Sí, esos fusilamientos nos duelen

27/04/2003
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Nos duelen los fusilamientos hechos a los secuestradores de una embarcación cubana. También nos duelen esas condenas a los disidentes cubanos. Son duras, quizá extremadamente duras. Es una coincidencia de criterio en casi toda la izquierda latinoamericana, que esos fusilamientos, esas condenas, hacen un flaco favor al régimen revolucionario de Cuba. Constituyen, además, un excelente pretexto para arrinconar a la isla en el campo de los derechos humanos, y otorgan una legitimidad incluso ética a la disidencia y a la oposición política cubana. Después de estos fusilamientos y estas condenas, el exilio cubano en Estados Unidos, sale políticamente fortalecido, y el gobierno de los Estados Unidos consolida su posición en el ámbito internacional que busca aislar a Cuba por considerarlo un país que no respeta los derechos fundamentales de las personas. Personajes de la talla de Saramago y de Eduardo Galeano, se han pronunciado, muy dolidos, por esta situación e incluso han optado por hacer públicas sus distancias con el régimen político cubano. Y no es para menos. La izquierda siempre ha reclamado una posición humanista en su discurso, y las ejecuciones capitales desmienten el humanismo de cualquier proyecto político. Hasta ahí la lectura es correcta y las posiciones que defienden el derecho a la vida, como un derecho fundamental, son absolutamente justas, independientemente del color de un régimen político. Pero hay algo en esos fusilamientos y en esas condenas a la oposición política cubana que es necesario descubrir, y no por un ejercicio de expiación, ni de justificación, sino por un deber de comprensión y compromiso. Si Cuba se encuentra todo el tiempo sometida a la presión política de Estados Unidos, ¿acaso la clase política gobernante en Cuba, no consideró políticamente contraproducente esas sentencias, esas ejecuciones? ¿Qué argumentos, qué escenarios, fueron discutidos, fueron analizados por esta clase política cubana que incluso arriesgaron los contenidos éticos y humanistas de su proyecto revolucionario, por aplicar estas sentencias y estas ejecuciones? ¿Qué mensaje real están enviando? ¿Hacia quién va dirigido ese mensaje? ¿En qué circunstancias históricas nos situamos ahora que haya que apelar al asesinato legal como estrategia de sobrevivencia? Y ese contexto está allí, desafiándonos, cuestionándonos. Es el contexto de la guerra. Y no es una guerra literaria, retórica, o simbólica, no es aquella argumentación que siempre hablaba de la guerra del capitalismo contra los pobres, contra el planeta, contra sus enemigos. Ahora es una guerra de verdad. Es una guerra con bombardeos, con ejércitos, con tecnología, con planes concretos de invasión. Es la guerra que los Estados Unidos, luego de Irak, le declararon al mundo. La invasión a Irak abrió la posibilidad histórica de constituir al imperialismo norteamericano en imperio. En Irak se jugaba y se juega el destino del mundo, sin exageraciones. De esa guerra dependía y depende el futuro de muchos países. Está en la lista Siria, que ahora se ha visto obligada a morigerar su discurso. Está también Colombia, a cuyo presidente Álvaro Uribe, le cuesta asumir que sus ejércitos están cerca de una derrota militar frente a la guerrilla. También están en la lista Venezuela, Libia, Irán, y Corea del Norte. En otros frentes, Estados Unidos ha decidido castigar a aquellos países que se opusieron a la utilización de las Naciones Unidas para legitimar su guerra en contra de Irak. En primer lugar a Francia. Así las cosas, el panorama que surge luego de la invasión a Irak es sombrío. Si nadie pudo detener la invasión a Irak, incluso los pueblos árabes, los principales afectados por esta invasión, entonces ¿quién podría detener otra incursión militar en cualquier parte del mundo? Y allí entra Cuba, que siempre ha sido un problema para Estados Unidos. El régimen cubano siempre fue un enemigo para el poder norteamericano. Los años de bloqueo, la ley Helms-Burton, la oposición política cubana en el exilio, etc., siempre contextualizaron un ambiente de permanente conflicto y enfrentamiento entre Cuba y Estados Unidos. Entonces, ¿por qué no resolver de pasada el "problema cubano" ahora que los Estados Unidos actúan con la lógica del vencedor? ¿Quiénes podrían oponerse efectivamente a una invasión militar a Cuba? ¿Quiénes podrían respaldar a un régimen considerado siempre como totalitario, y en función de la geografía de la moral actual, próximo al terrorismo? ¿No constituyó Bagdad un excelente campo de experimentación de los "bombardeos inteligentes", que bien pudiera aplicarse a otros países, sobre todo aquellos "políticamente incorrectos"? ¿El derrumbe político del Baat iraquí no prefigura acaso otros posibles derrumbes de partidos en el poder? Si Irak pudo resistir al menos un mes, y en un contexto en el cual los Estados Unidos tuvieron que hacer un enorme despliegue de recursos, de tropas, por las enormes distancias existentes y sin la posibilidad de abrir un frente norte por la negativa turca, ¿Qué decir de una invasión a Cuba que literalmente está a la vuelta de la esquina? ¿cuánto tiempo entonces podría resistir el régimen de Castro? ¿un mes, dos meses, quizá tres? En el Pentágono deben haberse diseñado varios escenarios, varias alternativas, varias formas de procedimiento. Ello parece casi innegable. Un ejercicio de imaginación podría mostrarnos que la activación de la oposición política interna en Cuba, sumada a una ola incontenible de migración, que la CNN bien habría podido mostrar como una huida masiva de una población hastiada de un régimen totalitario, generaban un escenario de inestabilidad del régimen, que sumado a posibles presiones hechas desde las NNUU al tenor de una resolución muy parecida a la 1441, y una vez bloqueada la capacidad política de respuesta de Francia y de Alemania, cortados los posibles apoyos que pudiese brindar la Unión Europea, y anulada la capacidad de acción y de respuesta de los países latinoamericanos, bien podrían constituirse en un excelente ambiente para una invasión militar a la isla. Es una hipótesis plausible, y dada la lógica de los halcones norteamericanos, Bush hijo quizá podría pasar a la historia como el presidente que pudo resolver la situación de al menos dos incómodos presidentes para el poder norteamericano: Sadam Hussein y Fidel Castro. Quizá ese haya sido el escenario que la clase política cubana discutió para legitimar esas sentencias y esas ejecuciones. Por ello, esas sentencias, esas ejecuciones, que son absolutamente condenables, que son totalmente imperdonables, deben situarse, deben explicarse dentro de un contexto de guerra, de conflicto, e incluso de un posible enfrentamiento armado. Son la respuesta desesperada de un país por evitar una probable invasión militar. Quizá ahora estemos dentro de aquello que el pensador ecuatoriano, Alejandro Moreano, denominaba el "Apocalipsis perpetuo", es decir, esa amenaza permanente del poder, esa atribución sobre la vida y la muerte de todos y en todas partes, esa capacidad para convertir al miedo en un recurso político de dominación. Esas ejecuciones, esas condenas, que nos duelen, que nos cuestionan, nos están diciendo que el mundo que ahora vivimos es un mundo transido por decisiones de vida o muerte. Es un mundo en el que la guerra, la invasión, el chantaje, la manipulación, son la lógica del poder. En el que en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia nosotros mismos podemos constituirnos en el enemigo de ese poder. En el que nadie está a salvo y nadie es inocente. No sé si esas ejecuciones, si esas sentencias, le sirvan finalmente al régimen de Fidel Castro para sostener su proyecto político. Parecería en todo caso, que después de haber sido adoptadas obligaron al Pentágono a rediseñar su estrategia política y militar con respecto a la isla. El costo político que los cubanos están pagando es demasiado alto, pero no son solo ellos, en realidad somos todos los que ahora sentimos esa amenaza que viene desde Estados Unidos, y que también pagamos un alto costo político y también humano, sea por nuestro silencio, sea por nuestras palabras. Hay que leer esas ejecuciones, esas sentencias dentro de este contexto de guerra en contra de todos. Hay que sospechar que en este desgarrador presente histórico, el responsable directo de esas sentencias, de esas ejecuciones, quizá no sea el régimen cubano: las víctimas cubanas de esa pena capital, los disidentes encarcelados y otros perseguidos, habríamos que sumarlos como otras bajas, otras víctimas de esta guerra que Estados Unidos le han declarado al mundo.
https://www.alainet.org/en/node/107401?language=en
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