OMC: lo legal y lo legítimo
11/08/2003
- Opinión
"Ilegal pero legítimo", se leía en el muro de piedra,
cuidadosamente escrito, de una de las casas campesinas
tradicionales de Larzac, al sur de Francia. Corría 1973 y la
leyenda se refería a la ocupación colectiva de sus casas y
tierras que los campesinos de la meseta de Larzac ha-bían
comenzado dos años antes para resistir el decreto del ejército
francés de expropiar sus tierras -junto con sus formas de vida,
trabajos, identidad e historia- para convertir la zona en un
campo de pruebas militares. La larga ocupación -duró hasta 1981,
cuando lograron parar el proyecto- se transformó en uno de los
símbolos de las nuevas formas de resistencia social frente a las
imposiciones del poder. Entre los muchos que participaron se
encontraba José Bové, hoy integrante de la Confederación
Campesina de Francia y de la red mundial Vía Campesina, conocido
activista contra la globalización y por el derecho a la
diversidad cultural y a las formas de vida justas y
autogestionarias.
Treinta años después de la ocupación de Larzac, el modelo
económico es aún más crudo e injusto, la guerra contra el
campesinado es más dura y el campo de pruebas militares se ha
extendido a todo el planeta. Pero también, tozudamente, 30 años
después, decenas de miles de activistas volvieron a "ocupar" la
zona a principios de agosto, esta vez para manifestarse en contra
de las reglas impuestas por la Organización Mundial de Comercio
(OMC) y las nuevas ampliaciones que se pretenden agregar en la
reunión ministerial de esta organización, que se celebrará en
Cancún, en septiembre próximo.
La mayoría de los analistas coinciden en que las negociaciones de
la OMC en Cancún serán un fracaso. "Fracaso", en ese contexto, se
refiere a que aparentemente no se lograrán los niveles de acuerdo
necesario entre las potencias económicas mundiales, para que las
propuestas de protección a los intereses de sus empresas
trasnacionales se transformen en nuevas regulaciones que se
impongan en todo el mundo. Este ha sido hasta ahora el papel
principal de la OMC: la imposición y mundialización de patentes
sobre seres vivos y medicinas, lograda en la anterior ronda de
negociaciones, es un claro ejemplo de ello.
Al revés de la leyenda en el muro de Larzac, la OMC trata de
construir el marco de un orden mundial profundamente ilegítimo
pero legal. La estrategia de la legalidad no es la única, claro,
y lo que las empresas trasnacionales no consigan imponer como
regulaciones supranacionales desde la OMC u otros tratados de
"libre" comercio, como el TLCAN, el CAFTA o el ALCA, lo seguirán
obteniendo más allá de la legalidad, a través de monopolios de
mercado, sobornos u otra serie de medidas, incluyendo el uso de
la fuerza militar. Sin embargo, el apoyo de los propios gobiernos
de los países para su tarea expoliadora y la tranquilidad a las
inversiones que les reporta trabajar desde la legalidad, es un
elemento nada despreciable, e incluso muy redituable, como en el
caso del capítulo 11 del TLC, que legalizó que las empresas
puedan demandar a los gobiernos e impedir que razones "nimias",
como la salud de la población o del medio ambiente, puedan
interferir con sus inversiones actuales o futuras. Capítulo que
ya ha sido utilizado varias veces en México y Canadá,
reportándole jugosas entradas a empresas altamente contaminantes,
sacadas de recursos públicos. Para todo esto, la "legalidad" es
una valiosa herramienta.
Mirado desde adentro de la OMC, un punto de pivote en el
"fracaso" para obtener esta legalidad en Cancún será la falta de
consenso en las negociaciones sobre agricultura. Frente al mundo
presentan que la discusión es entre Estados Unidos y Europa,
sobre los subsidios agrícolas, y como condimento se agrega que
estos subsidios son los que traban el acceso de los países del
tercer mundo a los mercados agrícolas del norte. Pero lo que en
realidad está en juego es un acceso mayor y facilitado de las
trasnacionales a cualquier mercado, incluyendo los del tercer
mundo. Todas las propuestas en discusión en el tema agrícola en
la OMC van hacia la eliminación de los agricultores familiares y
el campesinado, tanto del sur como del norte. Los gobiernos del
sur juegan en la misma cancha, y en lugar de reclamar soberanía
alimentaria y justicia, hablan de "acceso a mercados" como si
fuera la demanda de sus poblaciones, mientras que los únicos que
se beneficiarán con esto serán los grandes latifundistas de esos
países y las trasnacionales que dominan el comercio.
Mientras los poderosos discuten cómo comernos mejor, lo que
realmente garantizará el fracaso de esa legalidad absurda serán
las miles de protestas de campesinos, indígenas y organizaciones
sociales en todo el mundo, que hoy, como hace 30 años en Larzac,
seguirán cimentando la legitimidad desde sus propios espacios,
desde la solidaridad, la autogestión y la afirmación del derecho
a la diversidad cultural, social y económica.
* Investigadora del Grupo ETC
(publicado en La Jornada, México D.F. Martes 12 de agosto de
2003)
https://www.alainet.org/en/node/108058
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