23-F: Persiguiendo el efecto dominó
- Opinión
La nueva ofensiva liderada por el imperialismo estadounidense en Venezuela persigue para este 23 de febrero un agudo y peligroso efecto dominó contrarrevolucionario. Una reacción en cadena tanto al interior como al exterior de Venezuela generada a partir de la estrategia política basada en la “ayuda humanitaria”, la cual tiene como uno de sus objetivos principales y más visibles quebrantar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Sin la fractura de la FANB el imperialismo no tiene condiciones de operar el “cambio de régimen” ni de establecer lo que llama un “periodo de transición democrática”. Mucho menos puede sostener de modo efectivo y práctico al títere de Juan Guaidó llamado por el gobierno estadounidense “presidente interino”.
Es por ello que en el último mes, y sobre todo, en los últimos cuatro o cinco días, más propiamente desde el insulso discurso de Trump en la Universidad de Florida (18/02/2019), se han intensificado los “llamados golpistas” de los personeros actuales del imperialismo a la traición y a la insurrección antipatriota al interior de la FANB. La carta del “Pinochet interno” vuelve a activarse con desesperación. Trump lo exclamó en este discurso al amenazar a los militares venezolanos si no se rebelaban contra Maduro. John Bolton señaló que los militares “deben de proteger a civiles en la frontera”. El Jefe del Comando Sur, Craig Faller, exigió a los militares “hacer lo correcto”, o serán “responsabilizados de lo que ocurra el día sábado”. El traidor Hugo Carvajal envió un mensaje de sedición a los soldados, el cual fue secundado por “el capataz de Trump”, Luis Almagro, quien abiertamente advirtió que “Los venezolanos… deben de hacer desobediencia civil, romper con las prohibiciones de la dictadura. Desbordar a la dictadura de tal forma que las fuerzas militares no puedan resistirse a la movilización de la gente…”.
Quien se ha lanzado con gran desesperación a usar esta carta del imperialismo es el autoproclamado “presidente encargado”, Juan Guaidó. En un mismo día, hace un llamado a la movilización de los oficiales, poco tiempo después, les pretende imponer un ultimátum, y ya en su delirio, inventa un
“decreto” en el que “ordena” “a los diversos componentes” de las fuerzas armadas bolivarianas que permitan el paso de la “ayuda humanitaria”. El mismo Guaidó ha convocado para el sábado a una “movilización pacífica en los cuarteles para invitar a la FANB a que se sume a la oposición y permita el paso de los suministros”.
No obstante, los soldados bolivarianos han manifestado junto a Maduro, “aquí está la respuesta de la FANB: Leales Siempre, Traidores Nunca”.
En su discurso de Florida, Trump exclamó: “Buscamos una transición pacífica de poder, pero todas las opciones están abiertas”. Evidentemente, y ante el desconocimiento de los instrumentos de diálogo, la intervención militar es una “opción” colocada sobre el tablero y la unión cívica-militar está lista para la defensa de su territorio, de sus riquezas y de su destino.
Sin embargo, Estados Unidos no tiene el consenso internacional para imponer un golpe militar. Esto se ha evidenciado, incluso, con las crecientes contradicciones existentes al interior del gobierno brasileño (alineado a Estados Unidos) entre las fuerzas militares y los grupos más extremistas del gobierno Bolsonaro subordinados al imperialismo. El propio vicepresidente Hamilton Mourão, ha declarado este jueves 21 que las amenazas de intervención militar “son prematuras” y “no tendrían sentido”, dando algunas muestras de que la posición de los militares respecto a aceptar una aventura militar en Venezuela tiene sus reservas, y ello a diferencia de los Bolsonarianos más extremistas como el caso de su canciller Ernesto Araújo. Y ha sido en este sentido, que los militares brasileños han logrado hacer a un lado a Araújo, y será Mourão el que asista a la próxima reunión del Grupo de Lima.
El juego estratégico de la “ayuda humanitaria” pretende poner sobre la pared a la FANB. Busca presionar a los militares a tal punto que estos se vean “obligados” a actuar frente a la “emergencia humanitaria” (efecto dominó interno). Con ello, el objetivo real no es la “ayuda humanitaria”, que Maduro ha insistido no es más que un risible 6% de lo que distribuyen los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). El objetivo claro es el desconocimiento, la ruptura del mando y del control de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Para realizar el asedio a las fuerzas armadas existen al menos tres elementos importantes: 1) La “necesidad desesperante” de que permitan la introducción al país de las “toneladas de asistencia crucial” (“kits de nutrición para niños”, “medicamentos para mujeres embarazadas”, etc.); 2) la movilización de “miles de voluntarios”, sus demandas de “libertad” a los soldados y las previsibles manifestaciones de violencia y desestabilización de grupos paramilitares y mercenarios a la orden del gobierno colombiano (buscando una respuesta represiva del Estado); 3) la unión de estos dos elementos y la forma “explosiva” que adopte en su interrelación con la FANB, será utilizado como un teatro mediático global (efecto dominó externo,), sea para “romper la dictadura” (L. Almagro) mediante la intervención militar estadounidense, o sea para legitimar y profundizar el establecimiento de una nueva etapa de “guerra híbrida” o “no convencional” contra la revolución bolivariana.
Es en función de la forma en que se conjuguen estos elementos, que se pueden recrear otros escenarios para el asedio e intervención en el plano inmediato. De ahí que el Cártel de Lima tiene preparada una reunión el día lunes 25 en Colombia, “para definir pasos concretos de apoyo al pueblo venezolano y una transición a la democracia”, reunión a la que según un cable de prensa del jueves 21, el señor Mike Pence ha confirmado su asistencia anunciando que declarará que “es hora de que Nicolás Maduro se haga a un lado”.
Y sin embargo, la unión cívico-militar bolivariana dará una nueva lección al imperialismo estadounidense y a sus personeros de hoy.
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