La reacción de Martí Batres, presidente de la Cámara de Senadores, ante lo que Andrea Becerril (La Jornada, 8-IX-18) denomina “alud de cuestionamientos en redes sociales” –agrego a los medios impresos, electrónicos y digitales--, por la muy desaseada forma en que se otorgó licencia en segunda votación –corregida y aumentada respecto a la realizada dos horas antes– a Manuel Velasco para que abandone su escaño hasta diciembre y regrese a Tuxtla Gutiérrez a ejercer como gobernador sustituto (¡de sí mismo!) en Chiapas, me parece alentadora, significativa, sólo que como es costumbre resultó una nota pérdida en el mar de información y comentarios sobre otros temas que, probablemente, tienen más importancia, pero sobre todo venden más entre los lectores y las audiencias. Y de eso se trata el negocio de la información y el comentario.

Para Batres Guadarrama se debe mejorar el trabajo en el Senado, cuidar procedimientos y atender las críticas de la sociedad, pues lee bien que son “tiempos políticos nuevos y la expectativa de los mexicanos es muy alta”.

Sin tales expectativas sería impensable la reacción crítica de comentaristas y usuarios de las “benditas” redes sociales que, supongo, lo son para el presidente electo tanto ahora que no le favorecieron como cuando lo apoyaron en forma decisiva para que el primer domingo de julio más que duplicara la votación de sus adversarios en la puja por la codiciada silla presidencial: 30.1 millones de votos para Andrés Manuel López Obrador frente a 24.9 millones para Ricardo Anaya –quien sigue sin dar la cara para rendir cuentas a los electores–, José Meade y Jaime Rodríguez, el afamado Bronco que terminó en desafortunado bufón, pero con la fortuna que exhibió durante la campaña.

Simple pero significativa la fórmula del legislador que plantea: “Hay que corregir lo que se tenga que corregir y mejorar las formas y contenidos”.

Cierto es que la sesión del martes 4 en la que se votó la licencia a Velasco Coello, fue rica en iniciativas y consensos alrededor de temas importantes como la seguridad social, la diversidad sexual, la educación superior, los impuestos en la frontera norte, así como el plan de austeridad para el Senado, pero como era previsible y no queda claro si lo previó Ricardo Monreal, pues de lo contrario no sabe medir bien las consecuencias de sus decisiones y actos como coordinador parlamentario de Morena, como lo demostró al ponerse a jugar a las vencidas con AMLO por la candidatura de Morena a jefe de Gobierno de la capital frente a Claudia Sheinbaum y Martí Batres.

Antes de cerrar la sesión del jueves 6, Batres dijo a los senadores que la atención que ha puesto la sociedad a las discusiones en el Senado muestra la elevada expectativa que se tiene del cambio político en el país. “De ese tamaño es la expectativa ciudadana”.

Justo por la anterior razón, valoré como fallido el debut de Morena en las dos cámaras, sin ponderar las importantes iniciativas presentadas porque los “errores”, dicho con generosidad, son auténticos desatinos de cálculo político por una alianza con el Partido Verde que saldrá costosa en términos políticos a Morena y AMLO. De otra manera no se explica que Obrador eluda hablar del tema con el “corazoncitos” dirigido a varias colegas.

Mientras, legisladores de los partidos de oposición en el Senado retoman como iniciativas de ley planteamientos centrales presentados por López Obrador durante la campaña presidencial, incluso el Convenio 189 de la OIT que como gobierno el Revolucionario Institucional rechazó durante años y ahora lo abandera.

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