La muerte segunda de Bush
21/07/2006
- Opinión
“Dios me dijo que atacara a Al Qaeda
y los ataqué, y entonces Él me dio instrucciones
para atacar a Sadam y lo hice”
George W. Bush Las intenciones genocidas de Bush no tienen límites. Se propone hacer sufrir a todos los cubanos y las cubanas, independientemente de quienes sean, la profesión o el oficio que desempeñen, el color de la piel, sus gustos o costumbres, sus creencias o posiciones filosóficas. Contra cualquier hijo de esta tierra, hombre o mujer, niño o anciano, y contra las organizaciones que los cubanos han creado y a las que han dado vida desde el barrio y la comunidad, en el campo y las ciudades. Para causarles daño ahora castiga también a sus instituciones religiosas y a las Iglesias norteamericanas. Nunca antes había pretendido ir tan lejos. Lo dice con todas las letras el tercer párrafo de la página 32 del Informe que acaba de aprobar el pasado 10 de julio. Es un texto que nadie puede ignorar. Bush afirma literalmente que va a “apretar las regulaciones para exportaciones de artículos humanitarios con el fin de asegurar” que no puedan ser enviadas a organizaciones “tales como el Consejo de Iglesias de Cuba”. Por lo pronto, el empleo de esa expresión, “tales como”, le permitirá mañana hacer lo mismo con cualquier otra entidad sea religiosa o de otro tipo. Bastaría con afirmar que es “administrada o controlada” por el Gobierno como acaba de hacerlo, mintiendo de manera impúdica y grosera respecto al Consejo de Iglesias. Un Consejo al que pertenecen la Iglesia Episcopal y 22 iglesias protestantes y evangélicas, en el que tienen condición de observadoras tres iglesias más con el que están asociadas fraternalmente otras siete organizaciones incluyendo la Comunidad Hebrea de Cuba y con el que colaboran permanentemente 12 movimientos ecuménicos y organizaciones de inspiración cristiana. En otras palabras, se trata de por lo menos 45 instituciones religiosas o fraternales que cuentan con la activa participación de miles de ciudadanos de este país. Tiene razón el presbítero Pablo Odén Marichal, ex presidente del Consejo y actual Director de su Centro de Estudios y Rector de la Parroquia Episcopal “Fieles a Jesús” de Matanzas, al denunciar que Bush pretende “matar al movimiento ecuménico en Cuba, que es uno de los más fuertes de América Latina”. Por su parte, al condenar las medidas norteamericanas, la actual presidenta del Consejo de Iglesias de Cuba, Reverenda Rodhe González Zorrilla, aseguró que “nosotros seremos capaces, como siempre hemos sido, de sobreponernos a todas las situaciones, porque las relaciones entre las iglesias de Cuba y los Estados Unidos son relaciones históricas” y expresó su convicción de que nada “será capaz de distanciarnos como iglesias”. Desde su sede en Ginebra, el Consejo Mundial de Iglesias reaccionó enérgicamente mediante una declaración de su Secretario General, el Rev. Dr. Samuel Kobia que calificó las acciones de Bush como “una flagrante violación de la libertad religiosa y una notoria interferencia en asuntos religiosos” Kobia hizo un llamamiento a todas las iglesias y a los consejos nacionales de iglesias a expresar su solidaridad con el Consejo de Iglesias de Cuba y a evidenciar su preocupación a las autoridades norteamericanas. En Estados Unidos alzó su voz de protesta el Servicio Mundial de Iglesias (CWS), Agencia Ecuménica integrada por 35 denominaciones (protestantes, ortodoxos y anglicanos) que agrupan a decenas de millones de miembros en ese país. Su director Ejecutivo, Rev. Johan L. McCullough, tras advertir que estas medidas pondrán fin a su capacidad para proveer ayuda humanitaria básica a personas necesitadas, las calificó “como una incursión injustificada en la libertad religiosa por la administración de Bush”. Recordó que desde los años 40 del pasado siglo el CWS ha mantenido relaciones de cooperación con las iglesias cubanas y afirmó categóricamente “no tenemos dudas que el Consejo de Iglesias de Cuba es una auténtica expresión cristiana”. Martin Shupack, director Asociado para Relaciones Públicas del Servicio Mundial de Iglesias precisó que “perturbar esta actividad -la cooperación con las iglesias cubanas- es golpear el corazón de nuestra identidad religiosa y nuestra libertad. La libertad religiosa fue un principio fundamental para los fundadores de la República Americana”. El Centro Memorial “Dr. Martin Luther King Jr.” puntualizaba que “los verdaderos intereses de la actual Administración norteamericana nada tienen que ver con el ministerio diacónico de las iglesias y mucho menos con el espíritu de la enseñanza de Cristo de amor al prójimo como el mandamiento que es semejante al amor a Dios”. Quien así insulta a millones de creyentes es el mismo Bush que ha tratado de manipular a favor suyo y de su camarilla los sentimientos religiosos de la gente. Lo ha hecho además de un modo grotesco, rayano en la más vulgar blasfemia. Ha llegado a decir que habla con Dios, le consulta las principales decisiones y de Él recibió instrucciones sobre cuestiones tales como apoderarse de la presidencia de su país y llevar la guerra y la muerte a pueblos indefensos. ¿Se atreverá a decir ahora que de Él recibió la orden de golpear con estúpida saña al movimiento ecuménico cubano? ¿De cuál otro crimen osará inculpar a Dios? Se sabe, porque lo ha dicho, que Bush no lee libros. Por ello aun no sabe el destino que le aguarda y que fue descrito hace ya casi un par de milenios: “todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis, 21.8) - Ricardo Alarcón es Presidente de la Asamblea del Poder Popular de la República de Cuba.
George W. Bush Las intenciones genocidas de Bush no tienen límites. Se propone hacer sufrir a todos los cubanos y las cubanas, independientemente de quienes sean, la profesión o el oficio que desempeñen, el color de la piel, sus gustos o costumbres, sus creencias o posiciones filosóficas. Contra cualquier hijo de esta tierra, hombre o mujer, niño o anciano, y contra las organizaciones que los cubanos han creado y a las que han dado vida desde el barrio y la comunidad, en el campo y las ciudades. Para causarles daño ahora castiga también a sus instituciones religiosas y a las Iglesias norteamericanas. Nunca antes había pretendido ir tan lejos. Lo dice con todas las letras el tercer párrafo de la página 32 del Informe que acaba de aprobar el pasado 10 de julio. Es un texto que nadie puede ignorar. Bush afirma literalmente que va a “apretar las regulaciones para exportaciones de artículos humanitarios con el fin de asegurar” que no puedan ser enviadas a organizaciones “tales como el Consejo de Iglesias de Cuba”. Por lo pronto, el empleo de esa expresión, “tales como”, le permitirá mañana hacer lo mismo con cualquier otra entidad sea religiosa o de otro tipo. Bastaría con afirmar que es “administrada o controlada” por el Gobierno como acaba de hacerlo, mintiendo de manera impúdica y grosera respecto al Consejo de Iglesias. Un Consejo al que pertenecen la Iglesia Episcopal y 22 iglesias protestantes y evangélicas, en el que tienen condición de observadoras tres iglesias más con el que están asociadas fraternalmente otras siete organizaciones incluyendo la Comunidad Hebrea de Cuba y con el que colaboran permanentemente 12 movimientos ecuménicos y organizaciones de inspiración cristiana. En otras palabras, se trata de por lo menos 45 instituciones religiosas o fraternales que cuentan con la activa participación de miles de ciudadanos de este país. Tiene razón el presbítero Pablo Odén Marichal, ex presidente del Consejo y actual Director de su Centro de Estudios y Rector de la Parroquia Episcopal “Fieles a Jesús” de Matanzas, al denunciar que Bush pretende “matar al movimiento ecuménico en Cuba, que es uno de los más fuertes de América Latina”. Por su parte, al condenar las medidas norteamericanas, la actual presidenta del Consejo de Iglesias de Cuba, Reverenda Rodhe González Zorrilla, aseguró que “nosotros seremos capaces, como siempre hemos sido, de sobreponernos a todas las situaciones, porque las relaciones entre las iglesias de Cuba y los Estados Unidos son relaciones históricas” y expresó su convicción de que nada “será capaz de distanciarnos como iglesias”. Desde su sede en Ginebra, el Consejo Mundial de Iglesias reaccionó enérgicamente mediante una declaración de su Secretario General, el Rev. Dr. Samuel Kobia que calificó las acciones de Bush como “una flagrante violación de la libertad religiosa y una notoria interferencia en asuntos religiosos” Kobia hizo un llamamiento a todas las iglesias y a los consejos nacionales de iglesias a expresar su solidaridad con el Consejo de Iglesias de Cuba y a evidenciar su preocupación a las autoridades norteamericanas. En Estados Unidos alzó su voz de protesta el Servicio Mundial de Iglesias (CWS), Agencia Ecuménica integrada por 35 denominaciones (protestantes, ortodoxos y anglicanos) que agrupan a decenas de millones de miembros en ese país. Su director Ejecutivo, Rev. Johan L. McCullough, tras advertir que estas medidas pondrán fin a su capacidad para proveer ayuda humanitaria básica a personas necesitadas, las calificó “como una incursión injustificada en la libertad religiosa por la administración de Bush”. Recordó que desde los años 40 del pasado siglo el CWS ha mantenido relaciones de cooperación con las iglesias cubanas y afirmó categóricamente “no tenemos dudas que el Consejo de Iglesias de Cuba es una auténtica expresión cristiana”. Martin Shupack, director Asociado para Relaciones Públicas del Servicio Mundial de Iglesias precisó que “perturbar esta actividad -la cooperación con las iglesias cubanas- es golpear el corazón de nuestra identidad religiosa y nuestra libertad. La libertad religiosa fue un principio fundamental para los fundadores de la República Americana”. El Centro Memorial “Dr. Martin Luther King Jr.” puntualizaba que “los verdaderos intereses de la actual Administración norteamericana nada tienen que ver con el ministerio diacónico de las iglesias y mucho menos con el espíritu de la enseñanza de Cristo de amor al prójimo como el mandamiento que es semejante al amor a Dios”. Quien así insulta a millones de creyentes es el mismo Bush que ha tratado de manipular a favor suyo y de su camarilla los sentimientos religiosos de la gente. Lo ha hecho además de un modo grotesco, rayano en la más vulgar blasfemia. Ha llegado a decir que habla con Dios, le consulta las principales decisiones y de Él recibió instrucciones sobre cuestiones tales como apoderarse de la presidencia de su país y llevar la guerra y la muerte a pueblos indefensos. ¿Se atreverá a decir ahora que de Él recibió la orden de golpear con estúpida saña al movimiento ecuménico cubano? ¿De cuál otro crimen osará inculpar a Dios? Se sabe, porque lo ha dicho, que Bush no lee libros. Por ello aun no sabe el destino que le aguarda y que fue descrito hace ya casi un par de milenios: “todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis, 21.8) - Ricardo Alarcón es Presidente de la Asamblea del Poder Popular de la República de Cuba.
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