La piedad peligrosa no cabe en política
30/03/2010
- Opinión
Hace dos años, el asesinato de una niña de cinco años conmocionó a la sociedad española. A los pocos días, era detenido un hombre que más tarde confesó su culpabilidad y que ya había estado en la cárcel por casos de pederastia. En el momento del asesinato, tenía que estar en la cárcel, pero el juez no tramitó penas pendientes por un delito de abusos sexuales y falsificación de documentos oficiales. Los padres de Mari Luz Cortés ponían en marcha una campaña para promover la cadena perpetua en España por casos de pederastia y exigían la retirada de la carrera judicial del juez, que sólo tuvo que pagar 1.500 euros de sanción.
Unos meses más tarde, los medios volvían a sacudir a la sociedad con las imágenes de otro caso. Esta vez se trataba de una agresión física contra el profesor Jesús Neira, que se enfrentó de forma verbal a un hombre corpulento que maltrataba a una mujer, según su versión. En pocos días cayó en un estado de coma profundo que mantuvo en suspenso a cientos de miles de espectadores durante más de un mes.
Muchos medios de comunicación convirtieron a Neira en un símbolo de la lucha contra la violencia machista, aunque Violeta Santander, la mujer a la que había defendido, negaba que el agresor de Neira, su novio, la estuviera maltratando cuando se produjeron los hechos. Hubo cadenas de televisión que le pagaron grandes cantidades de dinero a Violeta Santander por acudir a sus programas y “aguantar” los juicios públicos de gente encendida que la culpaba por la suerte que corría el profesor, en esos momentos sobre la línea que separa la vida de la muerte.
Neira comenzó a perder seguidores después de la primera entrevista tras salir del estado de coma. Imaginaban a una persona humilde, serena, íntegra. Buscaban el arquetipo de un profesor universitario, alguien que representara el equilibrio y “la justicia”, no a alguien malencarado y con mirada fría que se refiriera a su agresor y a los “maltratadores” como /cucarachas/.
Pero su suerte ya estaba decidida. La popularidad que le dio la televisión durante su estado de coma le valió para que el Gobierno regional de Madrid le reservara la dirección del nuevo Observatorio contra la Violencia de Género. Desde entonces, el profesor ha dejado nuevas pistas sobre su personalidad.
Al ver imágenes de las hijas del presidente español en la Casa Blanca, comentó lo siguiente: “¿Qué ocurre? ¿Que pesan 100 kilos?” Ya ha publicado el libro /España sin democracia/, donde califica la Constitución de “anormalidad antidemocrática”. Llamó “fantoche” y “caradura” a un político y a un ministro y “antidemocrático de mierda” al presidente español. Se conoce también que ha solicitado al juez una licencia de armas. Cuando le preguntaron si era verdad, respondió que no tenía que dar explicaciones por sus “legítimos derechos”.
Los mismos programas de televisión que lo convirtieron en héroe ahora “indagan” sobre su pasado y sugieren que le dio “mala vida” a su primera esposa. Un perfil muy distinto al que se esperaría de la persona que dirige un observatorio contra el maltrato machista.
El profesor y Juan José Cortés, padre de Mari Luz, tienen cosas en común: un golpe duro, la superación, la notoriedad en los medios y la entrada en política. El Partido Popular fichó a Juan José Cortés como ¡asesor jurídico! sin tener formación alguna en materia de derecho. Pero él “se defiende” de los periodistas que lo “atacan” diciendo que estudiará la carrera en estos años y que su decisión obedece a la negativa de otros partidos de promover la cadena perpetua en España; que se siente insultado al oír que las leyes no se hacen con el dolor.
Las desgracias personales no convierten a nadie en poseedor de “la” verdad ni le dan derecho a insultar, como en el caso del profesor. No cualquiera cuenta con los méritos para entrar en política y para influir en asuntos delicados que afectan no sólo a las víctimas de desgracias, sino a toda la ciudadanía. La fama por los medios de comunicación es efímera, pero no así los monstruos que puede producir cuando los partidos se aprovechan de emociones primarias que se ventilan en programas sin escrúpulos.
- Carlos Miguélez Monroy es periodista y Coordinador del CCS
Unos meses más tarde, los medios volvían a sacudir a la sociedad con las imágenes de otro caso. Esta vez se trataba de una agresión física contra el profesor Jesús Neira, que se enfrentó de forma verbal a un hombre corpulento que maltrataba a una mujer, según su versión. En pocos días cayó en un estado de coma profundo que mantuvo en suspenso a cientos de miles de espectadores durante más de un mes.
Muchos medios de comunicación convirtieron a Neira en un símbolo de la lucha contra la violencia machista, aunque Violeta Santander, la mujer a la que había defendido, negaba que el agresor de Neira, su novio, la estuviera maltratando cuando se produjeron los hechos. Hubo cadenas de televisión que le pagaron grandes cantidades de dinero a Violeta Santander por acudir a sus programas y “aguantar” los juicios públicos de gente encendida que la culpaba por la suerte que corría el profesor, en esos momentos sobre la línea que separa la vida de la muerte.
Neira comenzó a perder seguidores después de la primera entrevista tras salir del estado de coma. Imaginaban a una persona humilde, serena, íntegra. Buscaban el arquetipo de un profesor universitario, alguien que representara el equilibrio y “la justicia”, no a alguien malencarado y con mirada fría que se refiriera a su agresor y a los “maltratadores” como /cucarachas/.
Pero su suerte ya estaba decidida. La popularidad que le dio la televisión durante su estado de coma le valió para que el Gobierno regional de Madrid le reservara la dirección del nuevo Observatorio contra la Violencia de Género. Desde entonces, el profesor ha dejado nuevas pistas sobre su personalidad.
Al ver imágenes de las hijas del presidente español en la Casa Blanca, comentó lo siguiente: “¿Qué ocurre? ¿Que pesan 100 kilos?” Ya ha publicado el libro /España sin democracia/, donde califica la Constitución de “anormalidad antidemocrática”. Llamó “fantoche” y “caradura” a un político y a un ministro y “antidemocrático de mierda” al presidente español. Se conoce también que ha solicitado al juez una licencia de armas. Cuando le preguntaron si era verdad, respondió que no tenía que dar explicaciones por sus “legítimos derechos”.
Los mismos programas de televisión que lo convirtieron en héroe ahora “indagan” sobre su pasado y sugieren que le dio “mala vida” a su primera esposa. Un perfil muy distinto al que se esperaría de la persona que dirige un observatorio contra el maltrato machista.
El profesor y Juan José Cortés, padre de Mari Luz, tienen cosas en común: un golpe duro, la superación, la notoriedad en los medios y la entrada en política. El Partido Popular fichó a Juan José Cortés como ¡asesor jurídico! sin tener formación alguna en materia de derecho. Pero él “se defiende” de los periodistas que lo “atacan” diciendo que estudiará la carrera en estos años y que su decisión obedece a la negativa de otros partidos de promover la cadena perpetua en España; que se siente insultado al oír que las leyes no se hacen con el dolor.
Las desgracias personales no convierten a nadie en poseedor de “la” verdad ni le dan derecho a insultar, como en el caso del profesor. No cualquiera cuenta con los méritos para entrar en política y para influir en asuntos delicados que afectan no sólo a las víctimas de desgracias, sino a toda la ciudadanía. La fama por los medios de comunicación es efímera, pero no así los monstruos que puede producir cuando los partidos se aprovechan de emociones primarias que se ventilan en programas sin escrúpulos.
- Carlos Miguélez Monroy es periodista y Coordinador del CCS
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