Los problemas de la nanotecnología: salud y ambiente (II)
27/09/2005
- Opinión
En años recientes, un número creciente de informes científicos y
gubernamentales han alertado que las partículas construidas artificialmente
a nano escala (un nánometro es la millonésima parte de un milímetro), podrían
presentar nuevos riesgos a la salud y al medio ambiente. En un informe de la
Royal Society y la Real Academia de Ingeniería del Reino Unido de 2004, se
concluye que las nanopartículas y los nanotubos se deben considerar químicos
nuevos, y como tales ser objeto de evaluación y precaución.
Un nanotubo es una fibra hueca construida a partir de la estructura molecular
del carbono C60, el cual, por sus propiedades únicas de alta resistencia,
conductividad eléctrica, conductividad térmica y elasticidad, se usa en
numerosas industrias, desde la electrónica y la ingeniería de materiales
hasta la industria biomédica.
Cientos de productos que contienen nanotubos o nanopartículas de diferentes
elementos circulan en el mercado sin etiquetado ni advertencia, ya que
prácticamente no existen regulaciones sobre este tipo de partículas. Es
preocupante porque pueden estar en contacto con nuestra piel, por medio de
cosméticos y bloqueadores solares; también en los campos agrícolas, como
plaguicidas nanoencapsulados; en nuestros refrigeradores, como aditivos
alimentarios, y en nuestro cuerpo, como vehículos para la administración de
medicamentos. Además, están presentes en materiales que componen muchos
objetos de uso cotidiano, como prendas de vestir (camisas y pantalones "que
no se manchan"), artículos de cocina de teflón, filtros de lavarropas,
coberturas de hornos, neumáticos de automóviles, pantallas de televisión,
teléfonos celulares y muchos más.
El supuesto es que como los materiales que se usan, en general ya están bajo
regulación, la nueva formulación en nanopartículas se comportaría de la
misma forma. Hay crecientes evidencias de que no es así. Aunque en la
naturaleza existen nanopartículas, por ejemplo, en cenizas volcánicas o en
nanocristales de sal en el aire del océano, nunca habíamos estado expuestos
a las nanopartículas artificiales que se están produciendo ahora.
Uno de los problemas es el tamaño de las nanopartículas. Con la
miniaturización aumenta la superficie de contacto, y por tanto el potencial
reactivo o catalítico de los elementos. Mientras más pequeña es una partícula
mayor es su reactividad, por lo que una sustancia que es inerte en la escala
micro o macro puede mostrar características dañinas en la escala nano. Por su
tamaño, penetran a través de la piel y el torrente sanguíneo, y el sistema
inmunológico no las reconoce. Al entrar en contacto con tejidos vivos, las
nanopartículas pueden ser origen de la aparición de radicales libres,
causando inflamación o daño a los tejidos y posterior crecimiento de tumores.
Si bien los consumidores ya corremos estos riesgos, un grupo particularmente
expuesto a los efectos de las nanopartículas son los trabajadores que
participan en el proceso de fabricación o en la manipulación continua de los
materiales que las contienen. En octubre de 2004, autoridades de salud del
Reino Unido (UK Health and Safety Executive) estimaron que más de 10 mil
trabajadores estarían expuestos en su región, y concluyeron que se necesitan
evaluaciones sobre los riesgos de trabajar con nanopartículas, además de que
no se usan métodos efectivos de protección para evitar la ingestión,
inhalación o exposición cutánea de nanopartículas en la producción.
En 2005, una autoridad similar en Estados Unidos (US Nacional Institute of
Occupational Safety and Health) informó que encontraron daños significativos
del ADN en el corazón y arterias de ratones expuestos a nanotubos de carbono.
En el mismo año, otro estudio de la NASA, reportó que la inyección de
nanotubos de carbono comercialmente disponibles provocó daños significativos
en pulmones de ratas. Los investigadores dijeron que la dosis inyectada era
equivalente a 17 días de exposición de un trabajador.
También en 2005, investigadores de la Universidad de Rochester reportaron
que conejos sometidos a la inhalación de nanoesferas de carbono mostraron un
aumento en la susceptibilidad a formar coágulos sanguíneos.
A principios de septiembre de 2005, la Asociación Australiana de Sindicatos
(ACTU, por sus siglas en inglés) exigió al Senado una investigación sobre
los riesgos de la exposición laboral a polvos tóxicos, incluyendo
nanopartículas, amenazando inclusive con paralizar la producción si no se
toman medidas urgentes.
En la reunión de la Asociación Americana de Química, del año 2005, se
presentó un informe, el cual muestra que las nanopartículas de carbono se
disuelven en agua, contradiciendo el conocimiento científico existente, y que
aun en concentraciones muy pequeñas, son tóxicas para las bacterias del
suelo, levantando un alerta sobre la interacción con los ecosistemas
naturales. Desde 2003, un estudio publicado en la revista científica Nature
mostraba que las nanopartículas pueden ser absorbidas por las lombrices y
otros organismos del suelo, con la posibilidad de que asciendan en la cadena
alimentaria, llegando, inclusive, a los humanos.
Ya existen muchas fuentes de difusión de daños al medioambiente por
compuestos formulados a nano escala. Por ejemplo, los desechos de laboratorio
o producción industrial de nanopartículas se descartan como basura común. Más
grave: multinacionales productoras de transgénicos, como Syngenta, Bayer,
BASF y Monsanto están investigando o produciendo plaguicidas en nano
cápsulas, algunos de los cuales ya están en el mercado, en campos y cultivos.
Al igual que con los transgénicos, pero en una escala mucho mayor, porque
toca prácticamente todos los sectores industriales, las empresas y gobiernos
ignoran el principio de precaución que debería guiar la liberación al consumo
y al medio ambiente de compuestos construidos artificialmente y sin
evaluación de sus potenciales impactos negativos.
- La autora es investigadora del Grupo ETC.
Fuentes y más información en www.etcgroup.org
https://www.alainet.org/en/node/113085
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