Las TICs: Neoliberalismo o soberanía del pensamiento

20/03/2018
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De las diez mayores empresas del mundo, siete están relacionadas con tecnologías de la información y las comunicaciones. Los señores del bit (unidad mínima de información digital) han creado la convergencia de las telecomunicaciones y la informática. Son los nuevos señores del poder del tecno capitalismo.

 

Basado en la tecno ciencia y el poder financiero, el neoliberalismo toma por objeto la vida, a la que controla y disciplina llegando a todas las instancias de intimidad a través de los medios de comunicación concentrados, las telecomunicaciones y los smarphone (celulares con APP de software).

 

Esta es la base de una crisis profunda de las democracias. La democracia como sistema participativo en la defensa de los derechos ciudadanos no es compatible con el modo de vida smartcity neoliberal.

 

Las elecciones del 2015 y las siguientes en nuestra Argentina, son un ejemplo de cuánto se ha deteriorado la democracia. Los medios de comunicación orientan comunidades de ciudadanos zombis sin palabra y sin pensamiento propio. El tecno capitalismo convierte la Política en tecno política y el poder financiero orienta la economía a los sectores concentrados del poder.

 

¿Qué pueden tener en común la AfD (Alternativa para Alemania), el presidente de Filipinas Rodrigo Duterte, el presidente argentino Mauricio Macri, el primer ministro indio Narendra Modi, el Partido Nacional Escocés y el presidente estadounidense Donald Trump? Todos basaron sus campañas electorales en los consejos de Mark Zuckerberg. La realidad es que Facebook no es un simple espectador en materia de política. Lo que no dice Zuckerberg es que su compañía colabora activamente con partidos y dirigentes, incluyendo a los que utilizan esa plataforma para contrarrestar la oposición –a veces con ayuda de numerosos troles que propagan información falseada («fake news») e ideologías extremistas [1].

 

Los partidos políticos operados por el sistema financiero se han convertido en empresas que compiten en el mercado de votantes, los seducen con el marketing político que luego capitalizan en urnas electrónicas o digitales.

 

Los medios actuales que se caracterizan por el predominio de las imágenes manipulan y producen una subjetividad calculada. Las imágenes nunca son inocentes, siempre comunican y son organizadoras de la identidad. El poder neoliberal despolitiza lo social mediante la delimitación de los marcos de las imágenes, el encuadre que establece los límites entre aquello que permanece dentro y fuera, buscando imponer una moral y una estética que apuntan a uniformar los modos de goce[2]. ¿Cuantos bolsos repletos de dólares vimos tirar, cuantos ex funcionarios vimos ir presos solo por presunción?

 

En estas comunidades digitales, el valor económico lo generan los propios usuarios ciudadanos, en la medida que sean millones de ciudadanos que contemplan un partido de fútbol o un atentado como el del 11 de septiembre o los bolsos de Lopez en el convento de las “verdades”. Eso genera un valor incalculable, y lo previeron los que sabían cómo aquellas repetidas imágenes del corrupto funcionario revoleando bolsos llenos de dólares, impactarían (marcarían) a su vez en las mentes de miles de millones de personas.

 

El consumo de la información y el uso de dispositivos informáticos son algo productivo si son masivos, si produce riqueza y genera valor económico y valor de consumo. Por lo tanto, la producción de riqueza en la economía del tecno capitalismo la producen los usuarios, los ciudadanos conectados que consumimos el contenido que se distribuye y que orienta nuestras opiniones y marcan nuestros pensamientos.

 

En la Edad Media, los que tenían el control de la tierra tenía el poder. Luego el poder cambio a manos de los dueños de los medios de producción. En el siglo XXI, los que controlaran el bit y la nube, internet y las redes de telecomunicaciones son los nuevos dueños del poder.

 

Alcanza con mirar las diez empresas con mayor capitalización en bolsa para saber que siete son del sector de tecnologías de la información y la comunicación. Hace 20 años eran las empresas petroleras, industriales, de automóviles. Amazon, Google, Facebook y Twitter no existían. Los señores del bit han tenido sus batallas, sus conflictos y evoluciones, pero lo fundamental fue concentrar el poder en los “startups” del Silicon Valley.

 

El Silicon Valley ubicada en la zona sur del de la Bahía de San Francisco, en el norte de California, Estados Unidos es el lugar de referencia mundial de los negocios en alta tecnología. Algunas de las empresas allí residentes Adobe Systems , AMD, Apple Inc., Cadence Design Systems, Cisco Systems, Ebay, Electronic Arts, Google, Hewlett-Packard, Intel, | Microchip Technology Inc., National Semiconductor, Network Appliance, Nimsoft, Oracle Corporation , Sun Microsystems, Symantec, Yahoo!, Informatica Corporation y Tesla Motors representan el modelo exitoso de la tecno ciencia que configura el presente y futuro de las comunidades digitales.

 

El modelo de la innovación que han producido en el SV, es la distancia de fabricar los chips de silicio a los nuevos modelos de negocios stratups (donde hay una necesidad hay una oportunidad de negocios) basadas en plataformas de software que trabajan sobre la tecnología desarrollada previamente disponible en la redes de telecomunicaciones y los data centers globales.

 

La red es una oportunidad de negocios Uber o Airbnb conforman una red de recursos mundiales conformada por ciudadanos, generalmente desocupados u ocupados parcialmente, que aportan su auto o vivienda para obtener una renta transitoria. Los nuevos emprendedores del neoliberalismo sin un Estado que les garantice aquello de “donde hay una necesidad hay un derecho”. En el estado privado formado por las corporaciones de las TICs los empleos destacados son para los para los diseñadores de software, para los que controlan la seguridad y administran la red y los certificados por las universidades de la tecno ciencia. Las personas que no pertenece al “core” del negocio tendrá un pago puntual por haber hecho tal trabajo, como creativo o modificando una fotografía o realizando un contrato comercial o sumando su automóvil a la flota o poniendo en catalogo su vivienda. Este modelo marca las mentes de los que se sueñan emprendedores.

 

La experiencia de algunas ciudades va despertando del sueño innovador. “La mayoría de las principales ciudades tienen un servicio de taxi regulado desde hace mucho tiempo, lo que limita el número de taxis con licencia y exige un estricto cumplimiento de las normas de seguridad y de cobertura de seguros. Uber y Lyft, las principales plataformas de servicio de transporte en línea o “empresas de redes de transporte”, han logrado eludir esas leyes y multiplicar la cantidad de coches en las calles. Bhairavi Desai, directora ejecutiva de la Alianza de Trabajadores del Taxi de Nueva York, un sindicato sin fines de lucro con más de 19.000 miembros, declaró en una entrevista para Democracy Now!: “Antes solía haber solo unos 13.000 taxis amarillos y otros 40.000 de otras compañías y coches negros, en total. Ahora hay más de 130.000. Nadie puede ganarse la vida así”.[3]

 

 Crearon una nueva dependencia. Cualquier ciudadano usuario de un software (aplicación) o una red social llega a un momento clave que es el del “acepto”. Uno acepta o no. Si no lo haces no accedes a las redes sociales, y quedas excluido de ese ámbito social, de ese ámbito ciudadano, te quedas sin nada [4]. Y si aceptas, has firmado un contrato donde aceptas todas las condiciones que te impone el señor del bit y que nadie lee. Eso es lo más parecido a un poder feudal. El origen de sometimiento en la relación es total. Uno pertenece entonces al señor feudal, depende de él, se tiene que atener a sus normas, tiene que actualizar continuamente sus productos. Somos súbditos de estas grandes empresas, somos súbditos de los señores del bit. Pagamos con distintas monedas el estar conectados.

 

El creciente acceso a Internet no es garantía de democracia. Los ciudadanos que pagamos ($, U$S, etc.) y accedemos a los contenidos en Internet, en ningún momento deliberamos o votamos el gobierno de la red. Lo que sí sucede, es que el mayor acceso a internet produce mayor valor. Los conectados dejan sus datos en aplicaciones de las ciudades digitales, estos datos tienen valor comercial y permiten estructurar negocios como resultado del análisis de los datos suministrados, el Big Data personalizado. No solo se trata de vender y continuar vendiendo, la trazabilidad de bit permite aproximarse a cada ciudadano este donde este.

 

No se trata de negar las TICs, hace muchos años que vivo de estas herramientas. Solo que en este presente veo que perdimos el control del joystick. Somos los usuarios ciudadanos los que animamos el video juego que juegan con nosotros. Nuestras vidas están en clave digital, solo que es unidireccional, solo consumimos.

 

Podemos hacernos cargo los ciudadanos (usuarios) y recuperar la soberanía de nuestras propias ideas. Exigir a los estados, sus gobiernos y a “los dueños de los bits” regulación en defensa y cuidado de nuestros derechos.

 

Experiencias como la del Estado francés en regulación de internet y cuidado de las libertades ciudadanas muestra una contradicción posible en el neoliberalismo central. Desde la Comisión Nacional de la Informática y las libertades, CNIL por sus siglas en francés que significan Commission nationale de l’informatique et des libertés, buscan proteger a los ciudadanos de otro de los grandes riesgos detectados de la vida virtual: el derecho al resguardo del habeas data individual que a diario arrojamos a través de las computadoras en la red. Regulaciones como el “derecho al olvido” donde se reconoce la prerrogativa de las personas a solicitar que sus datos sean borrados del internet. Entonces y pese que algunos defensores del derecho a la información se nieguen a ello, cada quien puede solicitar de los prestadores de servicios informáticos la supresión, bloqueo o desindexación de información que se considera cierta pero obsoleta o no relevante por el transcurso del tiempo. Este instrumento considera ilegal el intercambio de datos que, automáticamente, hacen dos titanes de las redes sociales: Facebook y Whatsapp. [5]

 

 El problema se origina en el 2014 cuando Whatsapp fue comprada por Facebook y en 2016 cambiara las condiciones de servicio indicando que las conversaciones allí mantenidas serían transmitidas a la corporación madre que las usaría para publicidad, seguridad y mejora de los servicios prestados.

 

Ser conscientes de las comunidades digitales que habitamos, que podemos desenchufar o quitar la pila del dispositivo que nos conecta a formar parte del ejército de zombis de los señores del bit nos restituye humanidad.

 

Es una lucha por la soberanía del pensamiento y palabra. Es una lucha política.

 

Marzo de 2018

 

Fuentes

 

[1] Un equipo secreto de Facebook manipula las opiniones del público, http://www.voltairenet.org/article199215.html

 

[2] Colonización de la subjetividad Nora Merlin.

 

[3] Uber y Lyft conducen a los choferes a la pobreza y la desesperanza.

Amy Goodman, Denis Moynihan https://www.alainet.org/es/articulo/190971

 

[4]El tercer entorno. Javier Echeverría.

www.uv.es/~econinfo/consupro/3e.htm

 

[5] https://www.cnil.fr/fr/transmission-de-donnees-de-whatsapp-facebook-mise...

 

 

https://www.alainet.org/de/node/191725?language=en
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