Eduardo Piñate: "Cuando la revolución se ve amenazada, el chavismo se vuelve indestructible"
- Opinión
Entrevista con el ministro de Trabajo de Venezuela, Eduardo Piñate.
Es un dirigente que no se escatima, Eduardo Piñate. Fuerte y tranquilo, se siente cómodo tanto en el fuego de la lucha de masas (como sucedió en la frontera con Colombia en la "batalla de los puentes” del 23 de febrero), tanto en la dirección política del partido (es secretario ejecutivo de la presidencia del PSUV y vicepresidente territorial del partido), tanto a la cabeza de un ministerio crucial como el del Poder Popular para el Proceso Social del Trabajo. Nos reunimos con él en Caracas, en la sede del MPPPST, en medio del sabotaje eléctrico que intentó poner al país de rodillas, dejando a Venezuela en la oscuridad, sin agua, sin transporte y sin comunicaciones.
¿Qué significa gestionar un ministerio tan importante en medio de un ataque como este, que afecta las necesidades básicas de las personas pero también la producción nacional?
Hemos experimentado una larga fase de agresiones, de guerra contra la revolución bolivariana: una guerra no convencional. Comenzó en 2012, en la campaña electoral del Comandante por la Presidencia y se intensificó después de su desaparición física. Desde entonces, hemos tenido que enfrentar una serie de ataques: diferentes modalidades de guerra económica, como el contrabando de extracción, de efectivo, la guerra de precios y la inflación inducida, el bloque económico, financiero y comercial contra nuestro país, hasta verdaderas operaciones de piratería internacional. Todo esto con el objetivo de colapsar la economía en un contexto de drástica caída de los precios del petróleo, que ahora se encuentran en una situación de equilibrio inestable. Además, se desató una guerra política, ideológica, mediática, cultural y psicológica que involucró ataques militares, asesinatos selectivos... En resumen, una coyuntura muy compleja. En la última fase, en 2017-2018 obtuvimos un conjunto de victorias políticas, electorales y morales que nos permitieron volver a legitimar a toda la institución a través del voto popular: la elección para la Asamblea Nacional Constituyente, la de los gobernadores, la de Alcaldes, consejos legislativos regionales, elección presidencial, elección de consejos municipales. Hemos consolidado la democracia bolivariana. Partiendo del control político del territorio, de una nueva ofensiva política del movimiento de masas, pasamos a enfrentar el plan económico, a través del Programa de Recuperación Económica Crecimiento y Prosperidad. ¿Ves esos cuadros colgados en la pared? Son las 10 líneas que lo componen, siempre las mantengo delante de mis ojos. Es un programa estratégico y seis micro-misiones, aprobadas por el Congreso de la clase obrera y asumidas por el Presidente Maduro en octubre del año pasado…
El imperialismo se quitó la máscara y tomó el campo directamente. ¿Cuáles son las contramedidas?
Desde noviembre del año pasado, el enemigo se lanzó a la ofensiva al intensificar la acción militar y terrorista. Hemos desmantelado el golpe de estado previsto para este 23 de enero, que tenía como objetivo socavar la integridad territorial. Un intento repetido un mes después, el 23 de febrero, con lo que en Táchira llamamos "la batalla de los puentes", las luchas fronterizas con las que rechazamos una agresión armada disfrazada de "ayuda humanitaria". Ganamos y el imperialismo también fue derrotado diplomáticamente, con una votación en el Consejo de Seguridad de la ONU. Este tipo de sabotaje eléctrico es quizás la operación terrorista de mayor impacto negativo en la sociedad venezolana desde 2002, cuando de hecho nos habían quitado el poder con un golpe de estado. Superior incluso al sabotaje petrolero de 2002-2003. Estamos sufriendo pérdidas millonarias. Contra nosotros, han experimentado muchas variaciones de guerras no convencionales, comenzando con las "revoluciones de color" y el famoso manual de Jene Sharp. Con el sabotaje eléctrico, ahora están aplicando la teoría del "caos constructivo", para destruir el estado y comenzar a construir otro basado en los intereses imperialistas. Pero siempre hay una variación que el imperialismo y las oligarquías que lo representan subestiman: el pueblo consciente. El que también ha reaccionado con fuerza y determinación ante un sabotaje eléctrico que ha afectado de manera transversal la vida de la población: agua potable, distribución de alimentos, sistema de salud, educación... Para construir una economía productiva diversificada, necesitamos un gran suministro de energía. Para superar el modelo petrolero, debemos producir un millón de barriles más, el objetivo de nuestra primera micromisión. El sabotaje eléctrico apunta a golpear el corazón de la economía del país, por lo que estoy hablando de pérdidas millonarias. Una estrategia que, sin embargo, ha chocado con la resistencia popular que no ha permitido la caotización de la sociedad: porque puedes sobrevivir tres días sin luz, pero sin agua es mucho más difícil. Sin embargo, se ha impuesto la conciencia, la disciplina y la confianza que nuestro pueblo tiene en sí mismo y en la dirección política de la revolución bolivariana, que la acompaña constantemente. Si hay algo que caracteriza nuestra revolución, primero con Chávez y ahora con Maduro, es la certeza de que el partido y el gobierno siempre caminan juntos con el pueblo, incluso más en tiempos de dificultad. Hemos visto la reacción heroica de toda la clase trabajadora: del sector eléctrico, de los petroleros, del sector hidrológico, de la salud, del transporte. También hemos sumado esta victoria a las obtenidas en estos veinte años, y estamos orgullosos de ellas. Todavía sabemos que el imperialismo no se detendrá y que debemos estar listos para luchar y volver a ganar. No podemos rendirnos.
Después de la autoproclamación de Guaidó, la derecha intentó dividir al chavismo y la Fuerza Armada. ¿Hay grietas en el partido? ¿Qué es el PSUV hoy?
Siempre digo que tú además que italiana eres caraqueña, porque seguiste el proceso bolivariano desde el principio y lo conoces bien: el chavismo es algo serio. En momentos de relativa calma nos relajamos, podemos dedicarnos a las contradicciones secundarias, que emergen sobre todo en la base o en los niveles medios del partido y que encuentran espacio en el proceso de discusión permanente definido en el tercer y cuarto congreso. Sin embargo, cuando la revolución se ve amenazada, el chavismo se cohesiona, se vuelve "indestructible", como dice la canción... No es una frase retórica, lo mostramos cada vez que era necesario ir a la confrontación directa, como en la batalla fronteriza del 23 de febrero. Allí, en la primera línea del frente, junto con el pueblo organizado, con la FANB, estaban los líderes del partido y los ministros del gobierno. Allí, una vez más, triunfó la unión cívico-militar, y así fue en Santa Elena de Uairen, en la frontera con Brasil, donde vimos al pueblo desplegado y organizado por nuestro partido. Durante el golpe de 2002, el partido no existía, la fuerza hegemónica del chavismo era la organización V República, de la que no era miembro. Yo estaba entonces en la dirección nacional de la Liga Socialista, una formación marxista-leninista de la que provienen Nicolás Maduro, Fernando Soto Roja, Julio Escalona y que se fusionó en el PSUV. A fines de 2005, Chávez se da cuenta de que nuestro pueblo está maduro para el socialismo y, en las elecciones de 2006, dice: "Quien vota por mí, vota por el socialismo". A mediados de diciembre, después de la victoria electoral, convoca una reunión para la formación del Partido Socialista Unido de Venezuela, que sigue siendo un elemento de novedad y fortaleza. Luego se reunieron todas las variedades de marxismo, desde marxistas-leninistas hasta trotskistas, maoístas, gramscianos, pero también facciones de la socialdemocracia, de la democracia cristiana y, en los primeros momentos, incluso los pérezjimenistas... La mayoría de los miembros, sin embargo, estaba compuesta por personas que no tenían experiencia de militancia pero seguían las instrucciones de Chávez. En 2012, publiqué para las ediciones de Trinchera un libro titulado "El PSUV y su relación con el movimiento de masas".
Un libro crítico en el que, sin embargo, reconocí que el partido era un espacio privilegiado para liderar la necesaria batalla de ideas. Un espacio que se consolidó durante nuestros congresos. Como nos recuerda a menudo el vicepresidente Diosdado Cabello, desde el primer Congreso hasta el cuarto, hay una diferencia desde el cielo a la tierra. En el primero yo no era delegado, pero en el segundo me eligió la base, en el tercero me delegaron porque era diputado, y en el cuarto porque era miembro de la dirección nacional del partido. Una de nuestras fortalezas es la organización de la juventud. En los últimos años, el partido tiene una estructura organizativa generalizada que llega a todas las calles, a todas las comunidades: no solo con fines electorales, sino también para estructurar la defensa y el control del territorio, los espacios de formación y la acción social, cultural y política. Hoy en día, más de 40,000 comunidades están registradas en el partido, más de 240,000 calles y en cada una de ellas existe una red de articulación y acción sociopolítica en la que convergen todas las organizaciones populares. Ahora estamos consolidando la organización de la milicia, hay órganos de dirección en defensa integral para la lucha no armada y unidades populares para la defensa integral en la lucha armada. En estos espacios el PSUV juega un papel fundamental especialmente en estos momentos. Tenemos 6,5 millones de carnetizados, más del 59% de mujeres, la mayoría de los cuales están activos en todas las estructuras organizadas de la sociedad.
El cuarto congreso ha provocado un cambio en la cohesión política y en la formación de los jóvenes, a quienes se han dirigido los antiguos líderes que participaron en la lucha armada contra las democracias nacidas del Pacto de Puntofijo. ¿Qué tan importante es hoy para el partido transmitir la memoria y el balance de esos años en la construcción del presente?
Chávez ha redimido y restaurado el valor del análisis de la historia como historia de la lucha de clases, y ha redimido el proyecto de Bolívar al adaptarlo a las condiciones de Venezuela. Nuestro proyecto socialista está fuertemente inervado en esa historia, es la continuación directa de la revolución de Bolívar. El Libertador llevó a síntesis el pensamiento más avanzado de su época, la revolución jacobina y la de los jacobinos negros en Haití, la lucha por la independencia contra el colonialismo español y contra las monarquías... Chávez hizo una síntesis más de esa síntesis, amalgamando todos esos elementos y sumando otros: las revoluciones socialistas, el socialismo real, la lucha armada de los años sesenta y setenta, la lucha de los pueblos latinoamericanos contra el imperialismo. Bolívar nació en una familia aristocrática, Chávez en una familia pobre e incorporó el marxismo en la doctrina de Bolívar, agregó elementos de la teología de la liberación, las enseñanzas de la pedagogía libertaria de Simón Rodríguez, Paolo Freire, Prieto Figueroa.
La historia es muy importante para nosotros y debe ser una oportunidad constante para el crecimiento y la educación, especialmente para los jóvenes que no han conocido los cuarenta años de la Cuarta República y la represión y dan por sentado los derechos que ahora disfrutan. Durante los gobiernos de la Cuarta República, Venezuela fue una especie de vitrina democrática con respecto a las dictaduras militares que ensangrentaron el continente. Se consideró una democracia estable, pero nadie dijo que, aquí mismo, durante el gobierno de Raúl Leoni, entre 1964 y 1969, hubo los primeros desaparecidos: antes de que esto sucediera en la dictadura de Pinochet. Esa vitrina fue destrozada por la revuelta del Caracazo, en 1989, durante la cual quedó claro cómo las contradicciones de clase en Venezuela fueron deflagrantes. Este es la memoria que debemos enseñar constantemente, dentro y fuera del partido. El Comandante Chávez fue un gran pedagogo, Maduro, Cabello y los otros líderes chavistas siguieron sus pasos en sus programas de radio y televisión, pero es un esfuerzo que también debemos multiplicar en el sistema educativo nacional.
El chavismo ganó organizando un bloque social en el que los excluidos constituían la mayoría. ¿Cuál es el sujeto principal de la revolución hoy?
El sujeto histórico es el pueblo. En la fase de construcción del socialismo, en la fase actual, el sujeto fundamental es la clase obrera. Nuestra tarea actual es desarrollar la fuerza productiva, construir la base productiva del socialismo. Esto implica fortalecer y expandir la propiedad social de los medios de producción, tanto del estado (que la constitución señala como propiedad social indirecta), como la propiedad directa, bajo la gestión de las trabajadoras y trabajadores, donde la economía municipal desempeña un papel muy importante.
En la economía municipal, comuneras y comuneros son los productores. En la comuna se reúnen la clase obrera tradicional e industrial y los nuevos sujetos productivos, resultado de las condiciones actuales, que son diferentes de las descritas por Marx, Lenin y también por la revolución cubana de los primeros años. En la revolución bolivariana, el elemento territorial es muy importante. La gran contribución de Chávez al socialismo fue precisamente el énfasis puesto en la composición de clase presente en nuestro territorio, en la fábrica que toma forma en el territorio: construir el socialismo territorial en el nivel económico, político, cultural y ético. En el proceso de formación de la comuna, los organismos tales como los consejos municipales, las organizaciones barriales, las de salud comunitaria integral juegan un papel importante... El año pasado, se llevó a cabo una intensa e importante discusión democrática por el Congreso constituyente de la clase obrera. Desde ese Congreso, han surgido importantes líneas de acción relacionadas con el modelo de gestión industrial y la economía empresarial en seis áreas de producción principales. En esta fase, la clase obrera es el sujeto histórico de la revolución, sin su papel de vanguardia no podemos construir el socialismo.
Cuba ha resistido durante sesenta años porque ha ilegalizado a la burguesía a través de una revolución. ¿Cómo puedes construir el socialismo teniendo poderosas fuerzas adentro que están dedicadas a sabotear cada proyecto? ¿No existe el riesgo de que el pueblo se canse?
Hasta ahora, nuestro pueblo no se ha cansado, y es capaz de recuperarse con el mismo espíritu que evocó el Che en el libro "El socialismo y el hombre" hablando de la actitud heroica que debe asumirse también en la vida cotidiana. Pensé en ello mientras observaba a Caracas inmersa en la oscuridad. Pensé en ello al participar en la extraordinaria marcha antimperialista que tuvo lugar en la capital el 9 de marzo, un día después del sabotaje eléctrico. Un sabotaje que se repitió cuando acabábamos de restaurar la mayor parte del servicio de electricidad. Nos hemos recuperado. Hay similitudes entre nuestra revolución y la cubana, porque las revoluciones socialistas responden en última instancia a leyes generales, pero son dos procesos distintos. Continuamos avanzando en el camino democrático que hemos decidido con Chávez. Un viaje indudablemente arriesgado, pero nuestra democracia es fuerte porque no se basa en una votación ejercida cada 4 años. Es un proceso participativo que se desarrolla en un debate permanente y en una construcción colectiva, que se inventa constantemente.
Nuestro compañero Soto Roja lo llama "el desorden creativo de la revolución". Implica un constante cuestionamiento de las acciones de uno y un análisis de sus errores. En 2015 perdimos las elecciones para el Parlamento, el segundo poder del estado. Perdimos por la guerra económica, pero también por nuestros errores. Como dijo el presidente Maduro, la guerra económica se estaba manifestando a través de las colas, que nosotros no hemos visto. Pero hemos tomado la iniciativa política revolucionaria. Por eso no pudieron imponernos su agenda de guerra. Somos un pueblo pacífico, alegre y hospitalario, pero sabemos cómo luchar cuando es necesario. Y estamos luchando por la paz. Estamos tratando de convertir el socialismo estando en una economía de guerra, asumiendo el desafío constante con el imperialismo. La nuestra es una economía monopolística, que heredamos del capitalismo. Ni la primera ni el segundo pueden ser abolidos por decreto, sino en un proceso constante de deconstrucción y construcción. Nuestro proyecto contempla la convivencia de la propiedad privada y la propiedad mixta. Cuánto tiempo coexistirán dependerá de las condiciones objetivas. Nuestro modelo no es enemigo de la propiedad privada, sino de los latifundios y el monopolio, que están prohibidos por la constitución. En este período en el que necesitamos una entrada masiva de moneda, la propiedad privada no solo se permite, sino que se estimula. En la ANC se llevó a cabo un animado debate sobre la ley de inversiones productivas extranjeras, sin perjuicio por la defensa de nuestra soberanía nacional. Una ley que no está hecha para atraer empresas comunistas sino capitalistas, para atraer capital tomando diariamente la tensión entre los intereses de la empresa y los del trabajo.
Según algunos de los que se dicen más chavistas que Chávez, hay sindicalistas en prisión. ¿Es verdad?
Muchos de nosotros hemos sido líderes sindicales en varias ocasiones. No hay personas en prisión por razones políticas o por luchas de categoría, sino por actos delictivos, de sabotaje a la producción de empresas estratégicas: por estar al servicio del imperialismo. La Central Bolivariana de Trabajadores Socialistas tiene 19 federaciones nacionales, alrededor de 1500 sindicatos, y luego hay más de 1000 consejos de trabajadores, comités de prevención. Un verdadero ejército que representa la gran fuerza de trabajo en Venezuela. Cuando el autoproclamado anunció huelgas escalonadas para una huelga general, durante una rueda de prensa presenté a los líderes sindicales uno por uno.
Recientemente, el presidente Maduro señaló la corrupción como uno de los principales obstáculos. Un obstáculo que la derecha utiliza para comprar deserciones y traiciones, incluso en la FANB. ¿Cómo estás abordando este problema?
En la década de 1990, algunos líderes de la Liga Socialista, como Soto Roja y Nora Castañeda, consideraron la propagación de la corrupción como una de las formas de acumulación originaria del capital. Un legado del pasado colonial, importado de la dominación española. En el proceso bolivariano, la corrupción no alcanzó esos niveles, pero debe combatirse sin descanso. El presidente ha señalado tres líneas fundamentales: recuperación económica, defensa integral de la nación y la lucha contra la corrupción, la burocratización, la negligencia y el minimalismo. ¿Cómo? Combinando un conjunto de factores que se relacionan con la claridad política, los valores, la batalla de ideas. Una batalla que el partido debe asumir recordando la crítica de Marx a la mercantilización de la vida. Debemos desarrollar valores alternativos de responsabilidad, deber social, un sentido del colectivo como forma de prevención. El otro elemento, sin embargo, es el coercitivo, la carga de la ley debe recaer en el corrupto, como ya está sucediendo, ya que ex ministros, gobernadores, alcaldes y funcionarios han ido a prisión. Y debemos avanzar con decisión, desafortunadamente, la corrupción también ha permeado a sectores del proletariado.
Estados Unidos reiteró que apunta al colapso de la economía venezolana y anunció nuevas sanciones. ¿Cuáles son los escenarios?
Discutimos esto en la dirección del partido. Habrá una intensificación de la guerra económica, del sabotaje, el intento de crear un ejército de mercenarios para ser usado contra líderes políticos y militares. Hemos aumentado la vigilancia y la actividad de inteligencia. La derecha interna tiene poco margen de maniobra en el terreno político, una capacidad de movilización muy baja que está disminuyendo. El autoproclamado es como la espuma, que se eleva y luego se desinfla cada vez más. Por esta razón deben dejar que Trump y sus Bolton, Pompeyo, Rubio salgan al campo: porque no tienen un proyecto nacional, su proyecto coincide con el del imperialismo, las multinacionales, la oligarquía financiera transnacional y el gobierno yanqui, que es de extrema derecha. Su plan no es solo destruir a Maduro, sino a toda la nación. Quieren fragmentar la unidad nacional, balcanizar el país como lo hicieron con Yugoslavia. Sin embargo, chocan con un pueblo que no está dividido en facciones y que está profundamente cohesionado en la unión cívico-militar y con el socialismo bolivariano que nos ha dejado a Chávez. No pueden hacer lo mismo que con la Libia de Gadafi o con el Iraq de Saddam Hussein, o con los líderes de los Balcanes en la década de 1990. El imperialismo se mete en tus diferencias internas, como sucedió en Granada, cuando aprovechó el golpe contra Bishop para invadir el país. También en Panamá aprovechó la contradicción entre la élite que gobernó bajo el liderazgo de Noriega y una gran parte de la gente, para intervenir. Una situación que no existe en Venezuela, por lo que sus planes fracasan.
Venezuela se encuentra en el centro de un choque de intereses que afecta la arena política a nivel internacional. ¿Cuál es tu análisis?
El conflicto geopolítico que vemos configurado a nivel mundial es la expresión concreta de la lucha de clases tal como aparece hoy. Las nuevas economías emergentes que prefiguran un mundo multipolar socavan la hegemonía estadounidense en el contexto de un capitalismo en crisis estructural que pone en peligro la existencia misma del planeta. El sistema de relaciones que se impuso después de la Segunda Guerra Mundial experimentó un proceso de decadencia que es evidente en el de las grandes instituciones internacionales. La Unión Europea, también lo hemos visto durante el ataque a Venezuela, está subordinada a los Estados Unidos. La contienda vuelve a ser entre socialismo y capitalismo. A nivel global, se comparan dos proyectos: la unipolaridad de aquellos que se creen los gendarmes del mundo y que pueden acabar con la humanidad, y otro mundo multicéntrico y multipolar, en el que Rusia y China frenan la arrogancia yanqui. Chávez tuvo el mérito de construir alianzas estratégicas sur-sur, no solo con Rusia, China, India, Irán, sino también con nuestro Caribe para una nueva integración latinoamericana. Alianzas fundamentales para este período de resistencia que impidieron la aplicación de la Carta Interamericana a la OEA, constituyendo un primer anillo de defensa fundamental. La última discusión en el Consejo de Seguridad de la ONU mostró la importancia de las relaciones con Rusia y China.
El imperialismo yanqui se ha visto obligado a retirarse, pero sigue siendo extremadamente peligroso porque pretende recuperar la iniciativa en el continente latinoamericano, en la Mayúscula América, como la llamó el Che. Y la revolución bolivariana es un gran obstáculo que les impide recolonizar el continente. Ciertamente, los Estados Unidos han recuperado posiciones con respecto a la ola socialista y progresista de principios de este siglo. Hoy, el regreso de un neoliberalismo represivo hacia las clases populares y aún más subordinado al imperialismo del de los años setenta, está debilitando la Unasur, la Celac. Los apologistas del sistema capitalista hablan del fin del ciclo progresista. En cambio, comparto el análisis de Nicolás Maduro: habrá una segunda ola, más profunda y más radical, y si se atreven a golpear la revolución bolivariana, todo el continente será incendiado.
¿Qué piensas de lo que pasa en Europa? ¿Por qué no podemos construir una oposición ganadora al capitalismo y un apoyo masivo a Venezuela?
Las razones principales se encuentran en la derrota del movimiento obrero, en la pérdida de las conquistas obtenidas en el siglo pasado, en la ausencia de una dirección política de los procesos posteriores a la crisis de los años ochenta y la caída de la Unión Soviética. En Italia se ha sufrido la deriva de la socialdemocracia, al menos desde el "eurocomunismo", la desaparición del PCI y la alineación progresiva de la izquierda con la idea de que no hay alternativas al capitalismo. Los dos movimientos de masas más significativos han sido, creo, los indignados en España y ahora los chalecos amarillos en Francia. Los últimos muestran una connotación de clase más pronunciada que los indignados y esto es un buen augurio. Creo que los movimientos de masas podrán avanzar hacia el socialismo cuando se encuentren con la Comuna de París, o al menos con las aspiraciones de mayo de 1968: un movimiento antiautoritario radical, que no fue marxista-leninista y también por esta razón fue recuperado más fácilmente por el enemigo, pero en Francia casi había logrado derribar al gobierno de no ser el atraso del PCF. En Italia, nació el gran ciclo de lucha de 1968-69, que duró mucho tiempo y aún contiene grandes lecciones. Los movimientos de masas en Europa deben encontrarse con esta tradición radical de pensamiento y adaptarla a las nuevas condiciones. En Europa se están aplicando las mismas recetas neoliberales que llevaron a la revuelta del Caracazo en Venezuela.
Revisión Gabriela Pereira
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