Los acreedores copan los medios opositores

17/02/2020
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La culpa por la deuda es toda nuestra. Hasta Macri recibe alguna crítica.

 

Un clamor unánime se consolidó en los medios que centralizan la oposición al gobierno, mediante el rechazo compacto a la estrategia oficial frente a los acreedores, tanto el FMI como los bonistas. Varios columnistas rechazan furiosamente que esos acreedores tengan alguna culpa en los préstamos dados a Macri durante la campaña. La tesis del país fallido llega a un extremo impensable: “Los buitres somos nosotros”.

 

La defensa radicalizada de los intereses de los bancos, bonistas, fondos de inversión y el FMI lleva a un hecho casi revolucionario: En La Nación, Morales Solá se atreve a criticar a su adorado Mauricio Macri, al que culpa de fallarle al Fondo después de la derrota electoral de agosto.

 

La estrategia editorial se basaba hasta ahora en establecer dos campos políticos y económicos en el oficialismo: los que saben, los “moderados”, los que dialogan para un acuerdo por la deuda, como el presidente Fernández y su ministro Guzmán, y los desubicados, desaforados, bravucones, populistas, especialmente Axel Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner.

 

Pero la “pertinencia” que el Presidente le concedió a la posición que la vice expresó en La Habana (lugar que todos los columnistas presentan como agravante), cuando dijo que el Fondo debe aceptar una quita de la deuda así como aceptó prestarle a Macri para financiar la fuga de capitales, es señalada como una sorpresa desagradable, que puede hacer enojar a los gobiernos a los que les pidió ayuda, especialmente el de Estados Unidos.

 

También el ministro Guzmán recibe metralla de los tanques: ponderado por su estilo mesurado y pulcro, por sus credenciales en templos académicos de Occidente, decepciona ahora por su “demagogia”, porque dijo en el Congreso que el gobierno está “del lado de la gente”. En suma, se está volviendo “populista”, se quejó Guyot en La Nación el sábado. Se está “kirchnerizando”, hizo coro Laborda en el mismo diario, el domingo.

 

Menos abstracto, más pragmático, Bonelli publicó el viernes en Clarín el pliego de condiciones a Guzmán: los cuatro años de gracia que, dice, busca el gobierno, requieren un pago en efectivo de 10 mil millones de dólares. Así nomás. Y así como antes en estos espacios se dijo que la “amenaza” de default bonaerense iba a sepultar a la Argentina en el infierno, ahora que Kicillof pagó Bonelli lo culpa de haber eliminado “un arma negociadora clave”, lo que “debilita a la Casa Rosada”.

 

Pero nadie lleva las banderas del Fondo y acreedores privados como Morales Solá: tras la infaltable andanada contra Cristina Kirchner, dice redondamente que no es verdad que el FMI haya incumplido sus normas con sus préstamos a Macri. Si hubo fuga, concede, “fue muy pequeña”. El que no cumple las normas del orden mundial es la Argentina: lo hizo Macri con sus medidas tras las PASO, al congelar tarifas. Y si no hay inversiones es porque se aplica un cepo (invento, dice, de CFK) y en suma porque es un país que pide dólares prestados y “después insulta al prestamista”.

 

Al final va contra Guzmán, igual que su compañero de banco Rodríguez Yebra, que lo tilda a unos centímetros de distancia de “tribunero”. Y si el Presidente acompañó la “irrupción” de Cristina Kirchner en el tema deuda fue solo para cuidar la unidad. Es que Alberto F. quiere ser “moderado”, pero los kirchneristas se lo impiden.

 

También Clarín, como es habitual, ataca principalmente a la ex presidenta por hablar de quita de deuda, lo que arruinó la “expectativa positiva” que Alberto F. había conseguido en Europa. El columnista González insiste en la teoría de un poder partido y de un conflicto de pronóstico difícil. Eleva el tono dramático al final, cuando habla de que “quedan seis semanas a todo o nada”, por el momento en que el gobierno se propuso como objetivo para la reprogramación de deuda.

 

Varios columnistas de Clarín y La Nación, así como Tenembaum y Letjman en Infobae, juegan con la ocurrencia de que la principal oposición al eventual buen gobierno de Alberto F. lo expresa Cristina Kirchner. Para esto se hacen recorridos, una y otra vez, por el tema de los presos políticos y por las expresiones de Sergio Berni. En esto, Fioriti de Clarín acusa a Kicillof de estar siempre al tanto de lo que hará su funcionario. Peor todavía: “lo incentiva”.

 

Como la exigencia unánime es no defraudar a los acreedores, que al final son los buenos de esta película, el tema del sistema empleado para el aumento de jubilaciones y asignaciones casi no entra a las columnas políticas: el redescubrimiento de la palabra “ajuste”, que todos estos medios habían olvidado durante los cuatro años de Macri, aparece pues en espacios separados.

 

El sábado, en La Nación, Guyot se burla de la idea de que el país “resulta víctima de crueles usureros”. Es que, como se sabe, la usura financiera es un invento K. En lo cual, dice este atrevido opinante, se equivoca no solo Guzmán, sino el mismísimo papa Francisco. Argentina es un “rehén voluntario”, ensaya después, parecido a la pseudo filosofía política del mismo día en Clarín, por Miguel Wiñazki: Hubo “fiesta” en el país cuando se declaró el default en 2001, porque “los buitres somos nosotros”. Pobrecillos los prestamistas.

 

Las fantochadas teóricas vienen matizadas, como siempre, con advertencias más o menos sutiles respecto de la ubicación del gobierno en el plano internacional: el domingo, Kirchsbaum llama a cuidar la buena relación inaugurada por el canciller Solá con el gobierno de Bolsonaro, ya que allí comprendieron que si se pelean con Alberto F. ganarán los “bolivarianos”.

 

Y La Nación insistió sábado y domingo en preguntas y sospechas que Clarín, Van der Kooy mediante, ya había plantado: ¿Qué hace Ella yendo tanto a La Habana, eh? “Tantas horas acompañando a su hija Florencia entre custodios cubanos no deberían tomarse con inocencia geopolítica”, tipeó Olivera. El tema, dice, está bajo observación de “norteamericanos propensos a ver conspiraciones”. Y sin olvidar que a La Habana viajó Evo Morales, a quien la nota acusa de haber permitido el despliegue en Bolivia del movimiento libanés Hezbollah, pro-iraní.

 

Tal vez Cristina criticó al FMI para “quedar bien con los anfitriones cubanos”, machaca Morales Solá. Es que “les debe varios favores. Un misterio rodea los viajes de Cristina a Cuba”.

 

-Comunicadores de la Argentina (COMUNA)

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