadoras de la injerencia y la intervención en el hemisferio.
A todas estas nuevas versiones de una renovada agenda injerencista, se le suma toda una operación mediática enmarcada dentro del conocido concepto de “Guerra de Cuarta Generación”, la cual, procura minar las bases de la cultura tradicional de los países suramericanos y caribeños y debilitar a sus movimientos populares de izquierda, por cuanto que, dicho modelo ideológico, se encuentra en franca contraposición al modelo capitalista que las potencias imperialistas defienden.
A todas estas, esto se suscitó cuando ocurre la recaída en la salud del Comandante Chávez, y pocos meses después su desaparición física. ¿Casualidad?
Pero estén pendientes y atentos, porque este tema apenas comienza.
Juan Martorano
Abogado, activista por los Derechos Humanos, militante revolucionario y de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas
http://juanmartorano.blogspot.com
http://juanmartorano.wordpress.com
@juanmartorano
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