Otro opus, esta vez sobre la Cumbre Iberoamericana
¿Para que sirve un rey?
12/11/2007
- Opinión
Buenos Aires
Al monarca se le desacomodó la corona cuando oyó nombrar a las cosas por su nombre. Parece que América Latina no necesita de estados sin democracia.
Hace pocas semanas, en diálogo mantenido a través de la radio publica de la Ciudad de Buenos Aires –la AM 1110 de esta capital- el periodista español Pascual Serrano dijo “...¿para qué sirve un rey?...para nada que no sea darle gastos a la sociedad, aparecer en las fotos y viajar en yate…”.
Quién se iba a imaginar que, días después, el único Jefe de Estado de los que estuvieron en Santiago y se llena la boca hablando de democracia pero no fue elegido por nadie –Juan Carlos de Borbón- iría a confirmar en los hechos las opiniones de Serrano, director de la revista electrónica Rebelión.
En las fotografías y videos que andan circulando por el mundo se lo pudo ver con esa cara tan bobalicona de los Borbones -como si estuviera en los establos más que en Palacio- pidiéndole al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que se calle cuando éste no hizo otra cosa que recordar algo de público y ya histórico conocimiento: que el antecesor de José Luís Rodríguez Zapatero, José María Aznar es una fascista, que se sumó con clamores al genocidio en Irak y, junto a Estados Unidos, apoyó el fallido golpe de Estado contra Chávez, en abril del 2002.
Completaríamos el concepto de Pascual Serrano diciendo que un rey sólo sirve para provocar gastos, tomarse fotos, pasear en yate y hacer el ridículo. Es decir, él, su prole y laterales, conforman algo así como una pequeña asociación de chulos con pretensiones.
¿Se puede saber por qué ese señor se sienta a la mesa de gobernantes elegidos por sus pueblos, cuando el único crédito real en su favor es el de la chulería?
Algunos podrán decir porque la Constitución de España lo reconoce como jefe de Estado. Entonces, y ateniéndose a una verdadera colección de documentos surgidos de cumbres tan o mas importantes que la reciente XVII Iberoamericana, España no sólo no debería participar en ella sino que merecería ser condenada por la comunidad latinoamericana y del Caribe, por mantener estatutos legales que no respetan la soberanía popular.
Claro, algunos objetarían que España sí cuenta con un Ejecutivo, que allí tiene a su jefe de Gobierno, actualmente don José Luís, pero sucede que éste no es elegido por el pueblo en forma directa, sino por los parlamentarios.
Es decir, España tiene, por lo menos, un estatus constitucional muy devaluado frente a otros Estados en los cuales sus presidentes fueron aclamados una y otra vez por las urnas, como es el caso de Chávez en Venezuela, Lula reelecto en Brasil y hasta la próxima presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner -elegida hace 15 días con más del 40 por ciento de los sufragios populares -, por sólo mencionar tres ejemplos.
¿España devaluada? Sí. Su jefe de Estado – el chulo de marras- no cuenta con ningún mandato de las urnas, y a su jefe de Gobierno en realidad lo eligen sus colegas de la corporación política, y más que primer ministro parece un valido sobreviviente de los manuales de historia.
Pero pensándolo bien, deberíamos estar agradecidos con el inútil Borbón, porque con su gesto atontado y el exabrupto en Santiago de Chile no hizo otra cosa que poner sobre el tapete algunos asuntos muy de moda.
¿Se puede saber por qué los poderes “democráticos” de España –al igual que los de Estados Unidos, la Unión Europea y sus respectivos monopolios mediáticos- se oponen a la reforma constitucional de Venezuela, casi el único país que no sólo proclama sino ejerce el instituto del referendo en forma permanente, para ratificar o no presidentes, para avanzar o no con una nueva carta magna?
¿Cuál es la autoridad democrático política de esa crítica y oposición? Parece que ninguna, salvo la surgida de los bailes en palacio, de los viajes en yate, de las fotos entre chulos y otras menudencias más.
Interesante fue la propuesta de otro elegido por su pueblo, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega: apeló a la posible creación de un Foro Latinoamericano y del Caribe.
Y ya que se está hablando de democracia, al mismo deberían concurrir no sólo gobernantes y funcionarios de Estado, sino también las organizaciones sociales en su conjunto.
El debate tendría que transcurrir entre iguales y la agenda contemplar los asuntos que preocupan a los ciudadanos y ciudadanas, y la puesta en marcha de instrumentos no formales ni burocráticos, para que las decisiones del Foro sean efectivamente ejecutadas.
Por supuesto que los reyes, los principitos, las infantas y los validos sólo podrán ver esa cumbre por televisión y, si no les da pereza y saben cómo hacerlo, a través de algún que otro video colgado en YouTube
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
http://www.prensamercosur.com.ar
Al monarca se le desacomodó la corona cuando oyó nombrar a las cosas por su nombre. Parece que América Latina no necesita de estados sin democracia.
Hace pocas semanas, en diálogo mantenido a través de la radio publica de la Ciudad de Buenos Aires –la AM 1110 de esta capital- el periodista español Pascual Serrano dijo “...¿para qué sirve un rey?...para nada que no sea darle gastos a la sociedad, aparecer en las fotos y viajar en yate…”.
Quién se iba a imaginar que, días después, el único Jefe de Estado de los que estuvieron en Santiago y se llena la boca hablando de democracia pero no fue elegido por nadie –Juan Carlos de Borbón- iría a confirmar en los hechos las opiniones de Serrano, director de la revista electrónica Rebelión.
En las fotografías y videos que andan circulando por el mundo se lo pudo ver con esa cara tan bobalicona de los Borbones -como si estuviera en los establos más que en Palacio- pidiéndole al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que se calle cuando éste no hizo otra cosa que recordar algo de público y ya histórico conocimiento: que el antecesor de José Luís Rodríguez Zapatero, José María Aznar es una fascista, que se sumó con clamores al genocidio en Irak y, junto a Estados Unidos, apoyó el fallido golpe de Estado contra Chávez, en abril del 2002.
Completaríamos el concepto de Pascual Serrano diciendo que un rey sólo sirve para provocar gastos, tomarse fotos, pasear en yate y hacer el ridículo. Es decir, él, su prole y laterales, conforman algo así como una pequeña asociación de chulos con pretensiones.
¿Se puede saber por qué ese señor se sienta a la mesa de gobernantes elegidos por sus pueblos, cuando el único crédito real en su favor es el de la chulería?
Algunos podrán decir porque la Constitución de España lo reconoce como jefe de Estado. Entonces, y ateniéndose a una verdadera colección de documentos surgidos de cumbres tan o mas importantes que la reciente XVII Iberoamericana, España no sólo no debería participar en ella sino que merecería ser condenada por la comunidad latinoamericana y del Caribe, por mantener estatutos legales que no respetan la soberanía popular.
Claro, algunos objetarían que España sí cuenta con un Ejecutivo, que allí tiene a su jefe de Gobierno, actualmente don José Luís, pero sucede que éste no es elegido por el pueblo en forma directa, sino por los parlamentarios.
Es decir, España tiene, por lo menos, un estatus constitucional muy devaluado frente a otros Estados en los cuales sus presidentes fueron aclamados una y otra vez por las urnas, como es el caso de Chávez en Venezuela, Lula reelecto en Brasil y hasta la próxima presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner -elegida hace 15 días con más del 40 por ciento de los sufragios populares -, por sólo mencionar tres ejemplos.
¿España devaluada? Sí. Su jefe de Estado – el chulo de marras- no cuenta con ningún mandato de las urnas, y a su jefe de Gobierno en realidad lo eligen sus colegas de la corporación política, y más que primer ministro parece un valido sobreviviente de los manuales de historia.
Pero pensándolo bien, deberíamos estar agradecidos con el inútil Borbón, porque con su gesto atontado y el exabrupto en Santiago de Chile no hizo otra cosa que poner sobre el tapete algunos asuntos muy de moda.
¿Se puede saber por qué los poderes “democráticos” de España –al igual que los de Estados Unidos, la Unión Europea y sus respectivos monopolios mediáticos- se oponen a la reforma constitucional de Venezuela, casi el único país que no sólo proclama sino ejerce el instituto del referendo en forma permanente, para ratificar o no presidentes, para avanzar o no con una nueva carta magna?
¿Cuál es la autoridad democrático política de esa crítica y oposición? Parece que ninguna, salvo la surgida de los bailes en palacio, de los viajes en yate, de las fotos entre chulos y otras menudencias más.
Interesante fue la propuesta de otro elegido por su pueblo, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega: apeló a la posible creación de un Foro Latinoamericano y del Caribe.
Y ya que se está hablando de democracia, al mismo deberían concurrir no sólo gobernantes y funcionarios de Estado, sino también las organizaciones sociales en su conjunto.
El debate tendría que transcurrir entre iguales y la agenda contemplar los asuntos que preocupan a los ciudadanos y ciudadanas, y la puesta en marcha de instrumentos no formales ni burocráticos, para que las decisiones del Foro sean efectivamente ejecutadas.
Por supuesto que los reyes, los principitos, las infantas y los validos sólo podrán ver esa cumbre por televisión y, si no les da pereza y saben cómo hacerlo, a través de algún que otro video colgado en YouTube
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
http://www.prensamercosur.com.ar
https://www.alainet.org/en/node/124164?language=es
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