Del dicho al hecho...

27/02/2004
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El representante diplomático de Estados Unidos en La Habana, James Cason, declaró que su país no tiene la intención de agredir militarmente a Cuba. ¿Se puede creer en su afirmación? Cuando menos hay que tomarla con grandes reservas si se consideran la conducta singularmente injerencista y amenazadora hacia la isla de la administración de Bush II y la actitud históricamente farisaica de Washington en sus relaciones con aquella. Cason se ha distinguido durante su estancia en Cuba por emplearse a fondo para crear un grave incidente con La Habana que provea el pretexto para una intervención militar. Es público y notorio que desde su llegada hizo de su oficina y casa los lugares usuales de reunión de los sirvientes locales del gobierno estadounidense con ropaje de oposición anticastrista. Lo anterior no tendría mayor trascendencia si se tratara de una conducta meramente personal, porque aunque Cason sostiene una estrechísima amistad con la mafia contrarrevolucionaria de Miami, es evidente que actúa según las instrucciones recibidas de Washington. Sus palabras traen, por eso, a la memoria el patético intento de Adlai Stevenson para persuadir al Consejo de Seguridad de la UNU de que Estados Unidos era ajeno a la invasión de Bahía de Cochinos y que los aviones que habían bombardeado Cuba días antes no eran de la CIA sino de la Fuerza Aérea Revolucionaria alzados contra el gobierno de La Habana. Y este es sólo un ejemplo entre una gama de anécdotas semejantes. La veracidad de la citada declaración debe juzgarse a la luz de los hechos de la administración de George W. Bush en relación con Cuba. Ante todo es indispensable tener en cuenta: 1) el estrecho y antiguo nexo de la familia de W. con la contrarrevolución de Miami, fortalecido en grado superlativo cuando el fraude electoral en Florida hizo posible su ascenso a la presidencia; 2) el declarado propósito de W. de lograr en Cuba el "rápido cambio de régimen" -como en Irak- para conseguir una transición "pos Castro"(tan rápido que llegó a afirmar que será el primer presidente de Estados Unidos en visitar una "Cuba libre"), a cuyo efecto ha creado una comisión presidida por el secretario de Estado e integrada por todas las dependencias federales; 3) la supeditación expresa por W. de cualquier mejora en las relaciones bilaterales a la instauración de la democracia y el libre mercado(léase de un gobierno títere y del capitalismo neoliberal). Dado el limitado espacio disponible veamos en apretada síntesis algunas de las medidas tomadas por esta administración hacia Cuba: - celo sin precedentes por parte de la oficina federal encargada de obstaculizar a escala planetaria las transacciones comerciales con la isla; - presión inédita basándose en la ley Helms-Burton sobre empresarios de terceros países para impedir inversiones; - inclusión de Cuba en la lista de los siete países supuestamente promotores del terrorismo -dos de ellos, Afganistán e Irak ya invadidos- y acusación de que posee armas de destrucción masiva; - encarcelamiento y condenas de por vida sin pruebas a cinco cubanos infiltrados en las organizaciones terroristas de Miami en un proceso en que se violaron todas las garantías de ley; - persecución a extremos inauditos de los ciudadanos estadounidenses que viajan a Cuba y supresión de los intercambios académicos, culturales y entre sociedades civiles que se habían autorizado bajo Clinton. Negación desde noviembre de 2003 de todas las visas a artistas cubanos, entre ellas las de 153 músicos, de ellos 5 ganadores del premio Granmy que no pudieron acudir a recibirlo, para lo que se alegó la amenaza terrorista; - prohibición de publicar artículos de autores cubanos en las revistas científicas estadounidenses so pena de que sus editores sufran cárcel y ¡léase bien!, prohibición de enviar a escuelas de música e iglesias de la isla pianos donados por organizaciones de Estados Unidos; - suspensión unilateral e indefinida por Washington el pasado enero de las pláticas migratorias bilaterales, único canal de diálogo existente entre los dos gobiernos; Todo esto contraría la opinión mayoritaria de los estadounidenses y de los cubanos residentes en Estados Unidos, de las dos cámaras del Congreso y, por supuesto, de la población de Cuba. Es, además, fehacientemente inútil para conseguir el "rápido cambio de régimen". ¿Qué tiene en mente W. para lograrlo"?
https://www.alainet.org/en/node/109491
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