Rebeldía
13/05/2010
- Opinión
No debería suceder que quienes ostenten el poder se incomoden con quienes lo disienten. No debería ocurrir en tanto el poder se define por un campo en el cual se baten las fuerzas que lo quieren tener, que lo quieren controlar. Sucede, entonces, que la fuerza que sale como ganadora, está impregnada por una especie de virus de la homogenización, muy propia de los regímenes autoritarios, de monarquías o dictaduras. Estos hombrecillos de poder o Gobierno una cosa los caracteriza: la Intolerancia.
Algo raro, si la naturaleza del poder es precisamente la tensión de varias fuerzas que anhelan obtenerlo, ¿cómo extrañarse de la diferencia que ronda en su periferia? Si alguna explicación ha de encontrarse, se tendría que considerar la lógica dual, tan tradicional en la historia del pensamiento, en la historia de la humildad. Esta lógica absolutiza los antagonismos: o es esto, o es aquello, o estás conmigo, o estás contra mí, o los amigos de mi enemigo, son mis enemigos. Aunque el pensamiento moderno ha movilizado categorías y pensamientos que superan estas estrecheces mentales, aún siguen siendo una curiosidad científica y para nada han sido incorporadas como prácticas en las costumbres o en la vida cotidiana de las personas. En cambio aquella lógica binaria, excluyente y de guerra, si habita en nuestros cuerpos.
Pero la sabiduría de la vida misma nos provee de los antídotos contra estas calamidades. En cada uno de nosotros nos asiste una rebeldía indelegable contra la homogeneidad, esto es, la resistencia. Si no hubiera resistencia todo sería obediencia. Si no hubiera resistencia, no hubiera relaciones de poder.
Por fortuna la singularidad de la especie humana, precisa de la confrontación permanente mediante su complejo aparato cerebral. Cada viviente humano tiene percepciones diferentes a la de su grupo próximo, así los ronde una aparente misma realidad que puede ser traducible en costumbres culturales, religiosas, culturales, políticas o incluso económicas. Dos individuos pueden ser gemelos y aún allí no encontramos pensamientos similares.
Es preciso el estar alertas de los poderes homogenizantes, máximo cuando la vida es frágil y la muerte cierta. Del poder se dice que es infinito y que las reglas para limitarlo nunca son suficientes. Por ello se aconseja oponerlo siempre ante leyes infranqueables y derechos sin restricciones. La organización Derecho Internacional Humanitario, tiene tales pretensiones de garantía.
Y no escatimemos esfuerzos en someter a duda a todos aquellos que anhelan u ostentan poder, por más mínimo que sea, ha de tener su carácter corrosivo. No subestimemos a ninguno de ellos, al gerente, al director de la empresa, al jefe de escuadrilla, cada uno de ellos, así estén cubiertos de piel de oveja, accionan sus tentáculos de manipulación o microfascimos, cuando no de la cruda y cavernaria humillación. Dícese del burócrata, antítesis del Estado Moderno, que ante al patrón es obsecuente y servil, y frente a los débiles: arrogante y humillante.
Si la multiplicidad de la diferencia se aceptara, si la dialógica permeara a los poderosos modernos, estos no deberían temer por quienes piensen distinto a ellos, quienes activan el aparato crítico. Si en nuestro medio se contemplara esta razón humana, quizás, lo más probable, no se validaría, o por lo menos no se abusaría, en la producción de muerte con esos aparatos de fuerza llamados ejércitos. Y eso sí, tendríamos miembros de una sociedad más creativos, y por supuesto, una democracia más rica, más fortalecida.
Si la tolerancia es la posibilidad de creación en cuanto permite que subsista la diferencia, entre tantas rozones, habrá una que más convenga, allí también debe de tenerse para bien un espacio para el rebelde, para la resistencia, condición de posibilidad que la razón es una construcción social en el tiempo y en el espacio.
La resistencia nos libra de la aburrición y del tirano que a falta de argumentos razonables, acude a lo que tiene de poder para intimidar, para someter. Pero allí estará el rebelde con cerviz alta para cuestionar. ¡Loa al rebelde, a la resistencia!
- Mauricio Castaño H. es Historiador
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 206, Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/en/node/141518?language=es
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