Lógicas perversas, transgénicos y servicios ambientales
28/06/2004
- Opinión
Según Camila Montecinos, de GRAIN en Chile, una de las cosas
más necesarias en la época que vivimos es mantener la noción
de lo absurdo, la capacidad de seguir asombrándonos y no
dejar que los embates de la colonización neoliberal también
nos colonicen la mente.
Es bueno recordarlo tras leer en La Jornada del 26 de junio
que el titular de la Secretaría del Medio Ambiente y
Recursos Naturales (Semarnat), Alberto Cárdenas, propone una
"apertura gradual a los transgénicos" con "zonas de
protección para las razas de maíz mexicano", bajo la lógica
de "trabajar adecuadamente con la biotecnología, para
convertir el cultivo de maíz en un emporio en el país donde
se originó el grano".
Sólo que México no ha tenido ni va a tener una "apertura
gradual" a los transgénicos: ha sido violentamente invadido,
contaminando muchas de las razas que dice que habría que
proteger, y no sólo en Oaxaca, sino en muchos otros estados,
por ejemplo en Puebla, donde el Instituto de Ecología de la
Semarnat encontró contaminación desde 2001. Posteriormente,
muestreos de comunidades campesinas e indígenas junto con
organizaciones de la sociedad civil encontraron
contaminación de maíces nativos en un mínimo de nueve
estados "al centro, norte y sur del país". Posiblemente
también existe en otros estados, pero no lo sabemos porque
no se han hecho pruebas o porque intencionalmente no se han
dado a conocer los resultados. No se reconocen las cifras
que existen, pero sin ningún dato de la realidad que lo
sustente se alega que los transgénicos serían necesarios
para aumentar la producción, porque "si bien queremos que
(los campesinos) sigan cultivando maíz, como los tenemos
ahora nunca van a salir de la pobreza", afirma Cárdenas.
Sin embargo, los campesinos tienen otra opinión: saben que
su maíz está contaminado, por eso en todos los foros donde
se reúnen a analizar esta problemática demandan que se paren
las importaciones de maíz subsidiado de Estados Unidos,
competencia desleal y contaminante que los lleva a la
pobreza y ataca el corazón de la economías y culturas
campesinas e indígenas.
Promover y presentar los transgénicos como alternativa en
lugar de lo que es, un grave problema, no hace sino un favor
a las pocas multinacionales que los controlan, aceptando en
la práctica la privatización de los cultivos campesinos
mediante las patentes y el control monopólico del mercado.
En el mismo artículo e idéntica tónica se cita a Cárdenas
informando que Semarnat dedicará 400 millones de pesos al
"pago de servicios ambientales" en el área forestal y espera
cubrir hasta fin de 2004 más de 300 mil hectáreas con este
sistema.
Los pagos de servicios ambientales se presentan como un
reconocimiento o estímulo a las comunidades para el manejo
"sustentable". Es muy cierto que las comunidades indígenas,
campesinas, forestales, pesqueras, aportan una cantidad
enorme de beneficios ambientales, sociales y económicos,
cuidando sustentablemente cuencas de agua, bosques,
semillas, plantas, y muchos otros elementos de la
biodiversidad, para bien de todos. Asimismo es cierto que
muchas veces no pueden seguir haciéndolo, erosionadas por
los impactos de políticas adversas. Pero, en lugar de
reconocer estos hechos históricos y presentes, y como
consecuencia reconocer, fortalecer y respetar los derechos
integrales de esas comunidades a la tierra, recursos, la
cultura propia y la autonomía, se introduce un sistema de
"pagos" a las comunidades -o más bien a sectores dentro de
ellas-, pero no a todas, sino a las que sean "sustentables",
según criterios externos, definidos por agencias tan
sustentables como el Banco Mundial, organizaciones no
gubernamentales "conservacionistas" que les piratean sus
recursos y los propios gobiernos que les niegan sus derechos
y provocan el vaciamiento de las comunidades con sus
políticas económicas.
Consiguen así que las comunidades o grupos dentro de ellas
compitan entre sí, abandonando muchas veces sus propios
cultivos y formas de manejo histórico y bajo su control.
Lejos de ser un tema solamente del medio rural, se introduce
otro elemento más general y nocivo: la biodiversidad, el
agua, los bosques, el aire, pasan a ser "servicios" que se
compran y se venden. Inicialmente "pagados" a través de
aparentes "premios", pero cuando éstos se cortan, alguien
tiene que seguir pagando. Se introduce así subrepticiamente
la mercantilización y privatización de recursos colectivos a
los que todos deberíamos tener derecho, respetando y
fortaleciendo a sus custodios históricos y sus formas de
vida, para entregarlos a los que los puedan pagar por ellos.
Para la mayoría de la población, éste es un tema menos obvio
que la contaminación transgénica del maíz. Sin embargo,
integran la misma lógica perversa: legitimar el asalto a los
bienes comunes y su privatización.
* Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC.
https://www.alainet.org/en/node/110152
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