Una vez más se soltó la bestia
- Opinión
Una vez más en Honduras se soltó la bestia. Lo hemos visto tantas veces en estos últimos diez años, después del golpe y la ruptura del orden constitucional y democrático.
Lo hemos visto mientras masacraban a campesinos en el Bajo Aguán, mientras atacaban y asesinaban a los pueblos indígenas y negros, mientras reprimían a estudiantes y maestros, mientras despotricaban contra la diversidad sexual.
Lo hemos visto mientras las manos asesinas, armadas por el gran capital coludido con la política sucia, segaban la vida de Berta.
Lo hemos visto durante la incesante ofensiva extractivista que criminaliza, judicializa y reprime la protesta social y popular.
Lo hemos visto en cada uno de los miles de rostros de mujeres víctimas de violencia de género y femicidio, en cada uno de los rostros de hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas que huyen de la violencia, la miseria y la falta de oportunidades.
Lo hemos visto en la mirada de cada trabajador y trabajadora explotada, de cada niño y niña ultrajada, de cada defensor y defensora de la tierra y los bienes comunes reprimida y asesinada.
Lo hemos visto cada vez que las comunidades organizadas protestan contra este modelo violentamente neoliberal, racista y patriarcal, que pretende imponer proyectos de muerte.
Lo hemos visto en la mirada opulenta de políticos sin escrúpulos, de dirigentes sindicales que han perdido el norte, de jerarcas religiosos, curas y pastores alejados de la realidad y el sentir del pueblo.
Lo hemos visto en la vergonzosa 'razón de Estado', en el respaldo hipócrita de gobiernos dizque 'democráticos' a autoridades impuestas por el fraude, en las dos varas de medir que usan organismos multilaterales.
Lo hemos visto hoy, en la sangre de aquel maestro de Yoro baleado por infiltrados en la protesta, en la brutal represión contra la movilización de médicos, educadores y estudiantes, hartos de privatizaciones, reformas y reestructuraciones, que sólo afectan al pueblo empobrecido.
Lo hemos visto en los millones de dólares gastados en armas, bombas lacrimógenas y apertrechamiento militar de policías, mientras los hospitales sufren del desabastecimiento crónico de medicamentos y los colegios se caen en pedazos.
En víspera de conmemorar el Primero de Mayo y a menos de dos meses del décimo aniversario del golpe cívico-militar, hay que preguntarse ¿hasta cuándo va a aguantar este pueblo digno?
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