Otros opios para estos tiempos

09/09/2010
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  • Opinión
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En los países de la Unión Europea el poder real continúa en manos de oligarquías y entidades financieras que manipulan los mercados mientras sostienen que son los mercados los que regulan los precios.
 
Muchos medios de comunicación están controlados por lobbies de presión e ideológicos para mantener esta sensación de inseguridad e incertidumbre. En un telediario o boletín de la radio, priman las noticias de catástrofes, terrorismo, sequías o inundaciones, o asesinatos en cualquier lugar del mundo. Después vienen los deportes contados en un tono épico que entusiasma (sentirse dioses) a seguidores, jugadores, árbitros y demás farándula que se mueven por cifras multimillonarias. Esta temporada están aquí, la próxima en otro equipo o en otro país. En los encuentros internacionales se abrazan y se besan, no por fair play ni por ser del mismo país o por hablar la misma lengua, sino porque han coincidido en muchos equipos. De la lengua es mejor no hablar porque, ganando esas millonadas, habitando mansiones en las que deben sentirse como pulpo en un garaje, sacan a pasear coches escandalosos y pasan su tiempo jugando a la Playstation o mirando videos repetidos. Muchos son analfabetos funcionales: saben leer pero no entienden ni son capaces de hacer un resumen de lo leído u oído, y, en cuanto a hacerse entender, no hay más que padecer esas entrevistas que les hacen. “Bueno, si, no, bueno, el míster, el equipo, es duro, tenemos que ganar”.
 
Esa especie de vulgarización permanente, de programaciones que destacan la zafiedad más ruda, los escándalos, chismes y fantasías que les gustan a su audiencia, para “evadirse”.
 
Basta con seguir la programación de las cadenas para obtener una radiografía de las mentes de quienes tienen que decidir con su voto los destinos de la nación y de instituciones que asemejan la Unión Europea a un paquidermo vacilante.
 
Durante décadas, en muchos de esos países han imperado gobiernos totalitarios que tenían secuestrados la libertad y los derechos fundamentales.
 
Hace más de cuarenta años que ha muerto en su cama el dictador de España; han desaparecido fascismos, nazismos y los regímenes soviéticos. La propaganda desde occidente quería mentalizar a la sociedad con los espantosos crímenes de esos regímenes que alardeaban de haber logrado los “paraísos” en la tierra. Mientras que se deslumbraba a los súbditos de esos países con las libertades, derechos, bienestar social y con participar democráticamente en todo lo concerniente al Estado.
 
Causa pavor constatar el desentendimiento de los ciudadanos ante los comicios electorales que influirán decisivamente en la vida, la justicia, la libertad y en el derecho a la búsqueda de la felicidad. No es de extrañar que los gobiernos insistan en la seguridad, en todas sus formas: educación, sanidad, pensiones, y viajes para la Tercera Edad.
 
No se trata de seguridad ni de paz si no son fruto de la justicia. Lo contrario es la “tranquilidad” que proviene de tranca. En los regímenes totalitarios, de derecha y de izquierda, los que sí había era seguridad.
 
¿Cómo se explica esta apatía de los ciudadanos antes sus derechos y responsabilidades en un Estado democráticos?
 
¿Cómo se explica la actitud que supone no participar en las tareas del Estado, o de las instituciones supranacionales?
 
En el mal ejemplo y catadura de los políticos, “sus representantes”. Pasadas las elecciones, no vuelven a pisar la demarcación por la que han sido elegidos. ¿Quién recuerda la rendición de cuentas a la ciudadanía de los elegidos para el Parlamento Europeo? ¿Qué ejemplo dan con la ausencia en los debates parlamentarios de la nación? ¿Cómo es posible mantener esta insoportable reyerta entre los partidos? Se puede comprender la confrontación durante las campañas electorales, pero una vez asentados los gobiernos autonómicos, los ayuntamientos y el gobierno de la nación, no cesan de descalificarse y de despellejarse unos a otros. Permítanme la confesión de mi experiencia personal, académica y periodística: dan la impresión de alegrarse con las malas noticias que les sirven para denostar al Gobierno. El aumento del paro, la bajada de la bolsa o de las pensiones, las reformas laborales, la crisis económica y hasta el sol o la lluvia. Como decía Aldo Moro, ¿Piove? ¡Porco governo!
 
Los lobbies financieros que controlan la economía de casino, los paraísos fiscales, el blanqueo del dinero del crimen organizado, el precio de las cosas acaparando o anegando los mercados; las oligarquías financieras que manipulan las elecciones, los gobiernos y la justicia son responsables de la apatía, del desencanto y la desesperanza que dominan a los ciudadanos europeos.
 
Por eso, ya que las ideologías religiosas o políticas no ofrecen refugio, utilizan a los medios de comunicación para el adormecimiento y el desarraigo de las audiencias, de los ciudadanos.
 
- José Carlos García Fajardo es Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del CCS
 
https://www.alainet.org/en/node/144024?language=en
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