México y China: Los desencuentros

04/06/2013
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La visita del Presidente de la República Popular China (RP China) Xi Jinping a México del 4 al 6 de junio, es considerada como una oportunidad para que ambos países relancen una relación bilateral donde la nota han sido los desencuentros, al menos en lo que va del siglo. La última vez que un mandatario de aquella nación efectuó una visita de Estado a México fue en 2005, cuando el entonces Presidente Hu Jintao se reunió con su homólogo Vicente Fox. Han transcurrido ya ocho años en medio de los cuáles se conmemoraron ocho lustros del establecimiento de relaciones diplomáticas, en las que el potencial de los vínculos entre las dos naciones todavía no se ha manifestado.
 
Aun cuando México y la RP China son países en desarrollo (si bien México tiene niveles de bienestar social más altos, como se observa en el cuadro anexo), los lazos que han mantenido históricamente se caracterizan por la desigualdad, la cual se acentúa hoy como nunca, especialmente en el terreno económico. Adicionalmente, los desencuentros políticos son frecuentes, situación que repercute en el ánimo de los dos países, generando obstáculos innecesarios, pese a que Beijing caracteriza a los vínculos con México como relación estratégicades de 2003. Aun cuando la lejanía geográfica podría considerarse como un factor que dificulta la concertación entre las dos naciones, el que la RP China tenga una presencia comercial –legal e ilegal- tan importante en México, echa por tierra el argumento de las distancias. Más preocupante es observar que México, campeón de las negociaciones de tratados de libre comercio, no alcanza a utilizarlos en aras de incursionar en mercados no tradicionales, en tanto la RP China, que hace apenas algunos años empezó a suscribir diversos tratados comerciales, conquista al mundo.
 
 
Fuente: UNDP (2013), Human development report 2013.El ascenso dsel Sur: progreso humano en un mundo diverso,New York, United Nations Development Program/Palgrave Macmillan y L’état du monde 2011. Annuaire économique, géopolitique mondial, Montréal, Éditions La Découverte/Boréal.
 
Relaciones políticas
 
Las relaciones diplomáticas entre México y la RP China fueron establecidas el 14 de febrero de 1972, luego de que, en octubre de 1971, el gobierno mexicano se uniera al voto favorable al ingreso del país asiático a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como representante único de esa nación y aceptando el principio de “una sola China” a partir del reconocimiento de la indivisibilidad de su territorio.
 
Desde entonces, todos los Presidentes de México han visitado la RP China, incluyendo al actual, Enrique Peña Nieto, quien viajó al milenario país en abril pasado. Es evidente que la RP China considera como estratégica la relación, no sólo por la cercanía de México con el mercado estadunidense, sino también por el hecho de que gran parte de los países centroamericanos, vecinos de los mexicanos, siguen manteniendo relaciones diplomáticas con Taiwán.
 
En términos formales, las relaciones son óptimas, aunque frecuentemente se producen desencuentros por situaciones absurdas. Por ejemplo, durante la visita del entonces Presidente mexicano, Vicente Fox, realizada a la RP China en junio de 2001, destacó la ausencia del canciller, Jorge Castañeda, en la cena de gala ofrecida por las autoridades chinas. Otro incidente innecesario se produjo cuando el entonces Secretario de Economía de México, Fernando Canales Clarión, se refirió “a título personal” a la RP China de manera despectiva, como un país que basa su prosperidad en prácticas desleales de comercio y dumping social, además de criticar la falta de democracia en la nación asiática. Sus declaraciones crearon una crisis en las relaciones bilaterales, justo cuando una delegación económica de la RP China de alto nivel estaba por viajar a México y claro, canceló la visita. De manera más reciente, durante el gobierno de Felipe Calderón, éste recibió al Dalai Lama, en lo que la RP China consideró una afrenta, tomando en cuenta las reivindicaciones soberanistas del Tíbet. En represalia, las autoridades chinas suprimieron la compra de carne de cerdo mexicana, entre otras medidas, amén de que “congelaron” la relación. Estos desencuentros no debieron ocurrir.
 
 Relaciones económicas
 
Se trata de un rubro de la mayor importancia, considerando la evolución de los intercambios comerciales entre los dos países. Desde 1990, la balanza comercial bilateral ha sido deficitaria para México, y esto se ha acelerado luego de que la RP China ingresó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. No es exagerado señalar que el crecimiento geométrico que se observa en la balanza comercial bilateral es resultado solamente de las acciones chinas, puesto que, a pesar de ser un mercado en expansión, la comunidad empresarial mexicana tiende en general a ignorar las oportunidades que ofrece ese país. En 2012, el comercio total entre México y la RP China llegó a los 62 mil 657 millones de dólares, de los cuales sólo 5 mil 721 millones de dólares era el monto de lo que vendían los mexicanos al país asiático (es decir que por cada dólar de producto que exporta México a la RP China, ésta le vende 10 dólares). Esto significa que casi 57 mil millones de dólares corresponden a los productos chinos que ingresan a México, por lo que el país tiene un déficit comercial superior a los 50 mil millones de dólares. Por cierto que el déficit comercial no ha parado de crecer, dado que en 2010 fue de 41 mil 424 millones de dólares, en tanto que para el 2011 ya era del orden de los 46 mil 283 millones de dólares.
 
El vertiginoso crecimiento de la economía china también ha repercutido en otros ámbitos, como la presencia de empresas extranjeras que anteriormente operaban en México y que optaron por mudar sus operaciones al país asiático. Esto también se aplica a la inversión extranjera, rubro en que la RP China es un verdadero imán y compite con México en el mundo. Empero, a propósito de la inversión extranjera directa de la RP China en México, hay que decir que ésta es muy menor, en contraste con otros países latinoamericanos. Las inversiones extranjeras directas de la RP China en México, aun cuando han crecido, acumulan un saldo de sólo 258. 6 millones de dólares en los últimos 13 años, en contraste con los más de 15 mil millones de dólares que recibe México anualmente. Lo que es más: el principal socio comercial de Beijing en América Latina, que es Brasil, recibió, en 2010, inversiones del orden de los 12 mil 700 millones de dólares (y la promesa de que en los siguientes dos años sextuplicará ese monto). En este sentido, para fines de inversión extranjera, México tiene una prioridad más bien residual de parte de Beijing, considerando que, comparativamente, Panamá recibe más recursos.
 
Así, se ha sugerido en distintos círculos empresariales y gubernamentales, tanto en México como en la RP China, la posibilidad de suscribir un tratado de libre comercio, en base a la idea de que podría ayudar a reducir el déficit que acumula México en la balanza comercial con el país asiático y, por supuesto, que también atraería inversiones. Sin embargo, si se toma en cuenta que México, a diferencia de la RP China, carece de una política industrial, déficit que intenta ser suplido con la suscripción de tratados de libre comercio, se podría generar una situación aún más desfavorable para el comercio exterior. Sucede que, pese a la existencia de numerosos tratados comerciales, México sigue dependiendo mayoritariamente del mercado de un solo país (EEUU). Asimismo, México subutiliza los tratados comerciales signados hasta hoy, la mayoría de los cuales son aprovechados menos por México que por sus socios. No es necesario insistir que un tratado comercial con la RP China, tiene el potencial de elevar aun más las ventas de productos de esa nación al mercado nacional y no necesariamente al contrario. Por otra parte, la idea de que los tratados de libre comercio son un instrumento clave para atraer inversiones a México, no está exenta de que ante crisis económicas globales como la actual, al disminuir los flujos de capitales, caiga la afluencia de recursos foráneos. Baste mencionar que según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 2012 la inversión extranjera en México sufrió una caída considerable del 35 por ciento, con todo y la enorme red de tratados de libre comercio que posee el país.
 
Reinventando la relación
 
El mejor conocimiento mutuo es un punto de partida para relanzar y/o reinventar las relaciones entre México y la RP China. Sin embargo, es necesario “deseconomizar” la estrategia que México desarrolla en torno a la RP China y privilegiar un enfoque multidimensional que dé prioridad no sólo a los temas económicos, sino también a los políticos, culturales y otros más. Aquí el tema de las percepciones mutuas no es menor. La percepción que priva en México acerca del coloso asiático, es la de un país que incurre en prácticas comerciales desleales (pirata, contrabandista, falsificador), que además ofrece productos de mala calidad y que constituye una amenaza para la producción nacional. En contraste, en la RP China a México se le conoce más por sus telenovelas. Ciertamente una relación bilateral no puede tener como base esas percepciones.
 
En este sentido, México está obligado a desarrollar una estrategia multidimensional de largo plazo. En el terreno económico, será crucial contar con una política industrial que estaría llamada a ser la guía para normar sus relaciones comerciales con el mundo y, ciertamente, con la RP China. Adicionalmente, las autoridades mexicanas deberían contemplar la asesoría, capacitación y apoyo a los empresarios mexicanos, muchos de los cuales desconocen las oportunidades o simplemente optan por incursionar en mercados que ya conocen, como el estadunidense. Hay diversos nichos de mercado en el país asiático amén de que como México tiene, en general, niveles de desarrollo más altos, el país podría compartir experiencias exitosas en términos de políticas sociales, educativas y de salud, entre otras. El sector de telecomunicaciones, en franca expansión en la RP China, también plantea importantes oportunidades a México. Hay que promover igualmente, el conocimiento del mandarín en México, rubro en el que afortunadamente ya hay un camino andado, al igual que en terrenos como los intercambios académicos, culturales y científicos.
 
Asimismo, se debe abordar al más alto nivel político, la manera en que las prácticas comerciales desleales de la RP China dañan a México. México, como miembro de la OMC, dispone de los recursos para llevar a Beijing ante el mecanismo de solución de controversias en el caso de que se comprueben prácticas comerciales desleales. Sin embargo, sería necesario comenzar por un diálogo bilateral, a fin de que las autoridades de ambos países desarrollen esfuerzos encaminados a mejorar las relaciones comerciales e incrementar la participación mexicana en el mercado chino. El combate de la piratería y del contrabando son imperiosos. Para resolver estos problemas no basta con las acciones que México lleve a cabo, dado que las redes criminales son transnacionales y operan también en la RP China y EEUU.
 
Y a propósito de Estados Unidos, una situación por demás preocupante es el desplazamiento de México por la RP China en el mercado de esa nación, pese a que el primero posee un tratado de libre comercio con Washington y la RP China no. Ello lleva a recordar que, en última instancia lo más importante, tanto para México como para la RP China, no es la relación bilateral, sino la manera en que cada uno de ellos defiende y amplía su presencia en el mercado estadunidense. Y es que los problemas de México en el mercado de la Unión Americana derivan, en parte, de que los productos que México exporta a EEUU son similares a los chinos. Quitando a los hidrocarburos, las ventas de manufacturas ligeras compiten directamente con las de la RP China. De ahí la propuesta de que México deje de seguir apostando a las maquiladoras como sustento de su oferta exportadora y desarrolle productos con mayor valor agregado.
 
Por último, una de las preocupaciones manifestadas por las autoridades chinas en los últimos años es la inseguridad imperante en México, la que, según ellos, resta ímpetu e interés de parte de las empresas de aquella nación para invertir acá. La realidad de las cosas es que la RP China mantiene inversiones en lugares y latitudes muy violentas y riesgosas, por ejemplo Sudán, donde a pesar de las numerosas víctimas fatales entre trabajadores y empleados chinos vinculados a la explotación petrolera que han perecido por la violencia que impera, Beijing no ha mudado sus operaciones y sigue haciendo negocios en aquellas localidades. Y es que algo que es importante entender es que para la RP China es la razón de Estado la que guía a la razón de mercado. Ello no significa que México no deba redoblar esfuerzos para ser un país más seguro. Pero la RP China es un país demasiado importante como para que la punta de lanza de las autoridades mexicanas para incursionar en aquel país sean las telenovelas. Más allá de eso, México posee capacidades materiales y humanas que son de interés para Beijing y en las que vale la pena apoyar el relanzamiento de la relación bilateral con una visión multidimensional.  
 
- María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de laUniversidad Nacional Autónoma de México
 
 
https://www.alainet.org/de/node/76532?language=es
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