Miedo al Islam, miedo a la modernidad

09/12/2005
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"Hay que buscar una salida airosa". Este es el lema de los asesores de la Casa Blanca a la hora de analizar las múltiples y complejas repercusiones de la controvertida presencia militar estadounidense en Iraq. En efecto, lo que debía haber sido un paseo triunfal, un operativo bélico relámpago, destinado a derrocar al dictador Saddam Husein y facilitar a las compañías petrolíferas norteamericanas el control de la segunda fuente de recursos energéticos de la zona, se ha convertido en una auténtica pesadilla para la coalición anglo-americana, incapaz de armar el rompecabezas de la frágil convivencia interétnica. Con su desconocimiento de la mentalidad árabe y de los equilibrios intercomunitarios que lograron mantener a flote las difíciles, aunque no imposibles relaciones entre chiítas, sunitas y kurdos iraquíes, la Administración Bush decidió apostar por el odio de los perseguidos contra los opresores, por el deseo de venganza de los chiítas y los kurdos, por el hipotético pro-americanismo de los enemigos de Saddam, de los detractores del Partido Baas. Pero nadie acogió a los "libertadores" con ramos de flores o banderas con barras y estrellas. Para los chiítas, el hecho de que las huestes de "infieles" cristianos ocupen la tierra del Islam constituye una auténtica ofensa. Por su parte, los kurdos quieren aprovechar la presencia occidental para lograr la materialización de un viejo sueño: la creación de un Estado soberano en los confines con Irán y Turquía, países que a su vez cuentan con nutridas comunidades kurdas. Nada tienen que ver los designios de Washington con la voluntad de los iraquíes, con los proyectos de modernización que se habían gestado en el seno de la incipiente sociedad civil de Oriente Medio. Los intentos de "exportar" la democracia made in USA a la región han fracasado. La inmensa mayoría de los pobladores de la zona considera que la presencia estadounidense en Oriente Medio constituye un obstáculo para la estabilidad y el desarrollo del mundo árabe en su conjunto. Es lo que se desprende de un sondeo realizado a finales de octubre por la empresa Zogby International. La encuesta, publicada esta semana, señala que el 80% de las personas entrevistadas en Jordania, Líbano, Marruecos, Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos se muestra hostil a la política de los EE.UU. en el mundo islámico. Se trata de consideraciones meramente ideológicas, que no toman en cuenta los factores culturales (modo de vida, valores de la civilización occidental, etc.) Mientras un 81% de los participantes en el sondeo estima que la guerra de Irak no ha incrementado las perspectivas de paz, el 78% considera que la ocupación ha acrecentado la amenaza terrorista. Por si fuera poco, un 77% de los encuestados estima que los iraquíes viven "peor que antes". Los principales objetivos de la Administración Bush en la región son, siempre según los encuestados: el control de los recursos petrolíferos (76%); la defensa de los intereses de Israel (68%); la conquista de Oriente Medio (63%) y el debilitamiento del mundo árabe-musulmán (59%). Sólo un 25% de los encuestados estima que los Estados Unidos lanzaron la guerra contra Irak para impedir la creación de arsenales de armas de destrucción masiva. Un escaso 8% confía en el deseo de Washington que garantizar la paz y estabilidad de la región. Sólo un 6% cree sinceramente que Norteamérica tenía intención de defender la democracia y los derechos humanos. Aún así, la inmensa mayoría opina que los Estados Unidos "se equivocan" a la hora de diseñar su estrategia de defensa de los valores democráticos en el mundo islámico. Sólo una ínfima minoría (13%) aprueba la actuación de al Qaeda. Aún menos numerosos son los partidarios de la creación del Estado islámicos (6%). Sin embargo, más de la mitad de los entrevistados (56%) simpatiza con un movimiento que "planta cara" a los Estados Unidos. Una actitud aparentemente incomprensible, al menos para la mentalidad norteamericana. Más incomprensible -o tal vez, peligrosa- aún es la confianza de la opinión pública árabe en la información facilitada por Al Jaziira, la cadena de televisión por satélite que se ha convertido en la mayor "enemiga" de George W. Bush. Hasta el punto de contemplar el Presidente un aparatoso ataque aéreo contra los estudios de Qatar. Las palabras "hostilidad" y "temor" constituyen el común denominador de las entrevistas realizadas por Zogby International. Ello no facilita la puesta en marcha del hasta ahora utópico proyecto del Presidente Bush: la edificación de un Gran Oriente Medio capaz de sostenerse en tres pilares: modernidad, democracia y occidentalismo. Obviamente, hace falta buscar la salida airosa. - Adrián Mac Liman es escritor y periodista, miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la Universidad de La Sorbona (París), Centro de Colaboraciones Solidarias.
https://www.alainet.org/en/node/113766
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