La reelección de Insulza en la OEA

06/04/2010
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
El pasado 24 de marzo, el chileno José Miguel Insulza fue reelecto como Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Si bien, a diferencia de su primera nominación -aquella en la que el tristemente célebre Luis Ernesto Derbez le disputó, sin éxito, el puesto- la más reciente no fue tan convulsa, sí estuvo marcada por severas críticas en toda la región a su gestión. Además, en 2004, cuando el costarricense Miguel Ángel Rodríguez hubo de renunciar a la jefatura de la OEA –a tan sólo dos meses de haber asumido el cargo- para hacer frente a las terribles acusaciones sobre corrupción que pesaban sobre él en su natal Costa Rica, la coyuntura política en Chile fue un factor decisivo para definir las aspiraciones de Insulza. Como se recordará, en ese tiempo la izquierda chilena estaba definiendo la candidatura idónea para la presidencia, la cual oscilaba entre Michelle Bachelet y Soledad Alvear. Aunque la figura de Insulza llegó a ser mencionada, él manifestó que no contendería en los comicios, y menos aun cuando la renuncia de Rodríguez a la OEA le daba una oportunidad inmejorable en su carrera política.
 
Ciertamente el proceso de 2004-2005 en la definición del nuevo titular de la OEA fue desgastante para las partes involucradas: México, impulsando la figura del canciller Derbez; El Salvador promoviendo a su ex Presidente Francisco Flores; y Estados Unidos tratando de evitar una polarización entre las naciones latinoamericanas que Washington no deseaba ni necesitaba, en especial por la compleja situación que encaraba en Medio Oriente con la guerra en Irak y por supuesto con la confrontación en Afganistán. Cuando El Salvador retiró la candidatura de Flores, se generó una ácida disputa por la obtención de los votos necesarios entre Insulza y Derbez, al punto de que en cinco rondas de votaciones, los dos aspirantes seguían empatados con 17 votos cada uno, hasta que tras la intervención de la entonces canciller de Estados Unidos, Condolezza Rice, Derbez declinó seguir en la contienda.
 
Así, Insulza se convirtió en Secretario General de la OEA en mayo de 2005, el segundo de nacionalidad chilena en ocupar ese cargo –por cierto que México nunca ha presidido a la institución. En los pasados cinco años al frente de la OEA, Insulza ha sido testigo fiel de la manera en que la región latinoamericana y caribeña ha vivido un deterioro económico, político y social. El presupuesto militar en el área ha aumentado sin parar; las instituciones democráticas cada vez son más cuestionadas por la sociedad, no sólo por no poder garantizar condiciones de vida dignas, sino especialmente por ser incapaces de hacer frente al crimen organizado y de proveer seguridad. América Latina y el Caribe sigue siendo la región en que peor se distribuye la riqueza a nivel mundial, y la OEA ha hecho muy poco para cambiar esta situación.
 
Por si fuera poco, ante las diversas crisis que tienen lugar en la región, por ejemplo, el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya, la OEA poco pudo hacer a fin de convencer a los golpistas –ejército, oligarcas y Roberto Micheletti- de apoyar la democracia y posibilitar el desarrollo normal del proceso electoral –que al final sí se llevó a cabo, aunque no en las condiciones políticas idóneas. Si bien Insulza desdeñó la asunción al poder de Lobo y criticó a Micheletti, no fue más allá de las palabras.
 
Estados Unidos no parece estar muy contento con Insulza, pero tampoco parecía interesado en promover otra candidatura que pudiera fracturar más a la región y generar disputas muy desgastantes. América Latina y el Caribe no son prioritarios para la administración Obama, y sólo aquellos países que directamente inciden en la seguridad estadunidense –trátese de México, Colombia y Centroamérica, en especial por el crimen organizado y el narcotráfico- son los que reciben atención de parte de Washington. La posible candidatura del exPresidente uruguayo Tabaré Vázquez a la jefatura de la OEA, aparentemente no logró el consenso necesario para desbancar a Insulza, pese a que abiertamente países como Perú se pronunciaron por un urgente relevo en la institución, amén de la buena relación que el exPresidente uruguayo forjó con la Unión Americana, en particular durante la administración Bush. El Presidente Hugo Chávez de Venezuela, también se manifestó contra la reelección de Insulza, argumentando, entre otras cosas, su descontento con el jefe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos quien, aparentemente, ha externado opiniones sobre la situación de las libertades fundamentales en Venezuela, que no son del agrado de Chávez. Curiosamente, otros acusan que Insulza ha sido demasiado tolerante con el autoritarismo del Presidente venezolano, quien, como se recordará, ha limitado la libertad de expresión del país de diversas formas.
 
Incluso en términos del apoyo que su natal Chile estaba obligado a prodigarle, Insulza también tuvo problemas, dado que Sebastián Piñera, cuando todavía era candidato presidencial, interrogado por los medios en torno al eventual apoyo a la reelección del Secretario General de la OEA, dejó entrever que no estaba garantizado. Al final sí respaldó a Insulza, pero, de nuevo, se observaron diversas situaciones políticas en el país sudamericano, que en algún momento debilitaron sus aspiraciones.
 
Los retos para Insulza en esta nueva gestión incluyen un papel más decisivo en la promoción de la equidad, el fortalecimiento de la democracia y la contención del militarismo en la región. Asimismo, se esperaría un mayor activismo de la OEA de cara a las tensiones internas y entre países que subsisten en el área. También sería deseable que el titular de la institución contribuya a un mejor entendimiento entre Estados Unidos y los países de la región, especialmente porque pese a la disposición que pudiera mostrar la administración de Obama para atender algunos de los desafíos que encaran los países del continente americano, suele prevalecer la visión estadunidense sobre la de las naciones en torno a un mismo tema.
 
A sus 67 años de edad, Insulza parece que culminará su carrera política al frente de la OEA, aunque, claro, viendo la edad promedio de las grandes figuras políticas chilenas que son responsables de dirigir los destinos de ese país, no sería tan descabellado que Don José Miguel pudiera eventualmente regresar por su fueros a buscar la primera magistratura de Chile en un futuro cercano. Pero primero es lo primero: deberá atender adecuadamente sus responsabilidades al frente de la institución política más importante de la región.
 
- María Cristina Rosas es Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
https://www.alainet.org/en/node/140495?language=en
Subscribe to America Latina en Movimiento - RSS