Semana crucial para la oposición: ¿Irán o no irán a las elecciones presidenciales?

20/02/2018
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Había señalado en mi más reciente artículo, que escribiría sobre Henri Falcón, y tratar de desmontar esa imagen de “opción menos mala de la oposición”, cuando realmente su opción representa un verdadero peligro. Pero como señalé también en la anterior nota, los acontecimientos en el país están muy dinámicos y cambiantes, y eso obliga a ajustarse a los nuevos tiempos a la hora de formular apreciaciones y análisis.

 

Sin duda, no he titulado este artículo en vano, puesto que en mi criterio estamos en horas decisivas para el destino del país en las próximas horas, días, semanas, meses y hasta los próximos años. Inicio esta escritura recordando los 159 años del inicio de la Guerra Federal con Zamora al frente, y su grito de “Tierras y Hombres Libres; Elección Popular y Horror a la Oligarquía”; en ese contexto, se inicia la preventa de nuestra criptomoneda Petro (detalle este que a la víspera muy poco resaltada por el Sistema Bolivariano de Comunicación e Información) lo que sin duda pudiera generar el escalamiento del conflicto actual en Venezuela en el contexto de la Guerra No Convencional, y de allí la definición que debe tomar la derecha venezolana de su participación o no en los comicios presidenciales pautados para el mes de abril del presente año.

 

Sin duda, estamos en una semana crucial y de definiciones. La oposición venezolana está obligada por las circunstancias a definirse, y de hecho estimo que en las próximas horas harán pública su “hoja de ruta” sobre su participación o no en las elecciones presidenciales del 22 de abril. Esto porque el cronograma electoral avanza. Desde el día de ayer y hasta el sábado 24 de febrero, se ha aperturado el lapso para la constitución de los grupos de electores y electoras (que no son la misma figura de los partidos políticos) para postular candidatos o candidatas a la Presidencia de la República. El mismo sábado 24, en el marco de los ejercicios militares “Independencia 2018”, y hasta el lunes 26 de febrero, se inicia vía web, las postulaciones de las candidaturas presidenciales, y los días 27 y 28 de febrero, la formalización de esas postulaciones ante el Consejo Nacional Electoral.

 

Por lo emblemático de la fecha, y por ser el Día Nacional de los Derechos Humanos en Venezuela, a propósito de los 29 años de la conmemoración de “El Caracazo”, el candidato a la reelección a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela por el PSUV/GPP, Nicolás Maduro, debería acudir a formalizar su postulación el 27 de febrero, con una gran movilización popular, y entregando el Plan de la Patria adecuado a las nuevas circunstancias político-sociales del país para el sexenio 2019-2025.

 

Sin duda, uno de los escenarios planteados es el que sectores de la oposición venezolana no participen de estos comicios, cuyo fin sería tratar de deslegitimar el proceso electoral y propiciar la salida violenta del actual Primer Mandatario Nacional. No obstante, partidos como Un Nuevo Tiempo de Manuel Rosales y Avanzada Progresista de Henri Falcón (pre candidato presidencial) aún han pospuesto dentro del seno de la “alianza opositora”, si así se le puede llamar, su decisión de participar o no en la contienda electoral. El partido MAS, opositor al gobierno nacional pero desde hace rato fuera de lo que fue la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ha señalado que si se debe participar en las elecciones presidenciales de abril.

 

Sin embargo, muchos piensan, que Falcón si inscribirá su candidatura al igual que el pastor de la organización “El Evangelio Cambia”, Javier Bertucci, quien ha sido señalado por los “Panamá Papers” de utilizar paraísos fiscales, y que el pasado domingo en el estado Carabobo manifestó su intención de presentar su nombre para las elecciones de abril. Pero el detalle de estas candidaturas, aparentemente contrarias a la línea opositora dura y bajo un cariz democrático, pudiera ser que a pocos días, incluso horas de la realización de los comicios, retirarse, con la finalidad de sumarse a los planes injerencistas que impulsa Estados Unidos en contra de Venezuela.

 

Cabe destacar también, que el partido con mayores opciones de la oposición, Acción Democrática, habría decidido no participar en los comicios presidenciales de abril. La razón fundamental serían los acuerdos a los que se habrían llegado en un conjunto de reuniones que realizan factores de la oposición de cara a su decisión de participar o no en estas elecciones, y a las presiones que habría recibido AD a fin de que se sumen al boicot electoral, precipitando una crisis de gobernabilidad en el país cuyo desenlace sea un cambio de gobierno.

 

Asimismo, las recientes declaraciones de Lilian Tintori, activista de Derechos Humanos y esposa del dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López, en las que señala que “todo candidato o candidata que se postule para estos comicios presidenciales, sería “madurista”, contribuyen a aumentar las presiones para la no participación de la oposición en esta contienda democrática. Tal estrategia apunta a presionar a factores democráticos que se encuentran en el seno de la oposición venezolana, sumándolos al boicot y sabotaje electoral, y en coordinación con las acciones impulsadas por organismos y grupos internacionales, uno de ellos el Grupo de Lima, por ejemplo, propiciar las condiciones para el derrocamiento del gobierno encabezado por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros.

 

Este formato no es nada nuevo, ya que la oposición lo aplicó en el año 2005 con su retiro de las elecciones parlamentarias de ese año, entregando totalmente el control del Poder Legislativo Nacional en manos del chavismo. Pero esta no fue una invención genuina y auténtica de la derecha venezolana, ya que tal táctica fue empleada en su momento por el entonces candidato presidencial y ex presidente Alejandro Toledo en los comicios celebrados en Perú en el año 2000, cuando el entonces presidente Alberto Fujimori resultó reelecto por segunda ocasión (tercera elección como presidente), por el período 2000-2005, y cuando se iba a celebrar la segunda vuelta, Toledo, alegando las mismas razones de la oposición venezolana, las cuales eran de que no existían garantías de transparencia y, por ende, tildar dicho proceso electoral como fraudulento, procedió a retirarse del mismo. Luego de la segunda reelección de Fujimori, y más allá de las condenas de la OEA por este proceso electoral, posteriormente reventó el caso de los sobornos Vladimiro Montesinos, jefe de los servicios de seguridad e inteligencia del gobierno peruano en aquel entonces. A las pocas semanas huía Fujimori a Japón, presentando su renuncia como Presidente del Perú, y lo demás es historia.

 

Resultaría verdaderamente lamentable para la democracia venezolana, pero sobre todo, para la oposición democrática que hay en Venezuela, que decidan no acudir a las elecciones de abril de 2018. El detalle no está en si ellos deciden o no participar, ya que el chavismo no puede ni debe organizar a la oposición ni mucho menos resolver sus problemas internos. Ellos verán como salen del atolladero en el que se encuentran metidos.

 

Pero lo que no podemos olvidar, es que vamos a un proceso electoral presidencial no convencional. Y que acá no nos estamos enfrentando a un candidato X o a una candidata Y, sino al país con el gobierno manejado por el complejo tecnológico militar industrial más formidable sobre la faz de la tierra, con una terrible crisis económica, y que para poder salir de ella, necesita de nuestros recursos naturales, de nuestra biodiversidad, de nuestros recursos energéticos, y por eso nos han declarado objetivo militar.

 

Lo preocupante no es que la oposición se retire de las elecciones, ya que ese sería su problema, perderían por forfeit y cometerían uno de los peores errores políticos que dirigencia política alguna haya cometido en país del mundo. Lo preocupante si es la reactivación de la agenda violenta y de actividades subversivas, todo ello en el marco de generar uno o varios detonantes de hechos desencadenantes que propicien la salida violenta de Nicolás Maduro del poder, bien a través de un Golpe de Estado, de una guerra civil, de una invasión militar extranjera liderada por Estados Unidos, o la combinación de todos los supuestos anteriores.

 

Para muestra un botón: El servicio Metro de Caracas, en menos de un mes, ha sido paralizado no menos de cuatro veces, y dos en menos de un día. Eso sin contar con ataques a servicios esenciales como por ejemplo las plataformas tecnológicas del principal banco del país: El Banco de Venezuela.

 

Estaríamos hablando de la activación de una fase terrorista en contra del país, y la respuesta nuestra, creo que es muy lenta, y no me refiero solamente a nuestros cuerpos de seguridad, sino a nuestro pueblo todo, porque pareciera que no hay conciencia cierta de los peligros y las amenazas que se ciernen sobre la República en estos momentos. Y me resisto a creer que empecemos a ver la violencia como algo natural de nuestra sociedad de hoy en día.

 

Y con estas acciones de sabotajes y ataques a servicios esenciales para la población, y que sin duda arreciarán a medida que nos acerquemos a la fecha de las elecciones, pudiera venir una fase aún más peligrosa, y que no es más que la reactivación de los asesinatos selectivos sobre cuadros medios y bajos políticos y sociales de las bases que respaldan a la Revolución Bolivariana. Estamos obligados a cuidarnos todos y todas y los cuerpos de seguridad deben adoptar las medidas al respecto.

 

Sería lamentable que todo esto se concretara, porque al igual que el Gigante Chávez, estoy convencido que la salida a los problemas de Venezuela debe darse en el marco de la política, del debate, de la discusión, de lo electoral, no de las armas ni de la muerte. Pero, no es menos cierto también que además de la terrible crisis de valores, hay una crisis de liderazgo en el país, y esto debemos asumirlo con la crudeza que ello implica.

 

El Presidente de la República y candidato a la reelección Nicolás Maduro, no debería perder tanto tiempo y minutos que tiene ante los medios de comunicación promoviendo las candidaturas de Henry Ramos Allup o de Henri Falcón o de cualquier otra de las opciones de la derecha. Que la oposición misma defina sus candidatos (si es que van a competir en elecciones) y se organicen para definir sus líderes y su organización, y no que el chavismo le haga la tarea. No puede olvidar Maduro, aunque obrero y hombre humilde que sin duda es y se le reconoce, que es Jefe de Estado y estandarte del legado de Hugo Chávez, no un “guapetón de barrio”. Debe darle altura al debate político, y no rebajarse como en ocasiones lo hace, poniéndose al nivel de esa derecha estúpida que hoy tenemos. Tiene los elementos para estar por encima de ellos, porque estuvo al lado del Gigante Hugo Chávez. Si se mantiene con ese mismo estilo, le estará dando la razón al periodista Miguel Salazar, cuando insinúa que “Maduro escogió a Falcón como su sucesor”.

 

Me preocupa sobremanera que la política comunicacional del gobierno, pero sobre todo, de la Revolución no se esté enfocando en los temas en los que debería priorizar su atención. A veces dedicamos mucho tiempo a temas retóricos y banales, donde no se hace prognosis (Chávez la tenía y en demasía) y muy poco a tratar las formas de cómo solucionar y atender las actuales penurias por las que está pasando el pueblo de a pie.

 

Me preocupa que a través del Sistema Bolivariano de Comunicación e Información, se pierde mucho tiempo en banalidades y superficialidades, nuestro discurso se está volviendo panfletario y retórico, vacío de contenido político y mucho menos ideológico, pero sobre todo de significado y en sintonía de lo que es verdaderamente importante para nuestro pueblo.

 

Ante las penurias y tremendas dificultades por las que pasa el pueblo, cabe preguntarse: ¿Dónde está la dirigencia revolucionaria, ministros, ministras, presidentes de institutos públicos, servidores públicos y servidoras públicas acompañando al pueblo, comiendo con el pueblo, y sufriendo lo mismo que sufre el pueblo de a pie? En la Cuba del período especial, Fidel siempre iba a cualquier barrio o comunidad a comer lo mismo que comía el pueblo, a compartir sus dolores y pesares, a explicar la situación, a dar la cara. Se dedicaban horas de programas para explicar el cómo hacer ciertas cosas y como resolver ciertos y determinados problemas y situaciones. Esa sería una experiencia a replicar en nuestros medios que se dicen revolucionarios, y que en este momento no se está haciendo.

 

A veces nuestro candidato a la reelección Nicolás Maduro habla como que si no fuésemos gobierno, y eso es un tremendo error, y creo que sus asesores le están haciendo un terrible daño en ese sentido. Como candidato a la reelección y Presidente de la República, que no dudo en reconocer los esfuerzos que hace, pero debería enfocar su estrategia a la reelección en hacer mayor énfasis en la gestión gubernamental, esa será su mejor campaña y su mejor carta para la reelección y para remoralizar a las bases del chavismo, sobre todo para derrotar no a los candidatos de la derecha, los cuales muy probablemente no participen como ya lo hemos señalado, sino a la abstención que se está promoviendo, y a deslegitimar el modelo político revolucionario que defendemos.

 

No dudo de que tenemos que remoralizar y motivar a muchos compatriotas y camaradas que están muy descontentos con errores que hemos cometido como Gobierno. Pero pienso que no es con edulcorar los problemas o mirando para otro lado como motivaremos el ejercicio del voto. Hay que mostrar entusiasmo, alegría, y disposición, estoy de acuerdo con ello. Pero al pueblo venezolano hay que hablarle con la verdad, y la verdad es que debemos prepararnos porque vendrán tiempos duros de combate.

 

Afortunadamente, la dirigencia de la oposición venezolana ha sido muy torpe y no ha estado a la altura de sus seguidores y seguidoras. Eso nos da tiempo y margen de maniobra. Sin embargo, no olvidemos que realmente no nos enfrentamos a ellos, sino a la corporatocracia mundial y al gobierno imperial estadounidense.

 

Debemos apurarnos porque el tiempo apremia, y como lo decía Alí Primera, a quien recordamos por estos días los 33 años de su siembra. Mientras más nos tardemos en hacer la Revolución, más difícil será.

 

Juan Martorano

Abogado, activista por los Derechos Humanos, militante revolucionario y de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas

http://juanmartorano.blogspot.com

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jmartoranoster@gmail.com

 @juanmartorano

 

 

 

 

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