Ciudades sin violencia
- Opinión
Nuestro sueño es convivir en un país en donde la miseria y la pobreza sean un lejano recuerdo; no me digan que siempre habrá pobres y ricos, ese veredicto ya la conocemos, pero que por lo menos la desigualdad no genere muerte y desnutrición, con esto nos conformaríamos. También hemos añorado caminar y vivir sin miedo al peligro, sentir que quienes transitan junto a nosotras, adelante o atrás, son personas amigables que no intentarán hacernos daño. Qué apacible sería que en nuestras ciudades no hubiera agresores en las casas y en las calles. ¡Cuánta tranquilidad y felicidad encerrarían las ciudades sin violencia para las mujeres!
Esa utopía está siendo experimentada en un programa que, dadas nuestras características de país violento, podría ser la insignia de ONU Mujeres que busca fortalecer una ciudadanía activa de las mujeres en el ejercicio de sus derechos, pero especialmente para erradicar la violencia y vivir en condiciones de normalidad.
Cuando las personas se sienten parte de la colectividad y tienen oportunidades para convertirse en agentes de cambio, emergen capacidades y cualidades que están adormecidas. Mujeres víctimas de violencia sexual que ayudan a sus vecinas para promover acciones por la comunidad, especialmente cuando ocurren fenómenos naturales. Algunas, con secuelas de historias no contadas, siguen persiguiendo un sueño e incitan a otras a juntarse en cooperativas, en comités, en reuniones de vecinas, para contribuir a la seguridad. Historias de vida productiva y solidaria de mujeres que han decidido alcanzar su sueño y que están contribuyendo en la conquista de esos pedazos de espacio seguros, aquí, en nuestro país, donde la violencia está enseñoreada.
Ya lo ha dicho Michelle Bachelet, directora ejecutiva de ONU Mujeres y secretaria adjunta de las Naciones Unidas: “La fortaleza de las mujeres, la tenacidad de las mujeres y la sabiduría de las mujeres son el recurso más desaprovechado de la humanidad. El desafío consiste en mostrar cómo este recurso puede ser utilizado de una manera efectiva que nos beneficia a todas y todos”.
Este mes es cuando más informaciones, publicaciones, programas y abordajes hay en relación con la violencia hacia la mujer y ¡qué bueno!, pero esto no es un tema de coyuntura. Poner fin a ese drama es tarea colectiva, cotidiana, permanente y sistemática. Cada persona hace la diferencia y el Estado tiene un rol primordial que jugar, en políticas, legislación, aplicación de justicia, compromiso, presupuesto y acciones, pues solo los discursos no rompen el círculo de la violencia.
En esta lucha hay espacio para todos, el proyecto mundial Hombres comprometidos para poner fin a la violencia contra las mujeres forma parte de la Campaña del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, para promover la participación de los hombres en la erradicación de la violencia machista.
El principal objetivo es que los participantes envíen mensajes que condenen la violencia contra las mujeres y contribuyan a desnaturalizarla desde los ámbitos en los que se desempeñan cotidianamente.
Gonzalo Romero, de la Selección Guatemalteca de Fútbol y presidente de la Asociación de Futbolistas de Guatemala; Alfonso Sierra, conductor del programa Hoy no es Miércoles, del Canal 1850; Juan Luis Font, de Canal Antigua y el Periódico; y Roberto Alejos, presidente del Congreso de la República, son algunos de los que ya aceptaron unirse en esta noble cruzada contra la violencia convocada por el Sistema de Naciones Unidas. ¡Congratulaciones!
Guatemala, 21 de noviembre de 2011
Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de la Agencia CERIGUA
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