La incertidumbre de la juventud en Occidente
17/07/2013
- Opinión
La juventud en occidente está extraviada. Ni siquiera está segura de su futuro, que es sombrío y catastrófico. El sistema no le ofrece ninguna seguridad al interior del sistema, sino el de siempre: consumista, pobre, sin futuro alguno y deudor de su presente. Los jóvenes descubren que el sistema de la civilización occidental a lo sumo les ofrece que sean ovejas consumistas, y se crean el cuento del triunfo y del éxito. Se crean lo que dicen todos los días sacrosantamente, cristianamente, los medios de incomunicación que deben consumir para ser felices, que deben triunfar para ser humanos (no sub humanos sin consumo), que deben avasallar para tener éxito. Para el sistema no importan los fracasados y los fracasados son la mayoría de la población juvenil, porque el paro y el sufrimiento cotidiano de la incertidumbre les hacen presas fáciles de la depresión, del desánimo y del alcoholismo y la drogadicción. Occidente entonces inventa el desahogo con el alcoholismo y la drogadicción, con el propósito de maquillar sus desastres y sus desajustes insostenibles.
Bolivia también se ve perjudicada por esa mentalidad del fracaso, de la incertidumbre, del desánimo colectivo. Los medios de comunicación nos invaden todos los días con esas maneras occidentales de la moda, de la violencia, de la drogadicción, del alcoholismo y la violencia sexual. Cotidianamente existe un lavado cerebral de los medios de incomunicación, sobre todo de la televisión que es la más nociva y anti cultural, con costumbres extrañas, ajenas y absolutamente contrarias a nuestras maneras de ser comunitarias, y más grupales que la enfermedad individual e individualista de occidente. Y afecta lamentablemente a nuestras sociedades, sobre todo a nuestros jóvenes que ven en esas costumbres extrañas y modas nocivas, engaños e ilusionismos vanos y peligrosos. Esa invasión de la modernidad occidental es lo más peligroso para el futuro de los jóvenes, sus nocivas y destructivas formas anti sociales están destruyendo nuestras costumbres comunitarias. Pues los jóvenes se ven extasiados por las modas y las tecnologías que vienen como cosméticos y espejitos modernos, que ya sabemos son los artefactos más peligrosos y venenosos: la violencia delincuencial es parte de estos comportamientos. Para salvarles de esos desastres modernistas tenemos la obligación de parar esas invasiones culturales nocivas, fuera de contexto cultural y, sobre todo, anti naturales y anti culturales. La educación, no se diga, es la peor correa de transmisión mental del desastre occidental como copia y modelo del fracaso.
Ya sabemos de los resultados del modelo occidental: incertidumbre, desánimo colectivo, sentimiento cotidiano de fracaso. No hay salida posible. Por tanto, estamos todavía a tiempo de cortar esos desastres, estamos todavía a tiempo de recomponer nuestros tejidos sociales comunitarios y grupales, existenciales y económicos de reciprocidades. Es decir grupales: ayni, tenta, ayllus. Que nada tienen que ver con las lógicas individualistas de acumulación económica de occidente. Estamos todavía a tiempo de cortar esas invasiones culturales nocivas. Tenemos el valor agregado de nuestras comunidades y culturas. Y ese valor agregado es nuestra ventaja comparativa. Nosotros no nos desanimamos fácilmente, porque nuestras fiestas y nuestras ch´allas a nuestros dioses son formas de equilibrio con la naturaleza, con lo holístico de la vida y el cosmos. Nosotros seguimos pegados a la naturaleza, no somos los racionales occidentales que han conquistado y destruido la naturaleza, que se han separado de ella en nombre de la ciencia y su religión. Pues allá ellos. Por eso están pagando caro su osadía de ser nihilistas y conquistadores de la naturaleza. El desastre actual de la crisis del modelo occidental, con su epicentro europeo, nos dice a todas luces que debemos alejarnos de ese sistema del fracaso con su modelo capitalista. Nuestra juventud está realmente a tiempo de alejarse de ese modelo consumista, del fracaso y de la incertidumbre. El sufrimiento brutal de los jóvenes en occidente debería ser ejemplo suficiente para ponernos a pensar, otra vez, que esos ilusionismos occidentales ya no son lo que parecían: promesas doradas y triunfalistas. Esa generación perdida de jóvenes occidentales, debe llamarnos la atención sobre los verdaderos sustentos y ofrecimientos de occidente: mentirosos y de pura pinta. Es decir, peligrosos y con sus propios jóvenes: crueles. Más claro: agua.
El Estado en construcción tiene que ser más agresivo en la reconstrucción de todo lo nuestro. No tiene que haber medias tintas. Nuestras ventajas comparativas y valores agregados son demasiado evidentes, como para seguir siendo simples ovejas consumistas y de rebaño occidentales. Sin identidad alguna, y bastardos de occidente. Es tan evidente que ese fracaso occidental tiene que ser un insumo más para lo nuestro. Lo que nos interese de esas lógicas y costumbres las añadiremos; pero a partir de lo nuestro como prioridad. Sobre nuestras bases culturales, económicas y sociales comunitarias. El Estado en construcción tiene que dar pasos definitivamente agresivos en lo educativo, en lo comunicacional y en lo social. Y aquellos que tienen dudas existenciales deben dar paso a nuestra propia gente. Porque quiénes duden de lo nuestro tienen todavía la enfermedad mental de occidente, y claro que serán un obstáculo en nuestras construcción y reconstrucciones Estatales. Ayudemos a nuestros jóvenes a descontaminarlos del fracaso y la incertidumbre de occidente. Salvemos al mundo desde nuestro rincón del mundo.
La Paz, 17 de julio de 2013.
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