Colapsa estrategia bancomundialista?

01/03/2010
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En nuestro estudio “Efecto jazz desnuda a la Revolución Ciudadana”, (1) denunciamos al proceso que encabeza Rafael Correa como al nuevo caballo de Troya de la dominación político/económica del Ecuador y fundamentamos esa opinión glosando algunas de las falacias del discurso oficial y destacando su creciente alineación con la teoría/práctica de la globocolonización, en la versión neoinstitucionalista que preconizan el Consenso de Washington y el Banco Mundial desde fines del siglo pasado. Por cierto, el actual inquilino de Carondelet ha revelado su alineación con el integrismo neoinstitucionalista en un reciente libro de su autoría. (2)

 

1.      Neoinstitucionalismo: fase superior del neoliberalismo y fórmula de reprimarización productiva y lumpenacumulación

 

Como se recordará, el recetario neoliberal postula líneas de política económica del tenor siguiente: respeto irrestricto a la propiedad privada, reducción del tamaño y funciones del Estado, ajustes fiscales lesivos para los trabajadores y demás sectores populares, privatización de las empresas estatales y paraestatales, aperturismo comercial, desregulación financiera, seducción al capital externo. (3)

 

En la medida que estos instrumentos habrían resultado insuficientes para penetrar y orientar a los mercados periféricos, (4) el capital transnacional y los think tanks a su servicio –particularmente el Banco Mundial- impulsarán, a últimas fechas, una nueva ola de reformas orientadas a convertir a las políticas públicas de nuestros países en palancas para favorecer la mundialización del capitalismo y la acumulación de excedentes por parte de las transnacionales. Estamos, pues, frente a una alternativa derechista frente a la frustración de otra fórmula derechista.

 

Esta readecuación del neoliberalismo impulsa cambios político/institucionales promonopólicos de fondo, como los que se describe a continuación:

 

Debilitar y despojar a los partidos políticos y a los parlamentos de muchas de sus tradicionales funciones de dirección y control del Estado, para transferirlas al poder ejecutivo, convirtiéndolo en “presidencia imperial”.

 

En oposición al chato economicismo del primer Consenso de Washington - sustento del neoliberalismo de los ajustes recesivos fondomonetaristas- reconoce el valor estratégico de los factores legales y políticos del buen gobierno para los negocios y mercados. De lo anterior, el neoinstitucionalismo infiere el carácter estratégico de los factores  de largo plazo de las políticas públicas, tanto económicas como de compensación social (decisiones acerca del monto de gasto público y su destino en campos como la educación, la salud, las comunicaciones o la digitalización gubernamental).

 

Como corolario de esto último, el enfoque previo del Banco Mundial y el FMI orientado a la reducción del Estado es redefinido en sentido de fortalecerlo y encaminarlo a la creación de novedosas fórmulas promercado, a cargo de equipos de tecnócratas –generalmente jóvenes posgraduados de universidades metropolitanas y con experiencia laboral en ONGs, esas inefables portadoras del “imperialismo virtuoso” (Edward Said),  asignados al control y reglamentación de obras y servicios con alta incidencia en la rentabilidad de grandes negocios. De este modo, los nuevos climas de negocios son alentados desde el interior mismo del Estado, sujetándolo, cortando trabas y limando contradicciones entre lo público y lo privado, el Estado y el mercado, los funcionarios y los inversionistas criollos o foráneos. Ni qué decir que todo esto se ha traducido en la enorme relevancia de múltiples entes contralores, reguladores, supervisores y concesionarios de servicios y obras públicas a cargo de funcionarios dispuestos a operar en confabulación con los grandes negociantes, amparando las redes de corrupción y tráfico de influencias típicas de un capitalismo mafioso. A esta nueva institucionalidad Noam Chomsky la identificará apropiadamente como neomercantilismo corporativo, en alusión a las políticas gubernamentales de los primeros tiempos del capitalismo industrial europeo.

 

Los referidos organismos neoinstitucionalizadores operan en áreas predilectas de las grandes corporaciones: seguros, telecomunicaciones, electricidad y energía, protección ambiental, minería y control de recursos naturales, vialidad y transportes, etc. Igualmente, el control se ha extendido y renovado en esferas tradicionales (seguridad pública y migraciones, pensiones y seguridad social, fijación de salarios, aguas y alcantarillado, salud y educación en todos los niveles, etc.), para acelerar procesos de eficientización, privatización y transferencia de recursos y servicios pendientes al sector privado.

 

Conforme es bien conocido en  diversas experiencias neoinstitucionalistas latinoamericanas, tanto en las viejas como en las nuevas esferas de actividad estatal, intervenida o concesionada, se colocan incondicionales burócratas capaces de trabajar a pie juntillas con sus homólogos privados, haciendo parte funcional de los equipos de inversionistas y técnicos propios de las empresas transnacionales, como garantía de una definitiva absorción del Estado por el mercado y borrando las fronteras de dónde comienza y termina el otro. (5)

 

¿Cuál es la lógica íntima de este remozado discurso del poder mundial, erróneamente tipificado como izquierdista por la derecha tradicional?

 

Veamos lo que dice al respecto el economista colombiano  Jairo Estrada: “La llegada del neoinstitucionalismo parece sugestiva para las configuraciones actuales del capital internacional. Primero, por cuanto representaría una superación de la visión de la sociedad en la exclusiva lógica del mercado, al señalar que es necesario incorporar el análisis de las instituciones en la economía. La crítica al neoliberalismo (primario, R.B.) no es lo fundamental. En la perspectiva neoinstitucionalista no se trata de desconocer las fuerzas del mercado, solo que debe reconocerse que estas actúan con una gama muy variada de instituciones…  Segundo, por cuanto a la visión institucional subyace una visión desde la teoría general de sistemas. La sociedad (el sistema) está conformada por un conjunto de elementos (instituciones) interrelacionados e interactuantes. Esa visión de interrelación/interacción no contempla el antagonismo, puede reconocer el conflicto pero funcionalmente (o como disfunción transitoria), presupone relaciones de poder horizontales, excluye por tanto la dominación y la explotación, posibilita desarrollar un discurso de unidad, de concertación, de participación, de no exclusión, ´democrático´, (´ciudadano´, R.B.)… Tercero, desde la visión neoinstitucional los defensores del sistema pueden aparecer de ´izquierda´, de ´centro´ o de ´derecha´. (6)

 

Y más adelante: “La visión neoinstitucionalista no debe comprenderse en la forma de organizaciones o de aparato institucional. Las instituciones pueden ser definidas, según ese enfoque, como reglas de juego en una sociedad, más exactamente como las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana. Las instituciones pueden ser formales (constitución, regulaciones, normas, códigos, etc.) o informales (tradición, cultura, etc.). Al ser definidas así las instituciones, el neoinstitucionalismo pretendería hacer evolucionar la sociedad hacia una sociedad de contrato. Es decir, el problema del capitalismo no sería su naturaleza de dominación o explotación, sino la existencia de reglas de juego inadecuadas (instituciones inadecuadas), o la carencia de reglas de juego (instituciones). De ahí que la política neoinstitucionalista se concentre en la necesidad de fortalecer las instituciones (creándolas, eliminándolas, reformándolas).  Por ello se habla de desplegar y fortalecer la capacidad institucional del Estado, de la necesidad de instituciones fuertes, de la eficiencia y eficacia de las instituciones, etc. Entiéndase que en el neoinstitucionalismo… las instituciones no deben ser reducidas al aparato estatal. No es casual entonces que en el pasado reciente la política del Estado capitalista se haya orientado a diseñar reglas de juego, especialmente en el campo económico y sobre todo en los nuevos negocios”. (7)

 

2.      La Revolución Ciudadana apuesta al nuevo fundamentalismo

 

La refrendación plebiscitaria, en septiembre del 2008, de la Carta Política  de “alma neoinstitucionalista” elaborada/suscrita por la Asamblea Constituyente reunida en Montecristi  -celebrada con canciones protesta y autos de fe en un indefinido Socialismo del Siglo XXI-  y la abrumadora reelección presidencial del caudillo de Alianza País en abril del 2009 –derrotando nuevamente al multimillonario Álvaro Noboa, proclive al neoliberalismo en su libreto original- comportan referencias claves en el proceso de implantación de esa estrategia/modelo filoimperialista en el Ecuador. ¿A qué aludimos?

 

Básicamente a que los sucesos anotados tuvieron como marco  los tiempos de vacas gordas de la gestión de Correa, es decir, la bonanza de las exportaciones petroleras y de las remesas de los emigrados, así como las mayores recaudaciones fiscales viabilizadas por reformas tributarias de corte bancomundialista. Tales ingresos de la primera fase de la administración aliancista fueron canalizados principalmente a la ejecución de proyectos incorporados a la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional de Sud América (IIRSA) cofinanciados por el propio Banco Mundial, a la expansión del aparato del Estado para los ya referidos propósitos neoinstitucionalizadores, al fomento de la educación y la salud y a los efectistas programas asistenciales. Amén de los fondos asignados a la promoción de microempresarios (el viejo planteamiento metropolitano del “capitalismo popular”).

 

Tales orientaciones del gasto público le permitirían al hiperactivo Correa preservar  la adhesión de los sectores medios y de cientos de miles de excluidos de la globalización corporativa y  triunfar en sucesivas bazas electorales. E, incluso, sustentar acuerdos parlamentarios y extraparlamentarios  con entidades políticas “socialdemócratas” (ID) y “de izquierda” (MPD, Pachacutik, PSE, PC). Al menos en cierto sentido podría decirse que los petrodólares le permitieron a Carondelet “comprar” la lucha de clases.

 

Por su lado, algunas coincidencias del régimen de Alianza País con la Cuba castrista, la  Venezuela chavista y la Bolivia de Evo Morales en asuntos de política internacional  le posibilitaron captar simpatías entre medios informativos reformistas de América Latina, Estados Unidos y Europa que, a partir de evaluaciones superficiales, llegaron a catalogar al adalid de la Revolución Ciudadana como a un líder antimperialista, en la línea iniciada por el Libertador Bolívar y proseguida por figuras como Martí, Alfaro y el “Che” Guevara. ¡Cosas verás, Sancho!

 

Los descritos factores internos y externos crearon el marco para que la funambulesca “revolución” aliancista mimetizara sus acciones entreguistas –especialmente al grupo BRIC (Brasil, Rusia, India, China)- y sus actitudes antidemocráticas y atrabiliarias. E, incluso, para tornar invisibles los cada vez más frecuentes “affaires” de corrupción denunciados –especialmente en lo que concierne al área petrolera- en el libro El discreto encanto de la Revolución Ciudadana. (8)

 

3.      Débil y contradictoria política anticrisis y reaparecimiento del espectro del FMI

 

La débil y errática recuperación de los países metropolitanos después del crack económico/financiero del capitalismo que se expresara espectacularmente en el desplome de Wall Street, en septiembre del 2008, no impidió que la recesión internacional transfiriera sus concomitantes impactos al  vulnerable Ecuador, especialmente a partir del segundo semestre del 2009.

 

Aludimos a efectos como la caída de la demanda y precios de nuestra canasta de exportación –particularmente del petróleo- y del monto de las remesas de los emigrados, al encarecimiento del crédito y al éxodo de capitales especulativos temerosos del discurso “socialista” del gobierno, éxodo que habría ascendido a la bicoca de 10 mil millones de dólares para el bienio 2007-2008.

 

El deterioro de las balanzas comercial y de pagos, el año 2009, se tradujo no solo en nuevas caídas de la inversión privada y en el correlativo “vaciamiento productivo”, en una correlativa parálisis del PIB, en una irresistible expansión del desempleo y el subempleo -con incidencia en el auge delincuencial- y en un ascenso de la inflación espoleada además por factores climáticos adversos; sino también en una erosión de las finanzas públicas, hipotecadas  a una política intervencionista/desarrollista superflua, al devoto servicio de la vilipendiada deuda externa/interna y a los acrecentados gastos armamentistas y operacionales derivados de un mayor involucramiento del país en la guerra civil del vecino norteño, a despecho de la ruptura de relaciones diplomáticas de Quito con Bogotá como secuela del ataque colombo-estadounidense a la aldea de Angostura en marzo del 2008.

 

En torno a las finanzas públicas, conviene relievar que su actual situación calamitosa, aparte del instituido despilfarro, tiene su origen en la carencia de una estrategia nacional y genuinamente democrática que se oriente a un control estatal y social de las riquezas básicas, el comercio exterior, la banca, los seguros,  etc. Es decir, al dominio interno de las principales fuentes de generación de excedentes económicos y financieros. (Ver Anexo I). Desprovisto de un modelo teórico/práctico de estas características, imprescindible para al menos morigerar la subordinación externa y plutocrática interna –ya en su variante neoliberal, ya en su variante neoinstitucional-, Rafael Correa y sus ministros del área económica, actualmente Diego Borja y Elsa Viteri, han pretendido capear el temporal recesivo  con contradictorias medidas convencionales. Se alude a acciones como las siguientes: elevación transitoria de aranceles para importaciones seleccionadas, estímulos impositivos y crediticios para la empresa privada, nuevos paquetes tributarios, reforzamiento de una política antilaboral, sospechosa recompra anticipada de bonos Global, insistencia en el “endeudamiento agresivo” externo (China, Venezuela, BID, CAF, FLAR) e interno (recurrentes apelaciones a los fondos del IESS), repatriación de la reserva monetaria para destinarla a usos corrientes (operativo identificado como un salvataje anticipado de la banca privada  y que ha liquidado la posibilidad de una salida mínimamente ordenada de la dolarización).

 

Neoinstitucionalista impenitente, lejos de emprender  en reformas estructurales como las arriba señaladas,   el titular del Ejecutivo tramitará en la Asamblea Legislativa –presidida por el oficialista Fernando Cordero- un presupuesto general del Estado para el 2010 que supera los 21 mil millones de dólares, desfinanciado ab initio en unos 4 mil millones, en aplicación de la peregrina hipótesis según la cual lo importante no es tanto el volumen del gasto público cuanto su calidad.  Entelequia que, más temprano que tarde, colocaría al país en los amorosos brazos del FMI y sus draconianos ajustes recesivos; es decir, de vuelta al neoliberalismo primigenio. Sería el precio de la aplicación de una anacrónica teoría económica promercado, elaborada en cenáculos académicos y políticos metropolitanos como producto for export.

 

Por lo pronto, el estado comatoso de las finanzas estatales ha asestado un golpe letal al proyecto preservacionista ITT–Yasuní y purgado de la tienda aliancista a conspicuas figuras de su  “ala verde” (los ex ministros Alberto Acosta y Fander Falconí et al).

 

4.      Leyes complementarias: la ruta al pandemonio

 

“Las ideas perversas solo en su ejecución se descubren del todo” (Shakespeare). Al jurar para su segundo período presidencial, el 10 de agosto del 2009, el siempre mesiánico Rafael Correa se comprometió a “profundizar la Revolución Ciudadana”.  ¿Cómo interpretar esa inquietante promesa?

 

A nuestro juicio, del modo siguiente.

 

El neoinstitucionalismo, ideología de pretensiones totalizantes que –como apuntamos- vertebra a la discrecional Constitución montecristense, requiere para su cabal instrumentación de la aprobación de una constelación de leyes complementarias.

 

Operando en esa dirección, el “Congresillo” –réplica en pequeño de la Asamblea   Constituyente-  aprobó la Ley Minera, la Ley de Soberanía Alimentaria (también conocida como “Ley Monsanto”) y la Ley contra el Genocidio y el Ecocidio (que abre la puerta para el exterminio de las etnias no contactadas);  y el presidente expidió el celebérrimo decreto 1780, que habilita al Estado a contratar con órdenes religiosas para que asuman la cristianización  de  etnias idólatras asentadas en territorios ricos en petróleo, metales, agua y biodiversidad. Con lo cual, el laicismo, cara conquista de la transformación liberal de 1895, ha devenido pieza de museo.

 

Los citados textos legales revelaron, finalmente, que la verdadera estrategia de Carondelet no era un  proyecto de capitalismo nacional y, menos aún, un socialismo del tipo que fuere; sino, por el contrario, la implantación autocrática de un patrón productivo agrominero, energético y de explotación de la biodiversidad -similar al que impulsa el peruano Alan García- congruente, por lo demás, con las necesidades del capital financiero internacional de promover  en América Latina -con la mediación de entidades como el Banco Mundial, el FMI, la OMC, el BID, la CAF, etc. y el apoyo logístico de burguesías comisionistas nativas- la vieja/nueva división internacional del trabajo, plataforma de la fase actual de acumulación en las metrópolis o “submetrópolis”, llámense Estados Unidos, Canadá, Unión Europea,  Japón, China, Rusia o Brasil. Todo esto bajo el fementido argumento del  combate a la pobreza.

 

A fechas más recientes, y en orden a tornar irreversible al referido modelo neocolonialista, el Ejecutivo ha venido presionando al Congreso por la aprobación de los siguientes proyectos: Ley de Aguas, Código Territorial,  Ley de Educación General,  Ley Orgánica de Universidades y Escuelas Politécnicas, Ley de Comunicación, Ley de Servicio Público, Ley de Cultura, entre otros.

 

Si la Ley de Aguas aspiraría a consolidar la base formal para la escalada de la gran minería y la agricultura de los biocombustibles –necrocombustibles, según Frei Betto- y los transgénicos y, en esa medida,  constituirse en la pieza clave para el retorno del país a un esquema productivo similar al que impusiera la Corona española en estas tierras en el ya distante siglo XVI; el Código Territorial,  de inspiración bancomundialista e incorporado en semilla a la vigente Constitución (9)-,  a través de las ultraneoinstitucionalistas autonomías y descentralizaciones, viabilizaría la conversión del Ecuador en una suerte de “Estado fallido”. (10)

 

Los restantes proyectos –particularmente los concernientes a la educación y la cultura- tendrían un carácter “superestructural”, es decir, habrían sido diseñados para fomentar la colonización mental de los ecuatorianos conforme a los cánones de la teología del mercado. (11) ¿Quién dijo que el Gran Hermano corresponde únicamente a una ficción orwelliana?  

 

5.      Ascenso de la resistencia

 

La lucha contra el neoliberalismo primario se inició en los propios tiempos de Sixto Durán Ballén, precursor de la Nueva Derecha en el Ecuador,  y alcanzó sus puntos culminantes con las acciones campesino/indígenas enfiladas contra una proyectada ley privatizadora del agua y la renuncia del vicepresidente Alberto Dahik, ideólogo del gobierno del PUR.

 

Importantes jalones de la impugnación a ese discurso de dominación serán las vastas y policlasistas movilizaciones que dieron al traste con el gobierno/desgobierno del “Loco” Abdalá Bucaram, en 1997; las múltiples contestaciones al régimen del Harvard boy´s Jamil Mahuad que alcanzaron su clímax con la Revolución del Arco Iris, en enero del 2000;  y las jornadas “forajidas”, cumplidas especialmente en Quito, en abril del 2005, que hicieron poner los pies en polvorosa a Lucio Gutiérrez, “hombre de paja” de George W. Bush y Álvaro Uribe. Eventos que, por cierto, consagraron al país como al principal bastión de la lucha contra el fundamentalismo neoliberal en el continente.

 

La resistencia nacionalista y popular al neoliberalismo/neoinstitucionalismo de Rafael Correa ha tenido una maduración más lenta,  puesto que ha debido enfrentar a obstáculos de gran envergadura, como ser: la alineación más bien retórica del Illinois boy´s Correa con gobiernos antimperialistas; la afiliación al ALBA (aunque más recientemente Carondelet se ha inclinado por negociar un recolonizador Acuerdo de Asociación con la Unión Europea); la autoidentificación del mandatario como “izquierdista” y  “bolivariano/alfarista”; las simpatías que despertara el personaje de marras entre jóvenes de ambos sexos y entre vastos estratos medios urbanos y rurales víctimas del “capitalismo salvaje”; el “fuerte” gasto público destinado parcialmente a fines clientelares y alimentado por la bonanza petrolera que sucedió a la debacle de la Nueva Economía clintoniana; la cooptación de las Fuerzas Armadas y la Policía para aviesas metas gubernamentales (a este respecto, el caso de la Armada gerenciando PETROECUADOR resulta emblemático); la puesta en marcha de poderosos mecanismos de democracia mediática; el predominio   frecuentemente absolutista de la bancada oficialista en la Constituyente, el “Congresillo” y la actual Legislatura; el injerencismo del Ejecutivo en otras funciones e instancias del Estado, tanto tradicionales como recientemente creadas; la debilidad teórico/política de los contados movimientos y organizaciones populares  de izquierda parlamentaria o extraparlamentaria renuentes a sumarse a la marejada “correísta”.

 

Lo anterior no significó, sin embargo, que en el primer período correísta (enero del 2007-agosto del 2009) el malestar popular  tuviera sus propias expresiones. Particularmente las perdidas aldeas sureñas de Dayuma, a finales del 2007, y Molleturo, al despuntar el 2009 fueron teatro de valerosas protestas En esta última jurisdicción, las acciones contestatarias se originaron en la tozudez del gobierno por imponer la inconstitucional Ley Minera, elaborada tras bastidores por compañías extranjeras interesadas en la minería a cielo abierto, cuya secuela no sería otra  que la depredación de territorios y del medio ambiente, así como la ruina de la agricultura de autoconsumo. Todo en nombre de un trasnochado desarrollismo.

 

Desafiado en ese propósito medular que, además, colocó en solfa a su pregonada revolución ecológica, la administración pretenderá salir de paso descalificando a los dirigentes del levantamiento, tachándolos  de “criminales” y “canallas” –fueron las palabras del premier Fernando Bustamante-, al tiempo que ordenaba sanguinarios operativos militares y policiales.

 

Acción y reacción. Más temprano que tarde, la disconformidad se extenderá a otros sectores: estudiantes universitarios y secundarios, trabajadores públicos y privados, magisterio, afiliados y pensionistas del IESS.

 

Cabe recordar, sin embargo, que durante el primer capítulo de la “revolución” ciudadana la oposición más perceptible la encabezaron la oligarquía patricial, liderada por el burgomaestre porteño Jaime Nebot Saadi, y una suerte de oligarquía plebeya, comandada por el ex “dictócrata” Lucio Gutiérrez, coincidentes en la defensa del neoliberalismo fondomonetarista (presentado bajo el más digerible nombre de “economía social de mercado”)  y en el repudio  a los múltiples desafueros de Correa y sus huestes aliancistas. Los otros protagonistas de la oposición convencional han sido los grandes medios de comunicación que han levantado denuncias contra las recurrentes violaciones a la institucionalidad republicana y al Cambalache del Siglo XXI, aunque también emitido desenfocadas impugnaciones al “comunismo”, “socialismo” o “populismo” supuestamente oficiales.

 

Transcurrido un semestre del segundo período y mientras el desacreditado presidente busca imponer contra viento y marea las faltantes normas neoinstitucionalistas, una resistencia multiforme y multicolor se ha configurado para un futuro previsible.

 

- René Báez.  International Writers Association

 

Notas

 

(1)    www.alainet.org/active/27959&lang=es.

(2)    Rafael Correa, Ecuador: de Banana Republic a No República, Bogotá, Editorial Debate, 2009. Cf. especialmente el capítulo final titulado “Más allá de la economía autista”.

(3)    Este modelo fue la alternativa derechista al fracaso, por diversas razones, de la estrategia intervencionista/desarrollista de raigambre cepalina. Cf. nuestro estudio “Modelos económicos y luchas sociales”. (www.kaosenlared/noticia/modelos-economicos-luchas-sociales).

(4)    ¿Por qué  razones se agotó el neoliberalismo en su primera formulación? Veamos al respecto lo que escribe Jairo Estrada: “Aunque el neoliberalismo se ha constituido en una concepción y una política que no solo es económica, sino que afirma poseer componentes políticos, económicos, sociales, sociales, culturales, etc., es decir, aunque aparece como teoría y como política global, lo cierto es que su excesivo énfasis en el individualismo y en las posibilidades regulatorias del ´mercado libre´ ha conducido al desarrollo de un fuerte componente reduccionista económico que pretende subsumir la totalidad de relaciones sociales a la lógica mercantil. La relación costo/beneficio capitalista se ha erigido como fórmula aplicable a cualquier relación social. Pero justamente ello, que parece ser la fortaleza del proyecto neoliberal al reducir todo al cálculo económico, es al mismo tiempo su principal debilidad. El sueño capitalista de convertir todo en mercancía choca con el carácter excluyente de la sociedad y el mercado capitalistas. Millones de seres humanos hacen parte del ejército de marginados del mercado. Ahí radica el problema para el capitalismo y su política neoliberal: ¿qué hacer para vincular más seres humanos al mercado, cuando sus políticas propician la exclusión y el marginamiento?... El neoliberalismo ha intentado reaccionar frente a tal situación con el desarrollo de un discurso contra la pobreza. Ese discurso lo ha convertido en política, por ejemplo, a través de la llamada focalización del gasto público hacia los más pobres. Sin afectar la concentración y centralización de la riqueza en manos del gran capital, el proyecto neoliberal ha emprendido proyectos de redistribución regresiva del ingreso, que castigan esencialmente a los llamados estratos medios de la población, para, con los recursos despojados a estos, generar posibilidades de acceso intermitente de los más pobres al mercado. No es casual que se viva una feria de subsidios de demanda… Ese ´populismo neoliberal´ no puede, en todo caso, contener el desarrollo del conflicto social y de clase inherente al capitalismo. Más bien lo tiende a exacerbar, Tal ´populismo’ no permite que el neoliberalismo se despoje de su esencia capitalista y antipopular”. “Notas sobre el neoinstitucionalismo”. (Internet)

(5)    Cf. José Luis Vega, “Neoinstitucionalismo: nueva iniciativa de la derecha neoliberal”. (Internet)

(6)    Op. cit.

(7)    Ibid.

(8)    Napoleón Saltos, Fernando Villavicencio et al, Quito, Universidad Central del Ecuador y Facso, 2009.

(9)    Ver Título V: Organización Territorial del Estado (Art. 238 al 274).

(10) Según el politólogo Carlos Taibo, un Estado fracasado supone “un condensado de caos político, corrupción generalizada, pobreza extrema y catástrofes sanitarias y bélicas convertidas en auténticas formas de vida… Rasgos que se complementan con el auge de fanatismos religiosos, étnicos y tribales, un desarrollo formidable de la delincuencia que adopta formas tan dispares como el negocio de droga, la venta de seres humanos, la proliferación de aparentes misiones de paz acometidas por las fuerzas armadas de los países desarrollados”. (Guerra de barbaries, Punto de Lectura, Madrid, 2002). Ver  también nuestros estudios “Elementos teórico-históricos para comprender el ALCA, los TLCs y las autonomías” (alainet.org/active/7161), “TLC y autonomías: golpes de gracia al Estado-nación” (alainet.org/active/10872&lang=es) y “La Revolución Ciudadana y la ‘desterritorialización’ del Estado” (alainet.org/active/30368&lang=es ).

(11) En lo que respecta a los centros de educación superior, esta “filosofía” de los neoinstitucionalistas, con la SENPLADES a la cabeza, la denunciamos en nuestros trabajos “El desembarco invisible” y “Homo economicus y homo sapiens confrontan en las universidades”, publicados en el libro colectivo Reforma universitaria hoy, Universidad Central del Ecuador, Quito, febrero 2009).

https://www.alainet.org/en/node/139719
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