EEUU declara la guerra a Irán, aunque no de manera formal
- Análisis
En el tercer día de la tercera década del tercer milenio Donald Trump asesinó al principal comandante militar iraní, el general Qasem Sulaimani.
Esto es un hecho sin precedentes. Desde que hace 41 años se inició la revolución islámica persa nunca ninguno de sus altos mandos fue ejecutado extrajudicialmente, y menos por un país que no le ha declarado formalmente la guerra.
A Sulaimani y a algunos dirigentes de las 150,000 milicias iraquíes se les quitó la vida con misiles lanzados desde un dron contra su auto que salía del aeropuerto civil internacional de Bagdad el 3 de enero.
Para los enemigos de Irán esta es una justa acción pues se elimina a una persona responsable de haber hecho que dicha república chiita haya logrado tener aliados militares suyos que dominen Irak, Siria, Líbano, Gaza y el norte de Yemen. Para el Telegraph, el diario más afín al primer ministro británico, si bien a Boris Johnson no le consultaron de dicha acción y puede que él no comparta ese tipo de represalias, es hora de hacer causa común con Washington contra el enemigo común.
Este asesinato se ha dado a 2 meses de las elecciones generales de Israel del 2 de marzo y a 11 meses exactos de las que se van a dar en EEUU el 3 de noviembre. En ambos comicios no andan bien Benjamín Netanyahu y Donald Trump, grandes aliados, quienes comparten también el hecho de estar siendo sometidos a duros procesos legales que buscan condenarlos judicialmente y quienes vienen perdiendo en las encuestas. Con este tipo de bravatas ambos halcones van a buscar repuntar en los sondeos y evitar ser derrotados en las urnas.
Sus partidarios aducen que Irán es una dictadura teocrática totalitaria que ha fomentado el terrorismo y que desestabiliza al medio oriente. Los adversarios de Trump y Netanyahu sostienen que Irán, pese a las limitaciones que se le atribuye, tiene elecciones multipartidarias, mientras que los sauditas y otras petro-monarquías arábigas nunca han tenido comicios para elegir a sus jefes de Estado, los mismos quienes son los que han armado y financiado a AL Qaeda, al Estado Islámico de Irak y Siria (Daesh) y a otros grupos terroristas sunitas.
Desde que en 1979 una movilización popular derrocó al Sha de Irán, los EEUU han tratado por todos los medios posibles de deponer al nuevo régimen nacionalista. En 1980-88 Washington y sus aliados occidentales y árabes armaron y financiaron a Saddam Hussein para que Irak invada Irán. En esa guerra, que costó un millón de vidas y donde Occidente no cuestionó que Hussein utilice sus gases para exterminar miles de civiles kurdos y soldados persas, no se pudo derrotar a Irán.
Más bien, los persas sacaron provecho de las intervenciones militares norteamericanas en Afganistán e Irak, desde el 2001 y 2003, respectivamente, para eliminar a sus enemigos que se encontraban a su este y oeste y poder imponer en los nuevos gobiernos asociados chiitas suyos en puestos de poder.
Mientras Irán dejó que EEUU bombardee a Irak y Libia cuyos gobiernos seculares panarabistas “socialistas” fueron considerados como sus adversarios, saltó para defender a Bashir Assad, su gran socio en Siria. Junto con Rusia y las milicias chiitas de Hizbola, el principal partido y ejército miliciano del Líbano, Irán logró salvar a Assad y derrotar a las fuerzas apuntaladas por EEUU y las petro-monarquías arábigas.
Irán se ha convertido en el único país del mundo que ha logrado establecer una red de socios militares en todo su entorno. Ellos a esto le llaman el “Eje de la Resistencia”, el cual se extiende desde el oeste al este empezando en las zonas fronterizas de Líbano con Israel dominadas por Hisbola, el gobierno de Hamas en la franja palestina de Gaza, pasando por la mayor parte de Siria e Irak y terminando en zonas de Afganistán, además de tener una fuerte presencia en el norte de Yemen dominado por las milicias chiitas Houthis.
EEUU ha ejecutado al general Qasem Sulaimani, a quien lo ven como el gran genio militar que ha desarrollado dicha red. Trump dice que él no quiere la guerra sino prevenirla.
No obstante, se trata de una declaración no formal de guerra contra Teherán. Los ayatolas y sus socios regionales han dicho que van a vengar dicha muerte, pero ello no implica que vayan a lanzar inmediatamente un ataque contra bases norteamericanas en la región. La estrategia de Sulaimani fue siempre la de movimientos menores que gradualmente vayan minando militarmente a EEUU y sus aliados.
Posiblemente, el curso de acción que inicialmente tome Teherán sea generar una fuerte presión diplomática para aislar a Trump combinada con fuertes protestas en el medio oriente y una estrategia centrada en demandar la inmediata retirada de todas las tropas norteamericanas en Irak bajo el argumento que ya acabó la guerra contra el Daesh y que no se puede permitir que Washington siga pasando por alto la soberanía nacional iraquí.
-Isaac Bigio, analista internacional
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