Despierta Perú

01/12/2008
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No abundan “fans” de los cuentos del Perro del Hortelano. La crisis mundial como un “incidente”, el Perú como “refugio para los capitales que fugan de otras partes del mundo”, “blindado ante la crisis económica mundial” o seguro “receptor, entre el 2009 y el 2011 y gracias a la APEC, de inversiones por $100,000 millones de dólares” (más que toda la inversión directa extranjera en 50 años), no tienen muchos adeptos.

La recesión mundial, la brutal caída de precios de nuestros principales productos de exportación (entre 40 y 50% los minerales), la consiguiente reducción de ingresos fiscales y la parálisis mundial de inversiones en el marco de una sequía internacional de créditos, hacen que la gente informada prevea que el 2009 y 2010 serán duros y agitados. Crisis y malestar, lejos del idílico cuadro que presentan García y Simon.

Disipados los fuegos artificiales de APEC, regresamos a la dura realidad. Se aprobó el Presupuesto Nacional del 2009: 1.7% menor –en términos reales- al del 2008, sin mejoras para los trabajadores estatales, menos inversión pública y ajeno a una política contra-cíclica. ¿Redujeron impuestos a los pobres, como el 19% del IGV, para mejorar la capacidad de compra de la gente? No. ¿Aumentaron el impuesto a la renta a los más ricos o se repusieron aranceles a productos importados que compiten con la producción nacional? No. ¿Redujeron proporcionalmente los combustibles o las tarifas eléctricas que suben porque los reguladores apristas calculan el petróleo a $150 dólares el barril cuando esta a $50 en el mercado mundial?  ¡No! El 2008, sólo los congresistas lograron un jugoso aumento de sueldo al incorporar es éste sus gastos operativos. En contraste, los obreros de Casapalca reanudaron sus protestas con bloqueos y la trágica muerte de un capitán policial ante el reiterado atropello a sus derechos y sus salarios de hambre.

Regresamos a las maniobras de perseguir a la oposición inventando vínculos con las FARC o el terrorismo, usando a los servicios de inteligencia, pero se  permite el accionar terrorista de Sendero Luminoso a su antojo en el VRAE y el Huallaga, asesinado a jóvenes policías y soldados, mientras Nidia Vilchez, vinculada al Comando Rodrigo Franco en Junín y a Mantilla, se convierte en Ministra. Otra vez, un proyecto de ley (2827/2008) de García y Simon, para ilegalizar asociaciones civiles de DDHH, ONG ecologistas, radios, publicaciones, organizaciones sociales y políticas, acusándolas de atentar contra las “buenas costumbres”, el orden público, la seguridad y soberanía nacional o “interferir en asuntos internos”, como intentaron hace año y medio atrás. Nuevas cortinas de humo sobre la corrupción de los petro-audios y los lazos gubernamentales, y control sobre los medios de comunicación parametrados o comprados por la millonaria publicidad de “El Perú Avanza”, como con Fujimori. Y despidos de trabajadores y salarios congelados.

Y lo toleramos. Inagotable paciencia ante el abuso de poder, la corrupción y la injusticia cotidiana que sufre la mayoría de peruanos. ¿Y la oposición? ¿Por qué no reaccionar con un “¡basta ya!” como el de los pueblos amazónicos que hicieron derogar los DDLL alanistas que atentaban contra sus derechos y territorios?

 

El cambio que el Perú demanda exige nortes claros, darle curso al desborde social. ¿Cambiaremos de rumbo sin un cambio de gobierno? ¿Con la soberbia de Alan y su pacto con las transnacionales, alguien lo cree? Y, ¿podemos cambiar de gobierno? Lo primero es decir que es necesario y justo cambiar un gobierno mentiroso, abusivo y corrupto. Legalmente tenemos el derecho constitucional (Art. 2, 31 y 32) de revocar autoridades elegidas, según ley. Sólo debemos conquistar un cambio en la ley de participación ciudadana y ampliar la revocatoria al Presidente y los Congresistas,  y vaya que méritos suficientes para salir. ¡Movilizar fuerzas e imponer un referendo revocatorio para cambiar de gobierno y de Congreso! Ello abriría un enorme proceso de movilización y organización popular si nos atrevemos.

Pero eso no basta. ¿Podemos construir un nuevo Perú con la Constitución fujimorista o necesitamos otra? ¿Acaso aplicar una política económica que defienda a la gente en esta crisis, sin un Estado que intervenga y regule la economía, que evite el abuso de poder de los monopolios y las transnacionales, que recupere el control sobre nuestros recursos naturales y la renta que generan, que implante una reforma tributaria que reduzca los impuestos a los mas pobres y los aumente a los mas ricos, que termine con los privilegios tributarios de las grandes empresas y los tramposos contratos de estabilidad jurídica que se han firmado?  No. Tampoco podríamos defender los derechos laborales o reconocernos como un país multinacional y respetar los derechos de las comunidades nativas y campesinas frente a las transnacionales extractivas. Menos cuando esta Constitución da iguales derechos a peruanos que a extranjeros. Necesitamos una Asamblea Constituyente. Y, ciertamente, debemos reafirmar nuestra unidad con los pueblos que luchan por el cambio en la región.
 
Despierta Perú. ¡Es la hora de asumir el cambio!

 
La República, 01 de Diciembre de 2008.

https://www.alainet.org/en/node/131153
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