Cien días que parecen siete

16/11/2018
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Recién ganaba las elecciones el presidente Duque, hace 144 días, y la alegría de más de medio país se soportaba en la experiencia que su hombre artífice de todo, el Presidente eterno, le significaba a un pueblo que optó por la continuidad de un modelo, incluso por profundizar las estrategias que el sistema ha tenido en las últimas tres décadas, a las cuales ni Santos, ni Uribe, ni los anteriores fueron menos, un solo sistema, un modelo, que se reconoce neoliberal, con orgullo de derecha.

 

Comenzó a Gobernar desde el día siguiente. Aspecto que no está mal. Gobernar un país como Colombia es un asunto serio, en especial cuando se creó la imagen, en la que aún se insiste, de un país en crisis. Se posesionó hace 100 días, un número mágico, como el siete, o como todos, pero que en materia de gobierno se constituye en un umbral para saber los caminos que el país va a tomar.

 

No ha sido fácil, lo primero que mando fue una imagen de no permitir las mermeladas, pero asignó milimétricamente los altos puestos a quienes de verdad posibilitaron su ascenso al poder: los gremios, los grandes conglomerados económicos, quienes han repartido sus fichas para hacer del Gobierno una instancia corporativa más. No obstante, la política prima aun, el gran líder del Centro Democrático quedó con alfiles en cuatro ministerios claves, y algunos partidos, eso sí, se quedaron sin los pretendidos puestos. Esas cuentas de cobro se pasarán en el camino, so pena que antes esto se neutralice y esto suele hacerse con mermelada o con lentejas, como es nuestra tradición.

 

Así es que estos 100 días después de la posesión han sido paradójicos, incluso los 44 de antes. Los ministros designados y en funciones se han comportado con agenda propia. Han logrado incluso molestar al Centro Democrático y a los mismos gremios. Esto no lo entiende ni ellos mismos, son poder, son gobierno, pero pasa el tiempo y aún no lo comprenden. Ese es el tamaño de su incomprensión. Uno tendería a pensar que allí hay estrategias, que se juega al policía malo y al policía bueno, que Uribe siempre aparece como salvador, en fin, cualquier relación de las muchas posibles en este tiempo. Lo que sí parece cierto es que todo y nada es verdad, se trata solo de procesos desacertados, de salidas en falso y de no tener estrategias claras, tal y como fue el programa de gobierno del actual presidente Duque.

 

Se va a cambiar todo, lo aseveraron y aún lo hacen, probablemente para que todo siga igual. Se opusieron a los acuerdos firmados, algunos militantes aún insisten en que se ganó con el NO y que eso se debe respetar, pero cada vez los ruidos e insultos en el Congreso se bajan e incluso ya se sientan a ponerse de acuerdo en las normas a promover. Mientras en las galerías o las redes, se rasgan las vestiduras, en los recintos gubernamentales se plantean acuerdos y mecanismos para continuar. Ya es hora, después de todo este tiempo, que le bajen a los tonos incendiarios y se dediquen a gobernar, con los aliados y de frente al país y a la oposición, la misma que hicieron vehementemente durante ocho años.

 

En materia económica los desaciertos han sido por montones. Han sacado de casillas a los más moderados analistas en el país. La base de todos los cambios es la Ley de financiamiento, léase reforma tributaria, y con ella a disminuirle los impuestos a las empresas, a mantener baja la tributación a los dividendos y a volver sobre los beneficios tributarios como mecanismo de promoción empresarial en especial a las grandes empresas con capacidad de realizar grandes inversiones en el período (cerca de 1.5 billones de pesos) y con una exigencia mínima de creación de 50 puestos de trabajo. La promoción a la economía naranja es solo un juego de niños, algo con lo que el presidente se entretiene, goza con ello como si fuera uno más de los siete enanos, servirá sin duda para fortalecer lo que ya en el país se ha venido dando en la materia y un buen aliciente a emprendimientos, pero de allí a que sea lo que el país requiere en materia de reconversión productiva, hay demasiada distancia.

 

Para poder tapar el hueco que van a dejar estas disminuciones y exenciones, pues la estrategia más sencilla es la ampliación del IVA, a todas luces nefasta y contradictoria con la idea de crecimiento y revitalización de la economía. Se ha planteado la devolución al 30% más pobre, el mismo que no es claro cómo se va a realizar ya que si bien existen la formas de hacerlo, esta población ni está identificada, tampoco bancarizada y sus transacciones son en efectivo y por montos muy bajos.

 

Todo esto es el intento de materializar lo que se en el pasado se pretendió. En tiempos de Uribe, donde Carrasquilla también jugaba como titular, y bajo la creencia conservadora que es la disminución de los impuestos a las empresas la que hará crecer la economía y generar nuevos puestos de trabajo. La misma idea con la cual se hicieron reformas a los regímenes de protección social o al trabajo, también las reformas tributarias que cada dos años hacen su recorrido por el Congreso.

 

Así que probablemente se realice la ley de financiamiento, con algunos ajustes que las bancadas harán para llevarse pequeñas victorias y poder mostrar a los electores de cara a las elecciones locales. Se hará con el chantaje que faltan 14 billones para inversión social, y si no se hace la pagaran los más pobres ya que se deberán recortar subsidios y demás programas sociales. Pues bien por ambos lados son los más pobres quienes la pagarán, parte de ellos salieron masivamente a votar por el hoy presidente con la esperanza de un mejor porvenir, o lo que puede ser peor aún, con el miedo a algo desconocido que se lo asimilaban con la tragedia que hoy vive el pueblo venezolano.

 

También en estos 100 días se han hecho muchas cosas, por ejemplo la salida de Mercosur, la eliminación de la dosis mínima o la terminación del programa ser pilo paga, al que va a reemplazar el programa generación E que aún no se entiende. El país votó la consulta anticorrupción, que no pasó el umbral pero que tuvo una votación extraordinaria, haciendo que el gobierno se comprometiera con darle trámite en el Congreso. Todo esto de la pretensión moral por la transparencia y la no corrupción se ha venido desvaneciendo, como todo lo sólido en el aire. Se anuncian medidas que son solo titulares de prensa. Ni Duque ni su gabinete estaban preparados para gobernar, su partido de gobierno tampoco, solo para hacer oposición.

 

Los comentarios a algunas de estas columnas me han solicitado que de espera, que no critique al nuevo gobierno, que le permita despegar, son amigos generosos que tienen fe. Pero es que no ha empezado, lleva solo una semana, siete días, el número mágico que de manera infantil el presidente nombró en un recinto que no daba para semejantes cosas. Sus ministros siguen dando pasos desacertados y en particular su ministro Carrasquilla quien logró salvar su puesto a pesar de las inmoralidades demostradas y que de manera cínica quiere hacer lo que hace 10 años atrás no pudo: bajarle los impuestos a las empresas, solo eso, tanta algarabía para eso, la misma que como siempre sucede, la pagarán los más débiles, y este sí que es verdadero problema, un pueblo que es vulnerable y que estos cambios lo harán caer fácilmente a situaciones de mayor pobreza e indigencia, a bajar su consumo y a golpear por lo tanto el crecimiento económico.

 

Mientras tanto cada vez más, la gente va a estar en las calles, protestando, tratando de hacer prevalecer sus derechos en un Estado que se ufana de hacerlo, que por Constitución debe garantizarlos.

 

Jaime Alberto Rendón Acevedo

Universidad de La Salle

 

https://www.sur.org.co/cien-dias-que-parecen-siete/

 

https://www.alainet.org/de/node/196592
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