La pandemia del capitalismo, el coronavirus y la crisis económica (I)

23/03/2020
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Una crisis de salud pública

 

La pandemia del coronavirus constituye un gravísimo problema de salud pública y los sufrimientos que la difusión del virus provocará serán enormes. Si alcanza masivamente a los países del Sur global cuyos sistemas de salud pública, que ya eran muy frágiles, fueron terriblemente maltratados por 40 años de neoliberalismo y, por lo tanto, habrá una grandísima cantidad de muertos. Sin olvidar la situación dramática de la población iraní víctima del bloqueo decretado por Washington, bloqueo que incluye la importación de medicamentos y equipamiento sanitario.

 

Utilizando el pretexto de la necesaria austeridad presupuestaria para poder pagar la deuda pública, los gobiernos y las grandes instituciones multilaterales como el Banco Mundial , el FMI y los bancos regionales, por ejemplo, el Banco africano de desarrollo, generalizaron las políticas que deterioraron los sistemas de salud pública: supresión de puestos de trabajo y precarización de los contratos de trabajo, supresión de camas hospitalarias, cierre de centros médicos de proximidad, aumento del coste de la atención médica y de los medicamentos, reducción en las inversiones en infraestructuras y equipamientos, privatización de diferentes sectores de la sanidad, reducción de inversión pública en la investigación y el desarrollo de tratamientos en beneficio de los intereses de los grandes grupos farmacéuticos, etc.

 

Esto es así en países de África, Asia, América Latina y Caribe, y en los países del exbloque del Este (en Rusia y en otras exrepúblicas de la difunta URSS, Europa central y oriental). Pero esto también concierne, evidentemente, a países como Italia, Francia, Grecia y otros países europeos. ¿Y qué pasará en Estados Unidos, donde 89 millones de personas no tienen una verdadera cobertura de salud, como lo denuncia Bernie Sanders?

 

Los grandes medios de comunicación y los gobiernos insisten sobre las diferencias en el porcentaje de letalidad debido a la edad. Sin embargo, no quieren atraer la atención sobre las diferencias de clase y sobre como la mortalidad debido a esta pandemia afectará a la gente según sus ingresos y su patrimonio, y por lo tanto según la clase social a la que pertenecen. Es muy diferente ponerse en cuarentena o acceder a un servicio de reanimación cuando se tienen 70 años y se es pobre, que cuando se es rico.

 

También habrá una brecha entre los países, que a pesar de las políticas neoliberales, mantienen en mejor estado su sistema de salud pública y aquellos que fueron más lejos en los atentados a la calidad de los servicios de salud.

 

La crisis bursátil y la crisis financiera

 

Aunque los grandes medios de comunicación y los gobiernos afirman constantemente que la crisis bursátil es debida a la pandemia de coronavirus, insisto sobre el hecho de que todos los elementos de una nueva crisis financiera ya estaban reunidos desde hace varios años, y que el coronavirus fue la chispa o el detonador de la crisis bursátil y no la causa. Para consultar: https://www.cadtm.org/No-el-coronavirus-no-es-responsable-de-las-caidas-en-las-bolsas. A pesar de que algunas personas hayan visto en esta afirmación una tentativa de negar la importancia de la pandemia, mantengo mi afirmación. La cantidad de inflamables en el ámbito de las finanzas alcanzó la saturación desde hace varios años y se sabía que una chispa podía e iba a provocar una explosión: no se sabía cuándo se produciría y cuál sería el detonante, pero se sabía que ocurriría. Por lo tanto, era necesario actuar para evitarla y no se hizo nada. Numerosos autores de la izquierda radical, como Michael Roberts, Robert Brenner o François Chesnais, anunciaron esta crisis. Desde 2017, publique artículos regularmente sobre esta cuestión, consultad: https://www.cadtm.org/Economia-internacional-Todo-va-muy que data de diciembre de 2017. Con el CADTM y otras organizaciones, hemos afirmado que es necesario romper radicalmente con el capitalismo.

 

Un primer gran crash bursátil tuvo lugar en diciembre de 2018 en Wall Street. Bajo la presión de un puñado de grandes bancos privados y de la Administración de Donald Trump, la Reserva Federal de Estados Unidos había vuelto a bajar los tipos de interés y eso fue aplaudido por algunas grandes compañías privadas que dominan los mercados financieros. Volvió el frenesí por el aumento de los valores bursátiles, y las grandes empresas continuaron recomprando sus propias acciones en la bolsa para amplificar el fenómeno. Aprovechándose de la reducción de los tipos de interés, las grandes compañías privadas aumentaron su endeudamiento y los grandes fondos de inversión aumentaron la compra de empresas de todo tipo, incluidas las industriales, recurriendo al endeudamiento (https://www.cadtm.org/La-montana-de-deudas-privadas-de-las-empresas-estara-en-el-corazon-de-la, publicado en abril de 2019).

 

Ese mismo año, y de nuevo en Wall Street, a partir de septiembre, hubo un grandísima crisis de penuria de liquidez en un mercado financiero que, sin embargo, rebosaba liquidez. ¿Una crisis de liquidez mientras hay una profusión de liquidez? Es una paradoja aparente como lo expliqué en https://www.cadtm.org/Panico-en-la-Reserva-Federal-y-retorno-del-Credit-Crunch-sobre-un-mar-de-deudas, publicado el 25 de septiembre de 2919 y en https://www.cadtm.org/Hablemos-de-nuevo-del-panico-que-sufrio-la-Reserva-Federal-de-los-EEUU-FED-en, publicado el 1 de noviembre de 2019. Se trataba de una grave crisis y la Reserva Federal intervino masivamente inyectando unos cientos de miles de millones de dólares para tratar de evitar el hundimiento de los mercados. La Reserva Federal también guardó en su balance más de 1,3 billones de dólares de productos estructurados tóxicos que había comprado en los bancos en 2008 y 2009, ya que estaba persuadida, con toda la razón, que si se pusieran en venta en el mercado secundario de deuda, el precio se desplomaría y eso arrastraría una gran crisis financiera y quiebras de bancos. Si la Fed hizo eso, no fue para defender el interés general sino para defender el interés del gran capital, o sea, del 1 % más rico de la sociedad.

 

El BCE y los otros grandes bancos centrales (del Reino Unido, Japón, Suiza, China …) aplicaron, más o menos, el mismo tipo de política y tienen una responsabilidad muy importante en la acumulación de inflamables en el ámbito financiero (podéis consultar mi artículo de marzo de 2019 https://www.cadtm.org/La-crisis-economica-y-los-bancos-centrales.)

 

Asistimos a una enorme creación de capital ficticio, y en cada crisis financiera una parte importante de ese capital ficticio debe «desaparecer» ya que eso forma parte del funcionamiento normal del sistema capitalista. El capital ficticio es una forma de capital que se desarrolla exclusivamente en la esfera financiera sin ninguna relación verdadera con la producción. Es ficticio en el sentido en que no se basa directamente sobre una producción material, ni sobre la explotación directa del trabajo humano ni de la naturaleza. Como lo dice el economista francés miembro de ATTAC, Jean Marie Harribey: «Las burbujas estallan cuando la diferencia entre el valor realizado y el valor prometido se vuelve demasiado grande y algunos especuladores entienden que las promesas de liquidación rentable no podrán ser honradas por todos, en otras palabras, cuando las plusvalías financieras no podrán nunca generarse si no hay una plusvalía suficiente de producción. », Jean-Marie Harribey, «La baudruche du capital fictif, lecture du Capital fictif de Cédric Duran », Les Possibles, N° 6 - Printemps 2015 : https://france.attac.org/nos-publications/les-possibles/numero-6-printemps-2015/debats/article/la-baudruche-du-capital-fictif.

 

Me reafirmo en que la pandemia del coronavirus no constituye la causa real y profunda de la crisis bursátil que se desencadenó en la última semana de febrero de 2020 y que sigue. Esta pandemia constituye el detonador, la chispa. No obstante, existen otros acontecimientos graves que podrían haber sido detonadores o chispas. Por ejemplo, una guerra declarada y caliente entre Washington e Irán o una intervención directa de Estados Unidos en Venezuela. La crisis bursátil que hubiera seguido, habría sido atribuida a la guerra y sus consecuencias. Y también, yo habría afirmado que esa guerra, cuyas consecuencias serían gravísimas, sin controversia posible, habría sido la chispa pero no la causa profunda. Así que, aunque haya una relación innegable entre los dos fenómenos (la crisis bursátil y la pandemia del coronavirus), eso no significa que no es necesario denunciar las explicaciones simplistas y manipuladoras que declaran que la causa es el coronavirus. Esa explicación mistificadora es una trampa destinada a desviar la atención de la opinión pública, del 99 %, del rol que tuvieron las políticas llevadas a cabo a favor del Gran Capital a escala planetaria y de la complicidad de los gobiernos actuales.

 

La crisis del sector de la producción precedió la pandemia del coronavirus

 

Y eso no es todo. No solo la crisis financiera estaba latente desde hacía varios años y la prosecución del aumento de precio de los activos financieros constituían un indicador muy claro, sino que, además, una crisis del sector de la producción había comenzado mucho antes de la difusión del covid19, en diciembre de 2019. Antes del cierre de fábricas en China, en enero de 2020 y antes de la crisis bursátil de fines de febrero de 2020.

 

Vimos durante el año 2019 el comienzo de una crisis de superproducción de mercaderías, sobre todo en el sector del automóvil con una caída masiva de ventas de automóviles en China, India, Alemania, Reino Unido y muchos otros países. Eso produjo una reducción de la producción de automóviles. También hubo superproducción en el sector de la fabricación de equipamientos y de herramientas mecánicas en Alemania, uno de los tres productores mundiales en este sector. Al mismo tiempo, se produjo una muy fuerte reducción del crecimiento industrial en China, lo que tuvo graves consecuencias en los países que exportan a China equipamientos, automóviles y materias primas. Durante el segundo semestre de 2019, la recesión se declaró en el sector de la producción industrial en Alemania, Italia, Japón, África del Sur, Argentina… y en varios sectores industriales en Estados Unidos.

 

La evolución de la crisis financiera y económica desde el 3 de marzo de 2010

 

Recordemos que, durante la última semana de febrero de 2020, las principales bolsas de valores del mundo (en toda América, en Europa y en Asia) sufrieron una caída muy importante que osciló entre un 9,5 % y un 12 %, y fue la peor semana desde octubre de 2008.

 

Ahora, retomo el hilo de los acontecimientos donde los dejé: el 3 de marzo de 2020, al día siguiente de la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos, la Fed, de bajar un 0,5 % su tipo de interés director.

 

Los bancos centrales actúan como bomberos pirómanos

 

El 3 de marzo de 2020, la Fed decidió fijar su tipo director en una horquilla del 1 % al 1,25 %, o sea fue una reducción del 0,5 %, la más fuerte de estos últimos años, ya que hasta ese momento la Fed bajaba su tipo de interés en escalones de 0,25 %. Frente a la continua caída de las bolsas y, especialmente, de los bancos que están al borde de la quiebra, la Fed decide una nueva reducción el 15 de marzo de 2020, que golpea incluso más fuerte que la del 3 de marzo. Esta vez, bajó su tipo director un 1 %. Por lo tanto, desde el 15 de marzo, el nuevo tipo de interés director de la Fed se sitúa en una horquilla que va del 0 % al 0,25 %. Los bancos son, por consiguiente, animados a que aumenten su endeudamiento.

 

La Fed no se contentó con bajar el tipo de interés, también recomenzó con la inyección en el mercado interbancario de una enorme masa de dólares, ya que los bancos una vez más, no confían entre ellos y se niegan a prestarse dinero. El presidente de la Fed declaró que su institución había programado inyectar en las próximas semanas más de 1 billón de dólares de liquidez en los mercados a corto plazo, especialmente, en el mercado de repos, sobre el que ya había intervenido masivamente entre septiembre y diciembre de 2019. El mercado de repo [1] designa el mecanismo por el cual los bancos se financian por un corto tiempo: éstos venden títulos que poseen con el compromiso de comprarlos de nuevo rápidamente. Por ejemplo, depositan por 24 horas (como garantía o como colateral del préstamo que aceptan) títulos del Tesoro de Estados Unidos o de obligaciones de empresas que tienen una nota AAA. A cambio de esos títulos, obtienen dinero en efectivo, a un interés próximo o igual al tipo director fijado por la Fed, próximo, como hemos visto, al 1 %, desde el 3 de marzo de 2020 y del 0 %, desde el 15 de marzo de 2020.

 

El Banco Central Europeo (BCE) dirigido por Christine Lagarde, cuyo tipo director es del 0 %, anunció el 12 de marzo de 2020 que iba a aumentar sus compras de títulos financieros privados (obligaciones y productos estructurados) y públicos (títulos soberanos). También aumentó el volumen de créditos ventajosos a medio y largo plazo para los bancos. Y si éstos se comprometen a no reducir el volumen de préstamos al sector privado —aunque si no cumplen esta promesa no está previsto ningún mecanismo para multarlos— pueden financiarse generosamente con el BCE, con un tipo de interés negativo de – 0,75 %. Eso quiere decir que los bancos obtendrán una remuneración al endeudarse con el BCE.

 

Como está indicado más arriba, el domingo 15 de marzo, con pánico de nuevo por lo que había pasado la semana anterior, la Fed, que reunió a su comité director en situación de catástrofe y sin esperar a la fecha normal para hacerlo, llevó su tipo de interés al 0 % (su tipo director está en la horquilla del 0 % al 0,25 %). La Fed también anunció que recomenzaría a comprar a los bancos productos estructurados, los famosos MBS (Mortgage Backed Securities), que estuvieron en el centro de la crisis financiera de 2007-2009, por 200.000 millones de dólares.

 

Pero eso no permitió detener las ventas masivas de acciones en las bolsas, y todas las del mundo cayeron el lunes 16 de marzo de 2020. La caída de Wall Street alcanzó un nuevo récord en un solo día: –12 %. El 18 de marzo continuó la venta masiva de acciones.

 

 Los mercados bursátiles continuaron con sus caídas

 

Se produjeron varias jornadas negras, es decir varios crash bursátiles, en la segunda quincena de febrero y durante la primera quincena de marzo. Y eso a pesar de las intervenciones masivas de los bancos centrales ya sea en el Norte o en el Sur del mundo, en el Oeste como en el Este.

 

Las sesiones bursátiles fueron literalmente caóticas. Muchas veces, en estas últimas semanas, se debieron interrumpir durante 15 a 30 minutos con el fin de frenar las ventas cada vez más masivas y evitar la catástrofe. Esas interrupciones en las que las autoridades bursátiles accionaron un cortocircuito (según su jerga) ocurrieron varias veces en Wall Street, en Brasil, en la India y en Europa, tanto que algunos comentaristas se preguntan por qué las autoridades no cerraron, simple y llanamente, las bolsas.

 

El jueves 12 de marzo de 2020, una de las recientes jornadas más negras, la caída fue impresionante: -12,28 % en París, -10,87 % en Londres, -11,43 % en Fráncfort, -14,21 % en Bruselas y el récord de Milán -16,92 %. En Nueva York, el Dow Jones perdió el 9,99 %, el Nasdaq el 9,43 % y el S&P500 el 9,51 %. En Madrid, el Ibex 35 cayó un 14,06 %. Las bolsas de Asia, América Latina y África también se desplomaron.

 

El lunes 16 de marzo, a pesar de la decisión de la Fed de llevar su tipo de interés al 0 % para contentar al Gran Capital y de poner fin a la caída al vacío, continuaron las ventas masivas de acciones. En Nueva York. S&P500 cayó un 12 %, la bolsa brasileña, un 13 %. Las bolsas europeas de nuevo perdieron; Londres, un 4 %; París y Fráncfort más del 5 %; Milán un 6 %; Bruselas un 7 %; Madrid un 8 %. En Asia-Pacífico, el Nikkei de Tokio bajó un 2,5 %, las bolsas chinas cayeron entre el 3 y el 4 %, la bolsa india un 8 %, la bolsa australiana un 9 %. Y la debacle continúa.

 

En un mes, entre el 17 de febrero y el 17 de marzo, las bolsas de valores sufrieron una verdadera purga: en Nueva York, el Dow Jones industrial perdió el 32 %, el S&P500 de las 500 principales empresas perdió el 24 % de su valor. En Londres, Footsie bajó un 31 %, en Fráncfort, el DAX bajó ¡el 37 %! En Bruselas, el Bel20 se hundió un 41 %. El CAC40 (Francia) perdió el 36,5 %. La bolsa de Madrid (IBEX 35) perdió el 38 %, la de Lisboa (PSI20) perdió el 31,5 %. La bolsa brasileña perdió el 28 %, la de Buenos Aires más del 30 %. La bolsa india perdió el 25,5 %. La bolsa sudafricana (JSE) perdió el 35 %. RTS, la bolsa de Moscú, perdió el 40 %. El BIST 100 de Turquía se hundió un 28 %. A Tokio, el Nikkei perdió el 28 %. A Hong Kong, el Hang Seng perdió el 21 %, En Sídney, la bolsa australiana ASX, perdió el 26 %. Solamente la bolsa de Shanghái limita sus pérdidas, un 7,7 %. Si a ésta le va mejor que a todas las otras bolsas del mundo, es gracias al apoyo aportado, bajo orden gubernamental, por las empresas chinas y los fondos públicos. Recibieron la orden de comprar de forma sistemática acciones de la bolsa en plena crisis del coronavirus mientras los otros vendían.

 

En resumen, entre el 17 de febrero y el 17 de marzo, todas las bolsas del planeta sufrieron importantes pérdidas comparables o superiores a lo que había pasado durante las grandes crisis bursátiles de 1929, 1987 y 2008.

 


Evolución en % de las principales bolsas de valores del mundo entre el 17 de febrero y el 17 de marzo de 2020

 

 

Fuente: Cálculo del autor, a partir de datos del CNN y de Boursorama

 

¿Quién se deshace en masa de esas acciones?

 

Los grandes mercados bursátiles está dominados por un centenar de grandes grupos privados, sus accionistas forman parte del 1 %, incluso del 0,1 %. Esos grandes grupos privados tienen un papel importante en el detonante de la crisis bursátil y en su extensión.

 

Entre ellos, se encuentran una treintena de grandes bancos, una decena de grandes fondos de inversión —entre éstos BlackRock, Vanguard, State Street y Pimco que tienen un papel clavé—, y hay que agregar las GAAF —Google. Apple, Amazon, Facebook—, además de grandes conglomerados industriales, casi una decena de grandes sociedades petroleras, algunos grandes fondos de pensión.

 

Este grupo de grandes capitalistas y los Estado-mayor de sus empresas están fuertemente interconectados ya que hay, sistemáticamente, participaciones cruzadas (o sea, un banco puede ser accionista de empresas industriales y a la inversa, y es evidente que los grandes fondos de inversiones como BlackRock tienen participaciones en todas las sociedades privadas. Véase el recuadro). Pero se dieron cuenta que la fiesta se estaba acabando, y que todavía estaban a tiempo, a fines de febrero de 2020, para recoger ganancias: la diferencia entre lo que habían pagado durante los dos o tres últimos años en la compra de acciones y el apogeo de la fiesta bursátil del comienzo de 2020. Así que decidieron vender, obteniendo al principio un buen precio. Luego, por un efecto contagio, todos los grandes accionistas y todos los actores de los mercados financieros también comenzaron a vender, acumulando una buena parte de la plusvalía, antes de que la caída de precios diese como resultado que el precio de venta de las acciones esté a un nivel más bajo que el de antes de la burbuja. Mientras tanto, los más grandes y los más rápidos consiguieron ganancias considerables.

 

Lo importante para un gran accionista es vender cuando el precio todavía no bajó demasiado, lo que significa vender lo máximo posible muy rápidamente, y para eso se utilizan programas específicos de venta de acciones, que se activan desde que un movimiento de venta alcanza un nivel determinado. Por eso hubo jornadas con caídas considerables seguidas a la mañana siguiente por subidas, ya que los que habían vendido la víspera antes de la caída, ven ganancias si recompran unas acciones que perdieron un 5 % o un 10 %, incluso un 20 %, del precio de venta del día anterior.

 

Eso explica la sucesión de jornadas negras, seguidas de jornadas de remontada. Sin embargo, a pesar de esas remontadas momentáneas, la tendencia general es una verdadera purga. La burbuja bursátil estalla ante nosotros.

 

El hundimiento de las bolsas tiene tal amplitud que, en fin de cuentas, los grandes grupos que lanzaron procesos de ventas masivas, ven disminuir sus activos. Puede ser que hayan ganado especulando a la baja y luego al alza, pero en este estadio de la crisis el valor total de sus activos disminuyeron fuertemente. El Financial Times da una estimación con respecto a los tres fondos de inversión más importantes: BlackRock, Vanguard y State Street, cuyo valor de activos habría bajado en 2,8 billones de dólares en un poco menos de un mes. (Financial Times, «World’s three biggest fund houses shed $2.8tn of assets», https://www.ft.com/content/438854a8-63b0-11ea-a6cd-df28cc3c6a68, publicado el 15 de marzo de 2020). 2,8 billones de dólares es un 10 % más que el PIB de Francia. Según ese diario financiero, mientras que a comienzos de año, los activos que poseía BlackRock habían alcanzado la astronómica cifra de 7,4 billones de dólares, la caída de las bolsas los recortó en 1,4 billones. Además, el valor bursátil de BlackRock bajó un 28 % en un mes, hasta el 15 de marzo de 2020. Los activos de Vanguard habían alcanzado 6,2 billones y también sufrieron una reducción de 800.000 millones entre febrero y el 15 de marzo de 2020.

Fondo de inversión BlackRock

 

BlackRock es a nivel mundial el mayor fondo mutuo de inversión que opera a nivel mundial con 70 oficinas en 30 países y clientes en 100 países. En enero de 2020, BlackRock gestionaba activos por un valor total de 7,4 billones de dólares. Sin embargo, al 17 de marzo de 2020, el valor de los activos de BlackRock habría disminuido en 1,4 billones de dólares. A comienzos de enero de este año, sus activos se repartían en dos grandes categorías: un 55 % en forma de acciones, un 34 % en forma de obligaciones, y un resto marginal. Con respecto a su extensión en el mundo, Estados Unidos representa el 61 % de sus activos, Europa un 31 % y Asia un 8 %. En 2012, este fondo ejerció su derecho a voto en 14.872 asambleas generales de accionistas, de las cuales, 3.800 en Estados Unidos.

 

BlackRock recompró durante la crisis bancaria de 2008 un departamento importante del banco británico Barclays (antes de eso, había comprado una parte de Merrill Lynch). En 2014, BlackRock era el principal accionista del principal banco estadounidense JPMorgan (con el 6,1 % del capital), el primer accionista de Apple (con el 5,1 %), de Microsoft (con el 5,5 %), de Exxon Mobil (con el 5,4 %), de Chevron (con el 6,2 %), de Royal Dutch Shell (con el 4,9 %), de Procter &Gamble (con el 5,4 %), de General Electric (con el 5,5 %) y de Nestlé (con el 3,7 %). Era el segundo accionista en orden de importancia en la sociedad de Warren Buffet, Berkshire Hathaway (en la que BlackRock tiene el 6,8 % de su capital)). Era también el segundo accionista de Google (5,8 %), de Johnson & Johnson (5,6 %), del cuarto banco más grande de Estados Unidos, el Wells Fargo (5,4 %), de Petrochina (6,8 %). También, era el tercer accionista de Walmart (2,6 %) y de Roche (2,0 %) y el cuarto accionista de Novartis (3,0 %). Las 17 empresas que se han nombrado tienen una posición dominante en sus respectivos sectores de actividad. Estos 17 mastodontes son las mayores sociedades en el mundo en términos de capitalización bursátil. Hay que agregar que BlackRock posee una sociedad de gestión de riesgos llamada Aladdin que asesora a sociedades financieras que poseen activos por un monto total de 11 billones, y que además tiene acciones de Moody’s y de McGraw Hill, la propietaria de Standard & Poor’s, dos de las agencias de calificación más importantes a nivel internacional.

 

Como indicación suplementaria de la influencia de BlackRock, se puede tener en cuenta el número de comunicaciones telefónicas que Tim Geithner, secretario de Estado de Finanzas de Estados Unidos después de la crisis de 2008, durante el gobierno de Obama, tuvo con Larry Fink, patrón de este fondo de inversión. Tim Geithner mantuvo 49 conversaciones con Larry Fink entre el 1 de enero de 2011 y el 30 de junio de 2012, Durante ese mismo período, mantuvo 17 con Jamie Dimon, patrón de JPMorgan; 13 con Lloyd Blankfein, patrón de Goldman Sachs, 5 con Brian Moynihan, patrón del Bank of America así como con James Gorman, patrón de Morgan Stanley.

 

Es interesante mencionar que la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) le encargó a BlackRock la auditoría de los bancos griegos en 2014.

 

En 2016, BlackRock era accionista de 18 sociedades del CAC 40 (Atos, BNP Paribas, Vinci, Saint-Gobain, Société Générale, Sanofi, Michelin, Safran, Teleperfomance, Total, etc.).

 

Posee también el 5 % del grupo bancario Santander, el principal banco español.

 

En 2019, BlackRock poseía el 4,81 % del principal banco de Alemania, el Deutsche Bank. Y, por ende, era el primer accionista.

 

A pesar de las tentativas de BlackRock de presentarse como un inversor sostenible, es el mayor accionista en el mundo de las centrales eléctricas que utilizan carbón, de hecho, tiene acciones en 56 sociedades de este tipo. Por medio de estas sociedades de las cuales es el principal accionista, posee más reservas de petróleo, de gas y de carbón que cualquier otro inversor. Sus reservas totales ascienden a 9,5 gigatoneladas de emisiones de CO2, o sea, el 30 % de las emisiones totales ligadas a la energía a partir de 2017. El 10 de enero de 2020, un grupo de activistas por el clima entró en las oficinas de BlackRock Francia, para pintar los muros y los suelos con advertencias y acusaciones sobre la responsabilidad de la empresa en las crisis climáticas y sociales actuales.

 

El 14 de enero de 2020, el CEO de BlackRock, Laurence Fink, declaró que la sostenibilidad ambiental sería un objetivo claro para las decisiones sobre inversiones. BlackRock anunció que vendería por 500 millones de dólares los activos ligados al carbón y crearía unos fondos que evitarían los stocks de combustibles fósiles, dos medidas que modificarían radicalmente la política de inversiones de la empresa.

 

Por otra parte, BlackRock es partícipe de las principales sociedades de fabricación de armas en Estados Unidos.

 

20 de marzo 2020

Fin de la primera parte

 

En la segunda parte, abordaré:

 

  • La caída de los bancos.
  • Los bancos tienen muy mala salud contrariamente a lo que dice el discurso oficial.
  • El hundimiento del precio del petróleo.
  • El comienzo del estallido de la burbuja del mercado obligatorio privado. La caída de los precios de los títulos de la deuda privada y el aumento brutal de los rendimientos y de la prima de riesgo.
  • La muy buena salud de los títulos de la deuda pública, Su precio aumenta. Los Estados de economías dominantes se financian con tipos de interés negativos.
  • Después, volveré con las propuestas de medidas que se deben tomar y a la necesidad de romper con el sistema capitalista. Es necesaria una auténtica revolución para modificar radicalmente a la sociedad, en su modo de vida, su modo de propiedad, su modo de producción. Esta revolución solo será posible si las víctimas del sistema entran en autoactividad, se autoorganizan, y desplazan al 1 % de los diferentes centros de poder para crear un verdadero poder democrático. Una revolución ecologista socialista autogestionaria y feminista es necesaria.

 

(Traducido por Griselda Pinero)

 

- Eric Toussaint es doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el portavoz del CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.

 

 

Notas

 

[1] Repo es la abreviatura utilizada en Estados Unidos para la expresión Sale and Repurchase Agreement, o sea, un acuerdo de compromiso de recompra de un activo financiero a muy corto plazo, y es un importante instrumento financiero del mercado monetario.

 

http://www.cadtm.org/La-pandemia-del-capitalismo-el-coronavirus-y-la-crisis-economica

 

 

https://www.alainet.org/de/node/205407

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