Los pueblos paganos, en sus culturas, siempre se me parecieran más sabios. Ellos tenían como costumbre celebrar la vida en los equinoccios y solsticios, rindiendo homenajes a las estaciones. Y eso no se los aparecía como algo no más. Era importante, porque, al final, cada una de las estaciones trae con ella sus bendiciones.

En el girar de esa pelota azul, las comunidades van experimentando la belleza del otoño, la introspección del invierno, la calentura del verano y la alegría de la primavera. Es aun en ese lento voltear que en las tierras las gentes hallan su momento de plantar, cosechar, descansar y bailar.

Hoy, en esa parte del mundo donde está Brasil, es el equinoccio de la primavera. En el ritmo de las estaciones todo pasa a llenarse de vida. La voz de los pajaritos quedase más fuerte, las flores aparecen luminosas y, a despecho de todas los dolores y luchas, también las personas rodean en fiesta.

Acá estamos nosotros en el inmenso jardín mirando cada cosa que plantamos en el invierno, apuntar por la tierra afuera. Entonces llega la hora de bailar la danza de los dioses, hacer pago a la Pacha Mama, reverenciar al Inti (el sol), saludar Ñanderu, el gran padre Guaraní, el que con Jacy y Kuaray torna ese mundo tan bello. Es tiempo de decir el nombre de la belleza para que ella se nos tome entera, así como lo creen los Navajos.

Hace mucho tiempo los pueblos del leste invadieran nuestra Tekoá (tierra-casa) y soterraran la cultura autóctona, trayendo nuevos dioses y desconocidos santos. Pero siempre es tiempo de recuperar nuestra condición primera, de pueblo de Abya Yala, y retomar nuestros viejos rituales. La caminada de los tiempos ya trató de mostrar que en la profusión de dioses y diosas que co-existen en las mas variadas culturas, lo que se queda como certeza es que la tierra es sagrada y cabe a nosotros cuidar para que ella siga firme, con salud y un sitio bueno de vivir. La Eko Porã del pueblo Guaraní (tierra buena y bonita para todos) .

Ese tiempo todavía aun no ha llegado, proliferan las guerras, las gentes necesitan migrar de un lado a otro buscando sobrevivir en medio a la destrucción del capital. Pero, en cada ser viviente, brilla la más indefectible esperanza. Llegará el dia en que todos bailarán para Inti, Pacha Mama, Viracocha, Quetzalcoalt, Istsá Natlehi, Wakan Tanka, Krisna, Jesus, hermanados. Y la tierra será bella y el banquete repartido. Paraíso. Socialismo. Eko Porã.

Mientras tanto, celebremos, pues. Los pajaritos nos llaman, las flores perfuman la vida y nosotros tenemos la obligación de rendir gracias. Porque nada en el mundo puede ser mejor que caminar en la dirección de la belleza, de la vida plena, de la alegría, de la Eko Porã. En medios a las tinieblas, cantamos, bailamos y plantamos jardines porque confiamos, tal cual Jeremías, delante de su tierra arrasada, que aún nacerán flores en ese lugar...

Feliz primavera! Viva Abya Yala..

Elaine Tavares – periodista en OLA

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