Diez años del ‘Pacto Mundial’
- Opinión
"Les propongo que ustedes, los líderes empresariales reunidos en Davos, y nosotros, las Naciones Unidas, iniciemos un pacto mundial de principios y valores compartidos, que darán una cara humana al mercado global”. El 31 de enero de 1999, Kofi Annan se presentaba en el Foro Económico Mundial de Davos y, con estas palabras, anunciaba el lanzamiento de una nueva iniciativa internacional: el Global Compact (o Pacto Mundial). Aquella propuesta, cuyo objetivo era tejer una “alianza creativa entre Naciones Unidas y el sector privado”, fue adoptada oficialmente un año y medio después en la sede general de
No está de más recordar que la discusión sobre la firma de unas normas internacionales que regulen las operaciones de las empresas transnacionales viene de lejos: desde la década de los setenta. A finales de 1972, ante
Porque una de las cuestiones centrales del Global Compact es que se trata de un acuerdo voluntario. Las empresas que se adhieren a él han de suscribir diez principios genéricos –sobre derechos humanos, medio ambiente, derechos laborales y corrupción– y su única obligación es tener al día el llamado informe de progreso, con el que se considera que rinden cuentas a la sociedad. Sin embargo, destacan la notable indefinición de los contenidos del Pacto y la ausencia de cualquier mecanismo mínimo de supervisión: la información que se comunica es voluntaria, unilateral y sin controles de ninguna clase; pero, eso sí, permite disponer del aval de
Con la consolidación del Global Compact y de otras iniciativas voluntarias similares, ha ganado la batalla de las ideas ese concepto del que tanto se ha oído hablar en los últimos años:
Uno de los argumentos más citados para cuestionar
Jurídicamente, la extensión de
En nuestra opinión, para paliar esta asimetría, sería necesario poner en marcha un código internacional que no parta del principio de voluntariedad y que posea un carácter imperativo, coercitivo, sancionador y exigible ante los tribunales competentes. En esa misma línea, habrían de crearse tanto un Centro de Estudios y Análisis sobre empresas transnacionales –en el seno de Naciones Unidas– como un Tribunal Internacional para las multinacionales. Finalmente, con todo ello, nos encontraríamos en disposición de empezar a afrontar uno de los grandes desafíos en la era de la globalización: medir los verdaderos efectos sociales, económicos, laborales, ambientales y culturales de las actividades de las empresas transnacionales por todo el planeta.
- Juan Hernández Zubizarreta es profesor de
- Pedro Ramiro pertenece al Observatorio de Multinacionales en América Latina - Paz con Dignidad
PÚBLICO, Domingo, 8 de febrero de 2009
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