Aproximación hacia una metodología para una pedagógica de la liberación

07/02/2012
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En todos los ámbitos de la vida y desde que nacemos, aprendemos de otros en la medida que nos vamos relacionando. El niño cuando nace se relaciona primero con su madre, aprende de ella, luego aprende de su padre, posteriormente de sus hermanos, después de sus maestros y paralelamente de todos los que lo rodean. Así, los valores, conocimientos y saberes que se les son transmitidos van construyendo y reproduciendo su subjetividad. Estos valores, conocimientos y saberes no son transmitidos solamente dentro del aula, en las instituciones de la enseñanza primaria, secundaria y superior. En este sentido, Enrique Dussel nos propone más bien hablar de pedagógica y no solamente de pedagogía. La pedagógica sería la disciplina que se encarga de estudiar o pensar lo que se recibe o aprende de otro, en oposición a lo que se descubre por sí mismo o se inventa.[1] Es decir, lo pedagógico está siempre presente en nuestras vidas. La pedagógica se expresa a partir de las relaciones humanas. En las relaciones entre seres humanos hay un tipo de pedagógica, o sea, hay alguien que transmite valores, saberes y/o conocimientos y alguien que recibe. En la relación padre-hijo, maestro-alumno, vendedor-comprador, médico-paciente, amiga-amiga, etc., en todas estas relaciones una de las personas recibe algo de la otra en un momento, pero también puede dar a la otra persona en otro momento, o simplemente sólo puede recibir o solamente dar.
La pedagógica predominante en el sistema-mundo moderno colonial en el cual estamos inmersos, es por excelencia dominadora. Siempre que se establece una relación humana, no se trata de una relación entre personas iguales en su condición de seres humanos cada uno con sus propias y particulares subjetividades, sino entre una persona que se considera superior y otra que se considera inferior. En el plano de lo pedagógico, hay alguien que se coloca en la posición del que contiene todos los valores, saberes y conocimientos en una determinada área o en todo, y alguien que pasivamente debe ser el receptor. El padre para educar a sus hijos pequeños, por ejemplo, puede considerar que él lo sabe todo, el maestro de primaria de igual manera, el maestro universitario puede considerar que el conocimiento está en los libros y en sí mismo y que sus estudiantes no tienen derecho a discutir ciertos niveles de conocimientos a no ser que hayan obtenido un título en cierta área disciplinaria.
Cuando hablamos de la pedagógica en la educación primaria, secundaria y en la universidad no podemos y no debemos dejar de pensar más allá de las aulas. Por eso, además de plantearnos una nueva pedagógica en la enseñanza superior universitaria, paralelamente la universidad debe preguntarse: qué se puede hacer para transformar las relaciones humanas en la sociedad, y así mismo esta transformación tenga que ver con el establecimiento de otra pedagógica, ésta no dominadora sino liberadora.
El que aprende dentro de una relación pedagógica es sujeto, porque no se ha hecho así mismo, sino que se ha constituido a partir de su sujetividad con otras personas, es decir, es sujeto porque está sujeto a otras personas. Esta sujeción ha constituido su propia subjetividad, lo que significa que no está vacío para aparecer sólo, como receptor de todos los valores, conocimientos y saberes que alguien le quiera imponer. Un sujeto, por lo tanto, tiene padre y madre, recibe primero de ellos, por eso cuando se incorpora a la enseñanza primaria, su maestro debe tomar en cuenta esto y en lugar de establecer qué es lo que le va enseñar para inmediatamente comenzar a hacerlo, debe aprender qué es lo que sabe el estudiante. Este primer punto de partida dentro de las aulas es fundamental para poner en práctica una nueva pedagógica no dominadora, ni opresora, sino de apertura y de libertad. Así, el maestro que escucha, con sólo su actitud de escuchar y aprender, está enseñando a sus estudiantes a escuchar y aprender, no a imponer.
Si bien en la enseñanza primaria este primer paso de esta pedagógica que podemos llamarlo de la liberación es fundamental, no hay por qué no pueda ser aplicada en otros niveles como el universitario, aunque se considere que por tantos años de pedagógica dominadora u opresora (y colonial), los estudiantes serán adversos a esta nueva pedagógica. La colonización en la educación basada en la pedagógica de la dominación, ha promovido constantemente la incapacidad de pensar por sí mismo, de esa manera de tomar una posición crítica propositiva, de generar ideas y crear, tanto así que hoy para muchos es difícil hacerlo. Es más fácil hacer pasivamente lo que otros dicen, que crear, por eso los estudiantes pueden ser adversos a otro tipo de pedagógica que no sea la dominadora.
Con respecto a lo que ya habíamos mencionado: escuchar a los estudiantes para iniciar el proceso de la enseñanza – aprendizaje, no solo es un buen paso para saber qué es lo que son los estudiantes para plantear cómo se los puede ayudar a reforzar sus conocimientos y/o valores, sino que el maestro al ejercer, al aplicar una pedagógica de la liberación también enseña a enseñar; es decir, enseña a sus estudiantes a escuchar y ayudar y no imponer. Ellos serán los futuros maestros y no se impondrán en el futuro a los que recibirán de ellos. Otro aspecto tiene que ver con el hecho de que en los estudiantes, pese a la enajenación constante, siempre ha quedado algo de su propia cultura, aunque no se lo quiera demostrar del todo. En este sentido, el maestro tendrá que buscar la forma de que esto se exprese, se comparta y se rearticule en ese diálogo entre los estudiantes, para así conocer cuáles son las potencialidades culturales en base a las cuales planificar sus clases y preparar sus actividades pedagógicas.
Aunque implementar una pedagógica de la liberación sea difícil en un inicio dada las condiciones de colonialidad que se presentan en el grupo, poco a poco el grupo irá comprendiendo que conlleva mucho de valores, saberes y conocimientos no interiorizados dentro de las aulas, sino de su familia (padres, abuelos, etc.), y de la colectividad más cercana a la cual pertenece (barrio, comunidad), y que es mejor comenzar a pensar a partir de ello para crear y producir más conocimientos. Así, también su subjetividad irá constituyéndose a partir de su realidad, y no de una realidad ajena. Por otro lado, con el ejemplo de una nueva práctica pedagógica de parte del maestro, ellos se abrirán a esta alternativa que en su vida diaria lo irán practicando.
Los espacios más privilegiados de la práctica de una pedagógica de la dominación y/o opresión, son las instituciones educativas tales como la escuela, el colegio y la universidad, por lo tanto se debe plantear una nueva enseñanza primaria, secundaria, y una nueva universidad bolivianas, planteamiento que en realidad se ésta desarrollando aunque paulatinamente. Pero, todavía hay muchas preguntas a cerca de la implementación de una nueva pedagógica al interior de estas instituciones. Hay mucho que recorrer en su construcción.
La pedagógica de la liberación que sería ésta nueva pedagógica, parte de un tipo de relación la cual es la relación sujeto – sujeto, maestro sujeto – estudiante sujeto, en cambio la pedagógica de la dominación se basa en la relación sujeto – objeto, maestro sujeto – estudiante objeto. En el primer caso, el maestro reconoce al estudiante como otro, o como otra persona de carne y hueso, es decir, con inteligencia, sentimientos, por lo tanto con conocimientos, saberes y valores, por eso parte de escucharle. En el segundo caso, poco o nada le importa al maestro que el estudiante al cual se dirige contenga conocimientos, saberes y valores, está convencido que hay conocimientos, saberes y valores únicos y universales que debe aceptar el estudiante pasivamente, por eso no escucha primero, sino imparte esperando que se le escuche y asimile los contenidos que dicta.
En términos de la metodología de enseñanza – aprendizaje que el maestro debe seguir en el marco de una pedagógica de la liberación, hemos mencionado apenas un paso, que podemos llamarlo de diálogo inicial entre el maestro y sus estudiantes. El maestro escucha a sus estudiantes en un diálogo inicial, esto significa que no toma un lugar de superior, sino de igual (persona - persona). Escucha y así conoce lo que son sus estudiantes, recoge todo lo positivo para educar: conocimientos, saberes y valores. Este recoger de sus estudiantes le dota de un material valioso.
El segundo paso de esta metodología será estudiar, por parte del maestro, ese material y reflexionar sobre él, para diseñar actividades para desarrollarlas dentro del aula, o fuera, las cuales vayan dirigidas a poner en acción a los estudiantes en la producción de conocimiento. Por ejemplo, si alguien ha mencionado la práctica del motirö guaraní entre su familia, de acuerdo a las características de ésta práctica cultural que el maestro ha recogido, diseñará preguntas que guíen al estudiante para que éste se dirija a entrevistar a sus abuelos y/o padres y así conocerá más sobre su propia cultura. Se pueden diseñar preguntas para que el estudiante vaya, a través de entrevistas, conociendo más de lo que ya conoce y que ha aprendido en su familia, su barrio, o comunidad, o también se puede diseñar métodos de observación.
El tercer paso sería implementar un segundo diálogo dentro del aula, en el cual se compartan las experiencias. Es decir, cada estudiante debe exponer los resultados a los que ha llegado y el maestro establecerá puntos de encuentro, similitudes, complementariedades, etc., entre las diferentes experiencias de sus estudiantes que posteriormente las expondrá ante ellos motivando a un diálogo de conocimientos.
Un cuarto paso sería el establecimiento de grupos entre los estudiantes de acuerdo a afinidades culturales, para continuar, esta vez con mayor cercanía y profundidad, dialogando, estableciendo otros elementos de investigación e investigando. En este nivel se podría entrar ya a la lectura de textos o manejo de información bibliográfica, con la guía y ayuda del maestro.
Estos cuatro pasos nos parecen muy pertinentes dentro de una metodología de enseñanza – aprendizaje en el marco de una pedagógica de la liberación, que coadyuvará principalmente al desarrollo de una educación intracultural e intercultural, que promueva además la investigación y el pensar de los estudiantes a cerca de sí mismos. Coadyuvará al desarrollo de una educación intracultural, porque se promoverá la investigación y el pensar su propia cultura por parte de cada estudiante desde ellos mismos; es decir, desde la cultura de la cual proceden, la cual se halla con más fuerza en sus abuelos y padres, sin la necesidad de ir primero a los libros, es decir, sin necesidad de ir primero por lo que otros dicen de su cultura. Coadyuvará al desarrollo de una educación intercultural, porque se establece el diálogo de conocimientos entre los estudiantes, donde cada uno conocerá del resto y conocerá a los demás.
Este conocer a los demás de los estudiantes les desprejuiciará, les despojará de los prejuicios que tenían con respecto a aquellos que poseen otras culturas. El considerado camba, por ejemplo, que considera mezquino al colla, o el considerado colla que considera al camba como flojo, desaparecerán cuando en el diálogo los estudiantes encuentren el porqué de estas actitudes que parecen negativas desde una óptica colonial. Al final, es posible que del diálogo surja el deseo de encontrar una identidad más concreta y real entre los estudiantes, es decir ya no se afirmen desde una identidad mestiza sino indígena, ya no hayan collas ni cambas, sino aymaras, charcas, guaraníes, moxos, etc.
Esta metodología puede ser tomada por cualquier maestro para trabajar cualquier temática en cualquier área específicas. Pero además, no se deben abordar los conocimientos científicos de manera separada de los conocimientos producidos desde nuestras culturas populares u originarias indígenas, como si estas fueran sólo costumbres con poca importancia que ayudan a afirmar nuestra identidad, pero que no están a la altura de dichos conocimientos científicos. Si tomamos los logros de la aplicación de esta metodología de ese modo, de nada serviría, porque al final así sería asimilado por el estudiante; es decir, éste sabría que tiene una cultura propia que le sirve para soñar por un momento en un pasado que ya fue, pero que LA CULTURA (así en mayúsculas) que se practica porque es superior, es la cultura moderna.
Se comienza a educar por lo nuestro, justamente porque se considera que hay valores, saberes y conocimientos en nosotros mismos. Como dijimos, el estudiante no está vacío. El maestro debe estar consciente que los valores, saberes y conocimientos de nuestras culturas populares e indígena originarias, no son inferiores a los valores y conocimientos de la cultura moderna. Por lo tanto, lo que debe seguir en la educación como complementación a nuestros conocimientos ancestrales, de los conocimientos científicos, se lo debe tomar de acuerdo a lo ya aprendido. Es decir, el maestro de acuerdo a los resultados que ha obtenido hasta ahora de la aplicación de esta metodología en el marco de la pedagógica de la liberación debe planificar qué se debe tomar de los textos de producción científica. Por ejemplo, si se ha aprendido acerca de las técnicas, tecnologías y sabidurías guaraníes en la producción del maíz, ahora habrá que ver qué dice la ciencia de la producción del maíz. De esta manera, nos confrontamos a la modernidad mirándolo de frente con lo que somos y no de abajo hacia arriba como solíamos hacerlo.
Santa Cruz de la Sierra, Llanuras del Gran Grigotá, 7 de febrero de 2011
-Emilio Hurtado Guzmán es escritor, autor de: Orígenes del Estado republicano colonial (Un aporte desde la historia del Oriente boliviano), 2009.


[1] Dussel, Enrique. La pedagógica latinoamericana. Editorial Nueva América, Bogotá, 1980. Pag. 11
https://www.alainet.org/en/node/155742
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