De “olas” y partidos

24/06/2010
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  • Opinión
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La mayoría de analistas de la pasada campaña electoral han cuestionado a Mockus por haberse negado a contratar asesores. Es incuestionable: faltó estrategia. Las fuerzas democráticas y populares podemos suplir esa debilidad con el análisis y el aprendizaje colectivo. Las redes sociales de Internet pueden ser un buen medio.

Para hacerlo se requiere capacidad crítica y autocrítica. Si se niegan o tapan los errores no podremos avanzar. Si a la menor crítica ocultamos nuestras falencias resaltando – a modo de justificación - las armas y estrategias (nobles o perversas) del contrario, significa que no estamos dispuestos a aprender.

¿Hubo o no hubo “Ola”?

Hay que enfrentarse a los hechos. Muchos niegan la “ola verde”. Otros la aceptan pero le dan un carácter “mediático”: afirman que fueron las encuestas y los medios quienes crearon esa “ola” para atravesársele a sus aspiraciones o para distorsionar la realidad y provocar errores de apreciación.

En el Polo esa es la forma como se explica  la aparición de la candidatura de Mockus y el no suficiente crecimiento de Petro[1]. Al interior de los “verdes” también se sostiene ese argumento[2]. Se plantea que fruto de esa deformación, el importante resultado obtenido en la primera vuelta (3’120.716 votos) fue percibido por la opinión pública como una derrota.

La realidad es otra. Entre el 14 de marzo y principios de mayo/10 surgió y creció una verdadera “Ola Democrática” que se pintó de “verde”. Alcanzó a entusiasmar y a mover a diversos sectores de nuestra sociedad que no se interesaban en la política o estaban apáticos frente al apabullante poderío uribista. “A pesar de todo, algo se movió”.[3]

Múltiples fallas de la dirigencia democrática le quitaron potencial a la “ola”. De los “verdes”, porque actuaron como “partido” sin serlo efectivamente. Se sintieron dueños de la “ola”, sin tener la estructura local y/o regional para convertir esa avalancha electoral en verdadera organización política y en votos efectivos. Es la causa principal de los errores.

Por otro lado, el Polo convirtió a los “verdes” en su principal competidor. Al no reconocer la existencia de la “ola”, y por tanto, al no entender su naturaleza y dinámica, reaccionó a la defensiva. De esa manera se enfrentó a un sector de la sociedad que quiere cambios en la forma de hacer política, muchos de los cuales habían votado por su candidato (Carlos Gaviria) en el 2006. Desconocieron la existencia de la “ola verde” pero, a la vez, se asustaron con su sombra.

La incomprensión del fenómeno de la “Ola”, hizo que los verdes y, todos los demócratas colombianos, fuéramos incapaces de canalizarla y convertirla en un Movimiento Democrático. Es necesario entender el problema para poder acertar.

“Olas” recientes

En la historia colombiana han aparecido varias “olas”. Con la fuerza de una de ellas - que traía parte de los acumulados gaitanistas -, se eligió como presidente de la república al general Gustavo Rojas Pinilla en 1970. Ante el robo-fraude de esas elecciones, aparece el M-19 que interpreta el espíritu de ese voto-protesta y construye un Movimiento político-militar. Esa “ola” se mantuvo “en hibernación” durante 20 años. Resurge con ocasión de la Asamblea Constituyente de 1991, pero nuevamente es desaprovechada.

Así mismo, se han presentado manifestaciones de esa profunda fuerza societal en diversas regiones. En el Valle, la “franja amarilla” llevó al gobierno departamental a Gustavo Álvarez Gardeazábal  en 1997. En el año 2000, en Cauca sirvió para elegir a Floro Tunubalá como primer Gobernador indígena. Igual en Barranquilla con el cura Bernardo Hoyos y en muchas regiones y localidades. En Bogotá una “ola cívica y anti-clientelista” sirvió para elegir dos veces a Mockus, a Peñalosa y a Lucho Garzón. Hoy se ve disminuida por un gobierno distrital que no está sintonizado con ese proceso.

La naturaleza de las “olas”

Negar las “olas” es inútil. Debemos es entenderlas, comprender su naturaleza. No centrar el análisis en las personas que la representan.  Es fundamental identificar las necesidades sociales, los acumulados políticos y las identidades culturales que están en lo profundo de esos fenómenos. Ello nos permitirá no confundirnos ante su aparición “espontánea” y, asimismo, explicarnos su rápido desvanecimiento.

Detrás de una “ola” siempre existen frustraciones, esperanzas, anhelos y necesidades sociales y/o nacionales. La “ola” es un fenómeno espontáneo que puede o no convertirse en un Movimiento Socio-Político y Cultural. Tal proceso puede cumplir tareas históricas  dependiendo de si existen personas, grupos o partidos preparados para canalizar y alimentar la “ola”, y si las fuerzas sociales que sustentan el proceso, cuentan con reservas ideológicas y políticas de cierta importancia.

La naturaleza de la “Ola Verde”

Nuestra principal frustración-esperanza – como pueblo colombiano - es la conquista de la Paz. El uribismo prometió alcanzarla con la fórmula de la guerra de pacificación. El miedo ha sido su soporte. La “legalidad democrática” planteada por el Partido Verde insinuaba una fórmula nueva de conseguir la Paz, conservando la ofensiva militar del Estado, pero sin violar los derechos humanos y sin degradar la dignidad humana.

La potencialidad (fuerza inicial) de la “ola verde” – aunque no explícita - se basaba en ese anhelo. Era latente, tácito, expectante, nadie lo expresaba ni pedía precisiones, pero allí estaba. Se necesitaba alguien que representara ese nuevo camino, que mostrara seriedad, confianza, credibilidad, no polarización, tranquilidad y serenidad democráticas. Y de todos los candidatos, Mockus se acercaba a esa idea.

Desgraciadamente a medida que el candidato verde fue presentando su propuesta, no transmitió esa seguridad. Mostró flaquezas, fue vacilante, pecó de imprecisión. Ser más fuerte e intransigente que Uribe no coincidía con la receta. Atacar al Polo fue una incoherencia mayúscula. Y así, desde la primera vuelta, muchos de quienes hacían parte de la “ola” o estaban a la expectativa, se desencantaron. “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, parecieran haber dicho.

Finalmente votar por el heredero de Uribe fue más seguro. Santos se asesoró bien, nunca se mostró agresivo, logró posicionar una imagen conciliadora, y en la última fase de la campaña a Mockus se lo vio descolocado y sin iniciativa. La “ola” se frustró, en parte fue “domesticada”. Los “verdes” obtuvieron un importante respaldo en las urnas con la bandera de la lucha contra el clientelismo y la corrupción.

Ola, Movimiento y Partido

La Ola es un sentimiento. El Movimiento es acción. El Partido es organización. La Ola se desencadena y busca canales de expresión. El Movimiento canaliza la Ola. El Partido, si es maduro, interpreta la Ola, capta el sentimiento y estimula el Movimiento.

El sentimiento está en lo profundo del inconsciente colectivo. El Movimiento empieza a hacerlo consciente pero conserva la emoción, la espiritualidad, la dinámica amplia y flexible. El Partido, concreta todo en una propuesta, un plan de acción y una estructura política. 

La Ola es de tipo socio-cultural, el Movimiento es de masas, y el Partido es de personas. La Ola no tiene contenido político concreto, puede ser canalizada hacia diversas direcciones, puede nutrir un movimiento democrático o autoritario. El Movimiento va asumiendo símbolos, metas, y construye liderazgos. El Partido es la fuerza organizada que alimenta, desarrolla, fortalece y de alguna manera conduce el proceso.

No entender las diferencias lleva a graves errores. La Ola aparece y si no encuentra conductos de realización, rápidamente se apaga. Si existen condiciones sociales y políticas se puede convertir en Movimiento, y así la Ola puede mantenerse y sostenerse. Tendrá diversos momentos, de marea baja y alta, de fuerte y débil oleaje, y puede convertirse en auténtico tsunami. La Ola y el Movimiento necesitan incentivos, nuevos momentos, logros y triunfos que los retroalimenten.

Querer convertir la Ola o el mismo Movimiento en Partido, es un grave error. Son naturalezas diferentes. La Ola es espiritual; el Movimiento es emocional, simbólico, ondulatorio; el Partido es racional, práctico, vectorial.

El Movimiento no puede ser “unipartidista”. Siempre arrastra a diversos partidos. El partido político más preparado, con mayor visión estratégica, es quien lo “hegemoniza” (en términos gramscianos). Esta hegemonía no significa excluir a otros partidos. El partido que comprende la Ola y conoce la naturaleza del movimiento, se da el lujo de compartir espacios, estimula a otros partidos a colaborar con el Movimiento, ayuda a crear mecanismos y procedimientos democráticos para que las políticas más acertadas obtengan el apoyo de sus bases. La expresión organizativa del Movimiento es la Convergencia Democrática.

Así lo enseña la historia reciente de América Latina. Los movimientos democráticos y nacionalistas que hoy gobiernan en varios países de América Latina son verdaderas convergencias, pero cuentan con equipos políticos y líderes que vibran con la Ola. Han logrado construir verdaderos Movimientos de proyección histórica.[4] 

Las tareas actuales

Debemos reflexionar sobre lo que necesita y quiere nuestro pueblo. Tenemos que hacer esfuerzos por anticipar la próxima Ola. No sabemos cuando y de qué manera se pueda expresar, pero estamos seguros que la necesidad de Paz, Democracia y Justicia Social la impulsarán.

El Movimiento Democrático en Colombia existe. Se expresa de diversas maneras. Está disperso y desarticulado. Lo conforman diversos partidos políticos y organizaciones sociales. Se necesita construir convergencias amplias y flexibles. Para consolidarlas se requiere una metodología especial.

Y claro, también se necesitan partidos. Pero no el partido excluyente, monopolizador, fundamentalista, que hoy predomina en Colombia. Hay que superar el “fundamentalismo anti-neoliberal” que se apoderó del Polo pero también se debe evitar el “fundamentalismo ético-moral” que sacó la cabeza en los verdes.

Se requieren partidos (personas organizadas) sintonizados con las “Olas” (sentimientos) que se acumulan subterráneamente en la sociedad. Es urgente consolidar nuevas formas de organización política, redes y relaciones que asuman la tarea de coordinar y dinamizar el Movimiento Democrático (acción política de amplio espectro).

No es primero uno o lo otro. Son tareas simultáneas y urgentes. Nuevas “olas” nos pondrán a prueba y debemos estar preparados.



[1] Petro sostiene que “la derecha fabricó el fenómeno de la Ola de Verde con apariencia de izquierda” e infló artificialmente las encuestas en favor de Antanas Mockus “para cerrarle el paso al Polo Democrático Alternativo, que era la única alternativa claramente distinta” a la de la clase dirigente. Ver: http://www.jornada.unam.mx/2010/06/18/index.php?section=mundo&article=021n1mun 

[3] William Sanabria. El Militante. “Y sin embargo, se mueve”. Corriente Marxista Internacional. http://www.elmilitante.net/content/view/6478/74/

[4] En América Latina la constante ha sido esa. El Movimiento 26 de julio en Cuba, y demás movimientos que dinamizaron la década de los 60 y 70 (Tupamaros, Montoneros, Frente Sandinista, M-19). En la actualidad el Movimiento Quinta República MVR (hoy PSUV) en Venezuela, el Movimiento al Socialismo MAS en Bolivia, Alianza PAIS (Patria Altiva y Soberana) en Ecuador, Frente Amplio en Uruguay, etc. La excepción podría ser el Partido de los Trabajadores en Brasil pero la naturaleza de ese partido es amplia, es un verdadero frente electoral.   

https://www.alainet.org/en/node/142387?language=en
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