Los negocios turbios son los más rentables
17/01/2014
- Opinión
Los poderosos estados del norte de este mundo, siempre dieron la impresión que todo lo que sucede entre sus paredes son asuntos legales, que se encuadran en el respeto de las leyes y las normas convenidas y consensuadas, interna e internacionalmente. Pero con la crisis mundial del sistema capitalista, cada vez más escándalos se filtran y salen a luz pública, porque los juegos poderosos de los negocios turbios escapan pues a todas las paredes de control, sobre todo a la pared de la hipocresía consensuada en aquellas sociedades. Los juegos de poderes no serían juegos de poderes, sin ese condimento turbio del negocio de las drogas, que sólo en los Estados Unidos reportan anualmente ganancias cercanas a los 200 mil millones de dólares. Los juegos de poderes no serían de alto vuelo sin el negocio turbio de la venta, y tráfico de armas de los países industriales hacia todas las guerras posibles de todo el mundo. Las ideologías son lo de menos, eso es sólo asunto de consumo popular: las armas se venden al mejor postor. Los juegos de poderes no serían los mismos sin el negocio de los Bancos, y sus sucias maneras de enriquecimiento ilícito, aun destruyendo sus propios países. Aquí podemos añadir tecnología y conocimientos refinados (física cuántica, tecno biología, robótica), que son nomás parte de los juegos de poder para seguir profundizando la dependencia hacia los países periféricos. Es decir, probablemente los negocios más importantes de los países llamados centrales, del sistema mundo, son ilegales o turbios, oscuros y sucios.
Para generar guerras se tienen que comprar consciencias, con demasiado dinero. Después se tienen que financiar ejércitos irregulares, armarlos, entrenarlos y alimentarlos. Esa dinámica funciona por lógica inmediata: ojo por ojo. El negocio de las armas está garantizado. Gran parte de las armas con las que se matan los mexicanos, de todos los bandos, son armas norteamericanas: el 70%. La carnicería sangrienta de Siria tiene el sello de las industrias norteamericanas, inglesas, francesas, rusas y españolas. Es decir, las guerras del mundo son provocadas y animadas por los oscuros señores de la guerra occidentales. Y en el sur del mundo, tenemos experiencias amargas con los negocios de los Bancos: deuda externa. Los Bancos centrales del sistema se enriquecieron estratosféricamente, con los préstamos a los países dependientes. Sus ganancias fueron escandalosas. Lo trágico de esos juegos es que las oligarquías a quiénes llegaron esos dineros, a nombre del pueblo, se gastaron generalmente en asuntos suntuosos: mansiones, desvíos de fondos a paraísos fiscales, compra de tierras por todo el mundo y derroche absoluto en la mayoría de los casos. Ni qué decir de empresas transnacionales, como la Chevron en Ecuador, que vienen y destruyen ecosistemas, hábitat e incluso culturas enteras, sin respetar normas ni leyes que en sus países probablemente respetarían; pero en los nuestros la ley de la selva y la complicidad de las oligarquías nativas, hicieron de nuestros países un mercado persa al mejor postor. Incluso la pobreza es un negocio redondo para estos señores, que lavan sus consciencias vía cooperación internacional.
Pensaron que todo estaba bajo control. Pero la crisis del sistema les pone en evidencia absoluta de que toda la maquinaria industrial económica de occidente, estaba podrida por dentro porque está alimentada por una lógica de ganancias turbias, sucias e ilegales, pues lo legal sólo queda para las fotos de sus reuniones diplomáticas, donde en realidad se blanquean sus turbios negocios mundiales. La diplomacia occidental utiliza el otro ingrediente del sistema: la maquinaria ideológica más poderosa que todos sus intelectuales juntos: los medios de incomunicación. Medios de incomunicación que se encargan de que todo sea justificado, por lo que tienen el mandato del sistema para tapar información, manipular y mostrar sólo lo que convengan de sus sucios intereses. El dinero que se les otorga para este trabajo mercenario es multimillonario. Es el manto ideológico más poderoso, ante la inutilidad de sus intelectuales. Es decir, bancos, industrias, negocios varios no respetan en nada sus propias normativas y legalidades, ya que saben que las ganancias más importantes no están en la legalidad, sino en los negocios turbios.
Lo de Snowden, la guerra de Siria, los criminales servicios secretos, los golpes de estado, los actos encubiertos, los drones asesinos controlados desde el espacio, los pactos con grupos mercenarios o radicales en función de sus intereses, son parte importante de la política real cotidiana de los países poderosos. Todo por negocios, negocios que son turbios y nada limpios; pero donde están las ganancias más lucrativas. Si a esto añadimos las noticias de la degradación de sus ejércitos (violaciones, alcoholismo, criminalidad aguda, suicidios), violencia extrema en sus calles, parques, colegios, universidades, empezamos a ver el verdadero rostro del sistema. Esta crisis terminal empieza a mostrarnos la realidad de la ficción, de la ideología del progreso infinito, del “bienestar” de sus sociedades opulentas del norte de este mundo, que han estado nomás montados sobre sus negocios turbios y sucios, además sobre la miseria de quiénes padecen de los resultados de esos negocios turbios: los pobres de todo el mundo. La trágica realidad es que la expoliación y lo turbio están en una combinación integral. Y tratándose de los amos de occidente, es decir los nuevos Francis Drake (pirata inglés comerciante de esclavos y vicealmirante de la corona en el siglo XVI), no son elocuencias de transparencia y claridad ni mucho menos. Sus mismas sociedades despiertan y se encuentran con la dura realidad de quiénes les han gobernado: piratas modernos y mucho más crueles y sofisticados que sus ancestros. En muchos casos asesinos con bombas atómicas en sus manos. Y elegidos democráticamente por sus pueblos.
La Paz, 16 de enero de 2014.
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