El nuevo campeón suizo frente al desafío de la integración
- Información
- Iniciativa contra el racismo
- Escenario de un film contra la homofobia
Rompiendo con el maleficio de 32 años de sequía total, Young Boys (YB, “ibé”), conquistó el último fin de semana de abril el campeonato suizo de fútbol a cuatro jornadas de su formal clausura. Un agónico segundo gol en el minuto 89 ante su rival Lucerna – 2 a 1 resultado final-, abrió las puertas del festejo del 12do título de su historia. El club de Berna sostiene activamente desde hace veinte años el combate contra el racismo.
El nuevo “Estadio de Suiza”, emplazado en el mismo lugar del antiguo “Wankdorf”, -que albergó la final del Mundial de 1954 con la victoria alemana por 3 a 2 frente a Hungría-, explotó de júbilo que se extendió luego hasta el domingo a la mañana en toda la capital helvética. 31 mil espectadores junto a otros tantos miles de capitalinos festejaron durante horas el sueño pospuesto durante tres décadas y que decreta el fin de la supremacía futbolera ininterrumpida durante los últimos ocho años de su principal rival, el club Basilea.
Integración y multiculturalidad
Doce de los dieciocho jugadores inscritos para el partido donde YB se acaba de coronar son extranjeros o cuentan con doble nacionalidad, es decir la suiza y otra. Y de ellos, la gran mayoría, tienen raíces o pasaportes africanos y son negros.
Goles son amores, dice el dicho popular. En la temporada completa, 14 pertenecen al francés de tez cobriza Guillaume Hoarau, nacido en la índica Isla de la Reunión, antigua estrella del Paris Saint Germain y hoy ídolo de la afición bernesa por su efectividad y su dedicación complementaria a la música popular. 12 son obra del marfileño Roger Assalé, que con apenas 24 años es ya uno de los jugadores más famosos de Costa de Marfil. Y otros 12, del joven internacional camerunés Jean-Pierre Nsame, -que cuenta también con la nacionalidad francesa-, autor del “gol del campeonato”, el sábado 28 de abril, a un minuto del silbato final.
Si adelante la presencia africana fue decisiva para esta coronación bernesa, en la defensa y el medio, no deja de ser menos importante. El ghanés Kassim Adams Nuhu de apenas 22 años es uno de los cerrojos centrales. En el lateral derecho, Kevin Mbabu, suizo originario de la República Democrática del Congo, se convirtió en una de las atracciones principales del equipo. El marfileño Sékou Sanogo, dirige el medio centro, y el internacional camerunés Nicolas Moumi Ngamaleu, quien entrara en el segundo tiempo, destella con apenas 23 años como medio ofensivo.
Entre los suplentes de la última jornada, los defensores Gregory Kwesi Wüthrich, suizo de origen ghanés, y Jordan Lotomba -helvético, congolés, angolano-, completan un plantel fuertemente marcado por el color de piel negro o mestizo, por el estilo de juego intuitivo y ofensivo, y por el destaque atlético propio del continente africano.
Guillaume Hoarau. Foto: Sergio Ferrari
El cuarto principal atacante “bernés”, un zurdo de técnica incomparable, es el serbio Miralem Sulejmani, con once goles e incontables asistencias. Completando la larga lista de extranjeros, el austríaco Thorsten Schick y el arquero suplente temporal, el francés Alexandre Letellier.
Amplia presencia internacional que no resulta una casualidad para un club que desde 1998 promueve activamente la lucha contra la xenofobia. La asociación “Halbzeit” (“Entretiempo”), muy activa en el medio deportivo y cultural, creada por personalidades de primer nivel ligadas a YB y sus iniciativas “Juntos contra el Racismo” constituyen ya una realidad entre la hinchada y en la opinión pública helvética.
Amplitud socio-cultural que va más allá de la migración y toca otras temáticas de gran actualidad. YB ha puesto a disposición no solo sus colores sino su estadio para la producción del film “Mario” que acaba de ser estrenado en las salas nacionales y que trata sobre la homosexualidad de dos jugadores de fútbol confrontados a la encrucijada profunda entre sentimientos y éxito deportivo.
Trampolín hacia las grandes ligas…
La victoria de YB se da en un momento de pleno ascenso del fútbol en este país alpino. Suiza, apenas atrás de Argentina, ocupa el sexto lugar de la clasificación FIFA, delante de potencias como Francia y España. Clasificada brillantemente para el Mundial de Rusia, fue co-organizadora del europeo del 2008, -junto con Austria- fungiendo el Wankdorf de Young Boys, en esa ocasión, como una de las sedes.
Remontada deportiva que se explica, en parte, por la presencia revitalizadora de numerosos jugadores extranjeros, en particular africanos, en la liga helvética. Así como por la gran cantidad de inmigrantes, incluso refugiados nacionalizados, que hacen parte de la selección nacional helvética. Sin subestimar las consecuentes políticas de formación, de abajo hacia arriba, que promueve la mayoría de los clubes de barrios, ligas asociativas y los equipos que compiten a nivel regional o nacional.
No sorprende que el astro egipcio del Liverpool, Mohamed Salah, uno de los mejores jugadores actuales en el Viejo Mundo, brillara en el club suizo de Basilea (2012-2014), desde donde se proyectó hacia la liga inglesa, pasando previamente por la Fiorentina y la Roma.
Suiza, se ha convertido así en una puerta de entrada privilegiada de talentos internacionales, especialmente de países del Sur. En escenario de una acelerada integración multicultural en lo deportivo de punta. Y en tránsito predilecto de jugosas transacciones deportivo-financieras, que facilitan que jóvenes con grandes aptitudes deportivas que llegan al país se potencialicen en pocos años -e incluso a veces en pocos meses- para alimentar los principales clubes europeos de los cuales, todavía, el fútbol helvético se ubica bastante por detrás.
Apenas unas horas después del gran festejo de su campeonato, YB aparece ya en las especulaciones financieras de la gran prensa suiza. El periódico SonntagsBlick del domingo 29 de abril especula que cinco de las estrellas bernesas, todas de color, podrían engrosar en las próximas horas el mercado internacional de pases, con un valor de mercado total oscilante en los 55 millones de dólares.
Finanzas, multiculturalidad, inmigración integradora, lucha contra el racismo…Lógicas confundidas con fútbol como pasión detrás de un título pendiente desde hace 32 años.
Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza
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