Alto al cruel desaleteo de tiburones

06/11/2007
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Después de 15 años de haber denunciado la macabra práctica de cortar las aletas a los tiburones para luego lanzar sus cuerpos vivos al fondo del mar, al mirar hacia atrás hemos de reconocer que, pese a costosas campañas, recolección de firmas, marchas, manifiestos (en las que hemos participado con cierta esperanza), la situación no mejora, pues el muy lucrativo negocio del desaleteo se mantiene.

Quizá porque se ha creído que el prohibir y medio controlar el desembarque de tiburones para verificar la presencia de sus aletas adheridas a sus cuerpos era la manera idónea de detener la cruel "técnica" pesquera, nos hemos quedado en eso: en medio controlar. Por ello, a partir de la exitosa experiencia que se sigue en el archipiélago de Las Bahamas, proponemos algo diferente (¡y efectivo!) para Costa Rica.

El gobierno de esas islas caribeñas, después de valorar diversos elementos positivos relacionados con la presencia y protección de los tiburones (por ejemplo su atractivo turístico) prohibió la exportación de sus aletas, cartílagos, mandíbulas y demás partes. Si un kilo de aletas puede valer $660, mientras el tiburón entero, pesado, grande y de poco valor en el mercado, no representa un bien lucrativo de exportación, la determinación gubernamental acabó con el negocio… y consecuentemente con el desaleteo.

Hoy se estima que solo por ingresos turísticos un solo tiburón representa para las Bahamas unos $200 mil anuales, al tiempo que se reconoce su insustituible función ecológica en el mantenimiento del equilibrio ambiental de los ecosistemas marinos del archipiélago. ¡Se han acabado además las inútiles y costosas "campañas" clamando por su protección!, como las que algunos entes interesados insisten en mantener en Costa Rica… pese a los resultados negativos.

Así que nuestra propuesta (que esperamos usted comparta con nosotros) es que la Presidencia de la República emita un decreto ejecutivo que prohíba la exportación de aletas de tiburón y cualesquiera de sus partes. La mala imagen de Costa Rica, ilustrada en el filme "Sharkwater", del cineasta canadiense Rob Stewart, que ya se exhibe alrededor del mundo (y muy pronto en nuestras salas de cine), solo podría ser contrarrestada con una acción decidida como la que se propone.

La ceguera crónica del Incopesca, los intereses comerciales, los supuestamente laborales, los vinculados al financiamiento internacional de las "campañas" y de los que las promueven, no han de ser obstáculo para que don Óscar Arias y su Ministro del Ambiente actúen ejemplarmente lavándole la cara a Costa Rica, manchada por los hechos reales que se denuncian en el documental "Sharkwater". Acción ejemplar que podría darse días antes del encuentro de funcionarios de organismos pesqueros internacionales, por realizarse en nuestro país, y adonde acudirán muchos de los culpables de estar masacrando cruelmente unos 73 millones de tiburones al año… como parte del cruel desaleteo.

- Freddy Pacheco es catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica.

Fuente: http://www.prensalibre.co.cr/2007/noviembre/06/opinion07.php
https://www.alainet.org/en/node/124080
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