Nuevos paradigmas
17/11/2008
- Opinión
Mientras García trata la crisis mundial como un incidente de corto plazo y al que somos casi inmunes, la prensa europea –El País–se pregunta "¿Caerá Latinoamérica?" El editorial dice: "No ha tardado mucho en desvanecerse la ilusión de que los países emergentes iban a soportar mejor la crisis financiera que EEUU, Europa o Japón". Y es que, como es lógico, la caída de precios de las materias primas produce una caída en la recaudación fiscal (p. ej. el canon por el que se enfrentan algunas regiones y el 50% que va al gobierno central). Ello implica una reducción del gasto público y también de la inversión privada en estos sectores, junto a la caída de otras exportaciones por la reducción de la demanda en el norte. Consecuentemente, menos trabajo, desaceleración económica y recesión en muchos casos.
Las monedas se devalúan ante el dólar (desde 36% el peso mexicano, 25% el real brasileño hasta 11% el peso chileno o el sol), muchas veces por juegos especulativos. Los gobiernos de AL quieren colocar bonos de deuda pública, pero deben competir con los bonos que ofrecen los Estados desarrollados y pagar un interés más alto. Las bolsas se desploman por la venta de acciones para refugiar el dinero en el norte. Mercados alternativos para AL como China e India reducen su ritmo de crecimiento en 2% a 2.5% y cae la demanda de nuestros productos. Parece claro, además, que no son locomotoras económicas capaces de suplir la demanda del norte y que están afectadas por esa recesión. La teoría del "desacople" no tiene muchos fans ya. Por ejemplo, China aumentaba en 22% su demanda de acero y en setiembre solo 4.5%, afectando la exportación brasileña.
Según el FMI, por cada 10% de caída de precios de las materias primas cae en 0.8% el PBI de la región. El petróleo, el cobre y otros metales han caído en más de 50%. Sumen a ello la disminución de turistas, la reducción de remesas desde el extranjero a nuestros países dado el desempleo y la recesión. Y la devaluación de la moneda encarece precios de alimentos importados y costos de maquinarias o tecnología extranjera. ¿Un incidente?
Ignacio Ramonet, editor de Le Monde Diplomatique, señala que se trata de una crisis sistémica más grave que la del 29, dada la globalización y los tremendos impactos producidos en el mundo capitalista: debacle financiera, desaparición de la banca de inversión, brutal caída de las bolsas y de los activos empresariales, reducción del crédito. Es el fin del neoliberalismo, del capitalismo financiero desbocado al que García se ha convertido reciente y extemporáneamente con su "Perro del hortelano". Es, dice Ramonet, el inicio del fin de un imperio, el norteamericano. El inicio del proceso que será tortuoso y largo, traumático y difícil. Recordemos que la crisis del 29 en realidad terminó en el marco de múltiples convulsiones y revoluciones y se cerró con la II Guerra Mundial que redistribuyó el mercado y generó nuevas instituciones ahora en crisis, desde la ONU hasta el FMI (aunque las pretende imponer en Hungría, Islandia o Ucrania y Europa del Este).
No se trata de retornar simplemente a la etapa preneoliberal, al keynesianismo de "refundar el capitalismo", como dice Sarkozy, y retomar un rol regulador del Estado que Reagan quiso desaparecer con la tesis aquella: "El Estado no es la solución, es el problema" hasta llegar a este desastre.
El capitalismo es un sistema que vive de crisis en crisis, esa es su dinámica. Y cada una de ellas es peor que la anterior. Se trata de repensar la organización de la economía y de lograr que su reestructuración se haga respetando los derechos básicos de la gente. Hace unos meses Bush rechazó promulgar una ley –de su Congreso– por 3,000 millones de dólares para atender a millones de niños norteamericanos en pobreza; ahora aprueban gastar más de US$ 700,000 millones en el salvataje a los bancos, no a los ahorristas ni deudores pobres.
Repensar los paradigmas es central. No poner todos los huevos en la canasta del gran capital y las corporaciones que nos llevaron al desastre. No dejarlo todo en manos del "libre mercado" que ellas manipulan, junto a sus instrumentos como el FMI (al que quieren poner como "médico carnicero" otra vez). Recuperar el papel del Estado como regulador, promotor y generador de bienes y servicios estratégicos y sociales básicos para la población. Recuperar el control sobre nuestros recursos naturales, su uso razonable y la preservación del ecosistema hoy brutalmente agredido. Imponer el control ciudadano sobre las autoridades y sus políticas. Promover una población formada e informada para poder controlar a las autoridades y opinar. Terminar con un enfermizo individualismo destructor para construir sociedades solidarias y respetuosas de la gente y sus derechos.
Los 90 marcaron la caída del muro del Berlín y el fin del siglo XX. Esta crisis del 2008 marca el verdadero inicio del siglo XXI con el fin del neoliberalismo y el inicio del fin del imperio norteamericano. ¡Otro mundo es posible! ¡Atrevámonos a pensarlo y construirlo!
La República, 17 de noviembre de 2008
http://www.larepublica.com.pe/content/view/256545/481
Las monedas se devalúan ante el dólar (desde 36% el peso mexicano, 25% el real brasileño hasta 11% el peso chileno o el sol), muchas veces por juegos especulativos. Los gobiernos de AL quieren colocar bonos de deuda pública, pero deben competir con los bonos que ofrecen los Estados desarrollados y pagar un interés más alto. Las bolsas se desploman por la venta de acciones para refugiar el dinero en el norte. Mercados alternativos para AL como China e India reducen su ritmo de crecimiento en 2% a 2.5% y cae la demanda de nuestros productos. Parece claro, además, que no son locomotoras económicas capaces de suplir la demanda del norte y que están afectadas por esa recesión. La teoría del "desacople" no tiene muchos fans ya. Por ejemplo, China aumentaba en 22% su demanda de acero y en setiembre solo 4.5%, afectando la exportación brasileña.
Según el FMI, por cada 10% de caída de precios de las materias primas cae en 0.8% el PBI de la región. El petróleo, el cobre y otros metales han caído en más de 50%. Sumen a ello la disminución de turistas, la reducción de remesas desde el extranjero a nuestros países dado el desempleo y la recesión. Y la devaluación de la moneda encarece precios de alimentos importados y costos de maquinarias o tecnología extranjera. ¿Un incidente?
Ignacio Ramonet, editor de Le Monde Diplomatique, señala que se trata de una crisis sistémica más grave que la del 29, dada la globalización y los tremendos impactos producidos en el mundo capitalista: debacle financiera, desaparición de la banca de inversión, brutal caída de las bolsas y de los activos empresariales, reducción del crédito. Es el fin del neoliberalismo, del capitalismo financiero desbocado al que García se ha convertido reciente y extemporáneamente con su "Perro del hortelano". Es, dice Ramonet, el inicio del fin de un imperio, el norteamericano. El inicio del proceso que será tortuoso y largo, traumático y difícil. Recordemos que la crisis del 29 en realidad terminó en el marco de múltiples convulsiones y revoluciones y se cerró con la II Guerra Mundial que redistribuyó el mercado y generó nuevas instituciones ahora en crisis, desde la ONU hasta el FMI (aunque las pretende imponer en Hungría, Islandia o Ucrania y Europa del Este).
No se trata de retornar simplemente a la etapa preneoliberal, al keynesianismo de "refundar el capitalismo", como dice Sarkozy, y retomar un rol regulador del Estado que Reagan quiso desaparecer con la tesis aquella: "El Estado no es la solución, es el problema" hasta llegar a este desastre.
El capitalismo es un sistema que vive de crisis en crisis, esa es su dinámica. Y cada una de ellas es peor que la anterior. Se trata de repensar la organización de la economía y de lograr que su reestructuración se haga respetando los derechos básicos de la gente. Hace unos meses Bush rechazó promulgar una ley –de su Congreso– por 3,000 millones de dólares para atender a millones de niños norteamericanos en pobreza; ahora aprueban gastar más de US$ 700,000 millones en el salvataje a los bancos, no a los ahorristas ni deudores pobres.
Repensar los paradigmas es central. No poner todos los huevos en la canasta del gran capital y las corporaciones que nos llevaron al desastre. No dejarlo todo en manos del "libre mercado" que ellas manipulan, junto a sus instrumentos como el FMI (al que quieren poner como "médico carnicero" otra vez). Recuperar el papel del Estado como regulador, promotor y generador de bienes y servicios estratégicos y sociales básicos para la población. Recuperar el control sobre nuestros recursos naturales, su uso razonable y la preservación del ecosistema hoy brutalmente agredido. Imponer el control ciudadano sobre las autoridades y sus políticas. Promover una población formada e informada para poder controlar a las autoridades y opinar. Terminar con un enfermizo individualismo destructor para construir sociedades solidarias y respetuosas de la gente y sus derechos.
Los 90 marcaron la caída del muro del Berlín y el fin del siglo XX. Esta crisis del 2008 marca el verdadero inicio del siglo XXI con el fin del neoliberalismo y el inicio del fin del imperio norteamericano. ¡Otro mundo es posible! ¡Atrevámonos a pensarlo y construirlo!
La República, 17 de noviembre de 2008
http://www.larepublica.com.pe/content/view/256545/481
https://www.alainet.org/en/node/130875
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