Hemos asistidos preocupados y angustiados en estos últimos días, ante una nueva escalada en la persistente crisis en relación al grado de contaminación, su verdadero impacto en Gualeguaychú, de la finlandesa Botnia. La autorización del Presidente Mujica a aumentar la producción produjo la reacción argentina. Nosotros trataremos de realizar un análisis que no nos encierre en límites no conducentes a la verdadera batalla central, que es la segunda independencia de América Latina.
Sin ser técnicos en la materia, podemos desde el sentido común, decir que la anunciada “catástrofe” contaminante no se produjo, y ello sin embargo, no implica desligar al Estado uruguayo de exigirle a la empresa cumplimiento estricto de normas. Existen mecanismos, si internalizamos el tiempo histórico que vivimos, repetimos la segunda independencia, desde el Mercosur, Unasur, Celac y hasta incluso el mismísimo Papa Francisco, teniendo el antecedente de Juan Pablo II con respecto al canal de Beagle.
Nada más erróneo que recurrir en esta hora al Tribunal Internacional de la Haya. Y esto, nos obliga a analizar el conflicto desde una arista geopolítica, y para nosotros, esto nos dirige al continentalismo de Juan Domingo Perón.
El Uruguay es hijo de la derrota de la Confederación de Artigas. El Estado uruguayo nace en 1828 como un invento ingles a través de Lord Ponsonby, embajador inglés en Buenos Aires. Artigas lo vio en su largo destierro en Paraguay y dijo su sentencia inmortal: “Ya no tengo patria”.
El Uruguay como Estado tapón, “un algodón entre dos cristales” lo dijo Ponsonby , tuvo siempre la función, derrotado Artigas, de hacer de punta de lanza del imperio inglés y dividir Argentina y Brasil. El Uruguay existe porque no pudo ganar, la Provincia Oriental, esto debe quedar claro. Más aún, la Guerra de la Triple Alianza, es decir de la Triple Infamia como llamó Alberdi, empezó con la invasión a Montevideo de Venancio Flores -financiado por Mitre y los ingleses desde Buenos Aires- en 1865 y el bombardeo abierto a la heroica Paysandú de Leandro Gómez, en la cual los hermanos José y Rafael Hernández estuvieron defendiéndola como muchísimos hoy argentinos, y que obligó al Mariscal Francisco Solano López a intervenir porque se rompía el equilibrio del Plata. Este fue, el origen del más grande genocidio que ocurrió en nuestras tierras contra el heroico pueblo paraguayo que terminó con la vida del Mariscal el 1 de Mayo de 1870 en Cerro Corá, cuando balbuceó en su camino a la inmortalidad “muero con mi patria”.
El octubre peronista únicamente es entendible, por las luchas de Luis Alberto de Herrera -caudillo del Partido Nacional Blanco- de origen federal, artiguista y de Oribe, y las famosas interpelaciones de Eduardo Víctor Haedo en el Congreso, para evitar la Doctrina Rodríguez Larreta del canciller uruguayo, que consistía, para decirlo en una palabra, convertir a Montevideo en una base militar norteamericana para invadir la Argentina. Gracias a los hijos de Artigas, el peronismo se encarnó en la historia. Y Perón lo sabía tanto que admiraba a Luis Alberto de Herrera y a Eduardo Víctor Haedo, ambos del Partido Nacional Blanco. El pensador argentino oriental Albero Methol Ferré, siempre advertía sobre la importancia geopolítica de Montevideo en épocas del Virreinato, que su puerto dependía directamente del almirantazgo español, por su proyección atlántica, el paso interoceánico y las Malvinas. Montevideo es una ciudad puerto fundada en la segunda mitad del siglo XVIII.
Esta aparente introducción nos lleva en verdad a contextualizar, que estamos ante un grave problema. Pensamos que el canciller Timerman desconoce absolutamente lo planteado. Y tenemos la obligación de ir a Perón.
En el año 1973 cuando teníamos un viejo diferendo limítrofe con el Uruguay, Carlos Fernández Pardo y Leopoldo Frenkel nos dicen en su notable libro Perón. La Unidad Nacional entre el conflicto y la reconstrucción (1971-1974) -Ed. Del Copista. Córdoba. Argentina. 2004- que el líder justicialista exigió llegar a un acuerdo si o si, y manifestó que “el Tratado lo firmaremos en Buenos Aires, en el medio del Río de la Plata o en el Uruguay, si me invitan” (pág. 240). Y así nace el Tratado del Río de la Plata firmado en noviembre de 1973, y Perón viajó a Montevideo. Más aún, Perón le dijo a Bordaberry en Montevideo que había que borrar las fronteras. (pág. 242)
Un año antes, en el diario “La Opinión” de Buenos Aires, el 21 de diciembre de 1972, Perón había dirigido un mensaje a los argentinos y demás latinoamericanos donde se refería a la falta de presencia argentina en el proceso que se denominaba la “Segunda Independencia de América Latina”. (pág. 244) La advertencia de Perón nos retumba o nos debe retumbar en los oídos. Estamos convencidos que el canciller argentino Timerman ignora por completo lo antedicho.
Con respecto a la cuestión clave de la existencia y gravedad de contaminación o no, debemos tener presente esta clave geopolítica del Perón verdadero. Del que planteó la cuestión ambiental siendo un precursor pero no hizo del ecologismo un fundamentalismo ideológico, porque desvía, fragmenta el todo. La discusión debe ser abierta, científica, bajo este paraguas del continentalismo.
Por eso, coincidimos con el prestigioso sociólogo norteamericano James Petras, cuando alerta y saca a la luz la función que cumplen las ONG -muchas vinculadas al fundamentalismo ecológico- en América Latina dentro del papel que les ha asignado el neoliberalismo. De cómo detrás de una aparente solidaridad se esconden sus fines tendientes a lograr la desestructuración de los pueblos dominados (http://www.servicioskoinomia.org/relat/207.htm). En el duro alegato de James Petras contra el accionar de las ONG, sostiene que normalmente los ideólogos de las ONG contraponen el poder estatal al poder local. El poder estatal al ser “arbitrario” desarrolla intereses distintos al de la ciudadanía. La contraposición de los poderes estatal y local ha sido utilizada para justificar el papel de las ONG como intermediarios entre organizaciones locales, donantes liberales extranjeros -BM, Europa y EE.UU- y los gobiernos.
El punto político importante es que las ONG despolitizaron sectores de la población -los sectores medios en especial-. No poseen programas sino consignas “apolíticas”. El efecto final es la fragmentación y la desunión, alerta Petras. Y nosotros agregamos, que las ONG ambientalistas como Greenpeace han tenido un sin fin de conductas sospechosas en numerosos países, con consignas impregnadas de ecologismo y no de de desarrollo sustentable. Por eso, debemos estar muy atentos para no ir a la desunión.
En lo que hace al sistema político uruguayo, el peor error consiste en etiquetarlo entre “progresismo” y “conservadores” o “izquierda” y “derecha” a-históricamente y en forma dogmática.
Alertamos, que el desconocimiento de Timerman, cumple la función de tirarle en bandeja el argumento que desde hace tiempo viene buscando Tabaré Vázquez, que será posiblemente el próximo presidente uruguayo. Éste quiere un TLC con EE.UU e incluso habló con Condoleezza Rice, para invadir la Argentina si era necesario. O sea, aliarse con los halcones norteamericanos. Y esto se explica, porque Tabaré es hijo político del Partido Socialista uruguayo de Emillio Frugoni -el equivalente a Juan B. Justo de la Argentina-, un partido europeo y anti-latinoamericano. Anti Vivian Trías así como en Argentina, anti Manuel Ugarte.
Y es el sector mayoritario del Frente Amplio. Y una base militar o un TLC del Uruguay implica por su ubicación geopolítica un infarto masivo a la segunda independencia. Aconsejamos modestamente a Timerman que estudie aunque sea un poco la política latinoamericana.
Si esto no ocurrió, es gracias a José Mujica. La Argentina y los que pensamos el horizonte continentalista mucho más, le debemos mucho al caudillo uruguayo. Porque Mujica es una excepcionalidad histórica en el Frente Amplio. Su origen político es blanco, herrerista y su pensamiento es minoritario dentro del Frente Amplio. Si hubo oposición a Mujica y boicot a sus políticas internas y de integración, fueron de parte del Frente Amplio o sea del Partido Socialista, o sea por la versión moderna de Frugoni, el prolijo Dr. Tabaré Vázquez. La excepcionalidad de Mujica consistió, en que siendo su pensamiento marginal dentro del Frente Amplio, su carisma lo llevó a la presidencia. Pero desde el propio Frente se lo jaqueó y especialmente, en su política de vecindad con la Argentina, donde dejó todo su capital político.
En un momento en que EE.UU quiere que seamos el patio trasero como lo dijo textualmente el Secretario de Estado de Obama, John Kerry, la única política es la política internacional. Y esto tiene una clave: Juan Domingo Perón y su alerta máxima “o UNIDOS o DOMINADOS”. Pedimos al canciller lo lea, y a todos los argentinos a que sepamos diferenciar lo principal de lo secundario. No habrá otra posibilidad.
Miguel Ángel Barrios -Argentina- es doctor en educación y en ciencia política. Autor de reconocidas obras sobre América Latina.