Bruscos corcoveos en la política nacional y la regional
01/07/2012
- Opinión
Ya pasó la movilización de la CGT. Se viene otra medida de fuerza de los estatales bonaerenses, todo con gran polémica política. El Mercosur sancionó a Paraguay y decidió, al fin, el ingreso de Venezuela.
Nadie podrá decir que la política local es aburrida ni que lo sea en el orden latinoamericano. Los cambios se suceden en forma rápida, casi sin dar tiempo a los análisis correspondientes ni las previsiones del caso. Esta semana tiene más vigencia que nunca una expresión favorita de este cronista: “Argentina no es Suiza”. Acá no hay largos plazos ni puntualidad de relojeros; hay disputa permanente y cambios. Lo que está alineado hoy no lo estará, casi con seguridad, mañana. El dato saliente fue la profundización y ruptura entre la CGT y la presidenta. Entre ambos se dijeron de todo, en público y por los medios, como nunca antes. En una de esas, después de esa catarsis, pudiera llegar un momento de alivio y ciertos acuerdos políticos. Hoy no es lo más probable. La agudización del conflicto es un boleto que paga dos pesos, porque es la favorita.
La plaza de Mayo y sus alrededores (Diagonal Norte, Diagonal Sur y Avenida de Mayo) estuvieron colmados el miércoles por un público mayoritariamente de los gremios. Mayoría por lejos, el color verde de Camioneros.
Pero también hubo miles de trabajadores mecánicos, lucifuercistas y de bancarios, que en los dos primeros casos tienen a nivel nacional conducciones alineadas con los Gordos de la CGT. Los ferroviarios llegaron de la mano de corrientes antiburocráticas del Sarmiento y otras líneas; son los que festejan la detención y procesamiento de José Pedraza.
La plaza estuvo tranquila, sin enfrentamientos internos, a pesar de su heterogénea composición. Una crítica del peronismo, como Beatriz Sarlo, estuvo allí para obtener material vivo y al día siguiente escribir en “La Nación”: “He ido a innumerables manifestaciones en mi vida. Esta fue una de las más ordenadas, tranquilas y cordiales. Uso el último adjetivo para subrayar que se trataba de los "rudos camioneros", de los trabajadores que limpian las ciudades todas las noches, de los transportadores de caudales, etc. En una plaza que estaba en un 80% ocupada por esos hombres acostumbrados a una cotidianidad donde la fuerza física es el combustible de trabajo, donde se tomó cerveza y fernet como si estuviéramos en la previa del sábado, durante cinco horas no vi ni un manotazo”.
Ese rasgo pacífico debe ser tenido en cuenta porque Cristina Fernández retiró la policía de la seguridad de Plaza de Mayo. Si quiso con eso meter un poco de miedo en los manifestantes, no lo logró. Entre 25.000 asistentes según TN y 50.000 según “La Nación” fueron y escucharon el discurso de Hugo Moyano. Al concurrir habían votado con los pies a favor de la CGT…
Del mensaje del pope sindical se ha dicho de todo. Para el cronista lo mejor fue haber reclamado no sólo las asignaciones y en contra del impuesto a los salarios, sino sobre todo la nacionalización del Banco Hipotecario. Es el interviniente en la operatoria de los créditos para la construcción de viviendas: mejor el Estado y no Irsa y otros que fueron socios del magnate George Soros.
Números y razones
Tratando de desinflar la movilización y justificar las políticas recaudatorias, Cristina aseguró que el impuesto a las ganancias se cobra en todo el mundo. Es una verdad a medias, pues los montos del mínimo no imponible y las alícuotas que se aplican a los trabajadores argentinos son más desfavorables.
Eso, con el agravante que la inflación afecta los ingresos fijos y que el monto mínimo no ha sido actualizado en el último año. La línea argumental de la presidenta dejó muchos flancos. Como cuando sostuvo que sólo el 19 por ciento de los trabajadores tributan ese impuesto. Ese fue un pelotazo en contra por dos motivos: 1) el 19 por ciento, 1.8 millones de personas, no es una cifra menor y viene creciendo en los últimos años; y 2) el 81 por ciento restante, que no paga, significa que son solteros que no llegan a 5.700 pesos mensuales o son casados que cobran menos de 7.900 pesos.
En ese sentido la oradora se tiró tierra encima. Igual cuando en otra parte de su intervención les enrostró a los díscolos cegetistas, en referencia a la toma del yacimiento de Cerro Dragón en Chubut, que eran privilegiados porque los gendarmes que habían fallecido en la ruta cobraban 3.000 pesos. ¿De quién es la culpa de que esos efectivos de seguridad perciban un salario tan mínimo? ¿De Moyano o del gobierno nacional?
Sólo con la explicación del enojo de la presidenta se puede interpretar –siempre sobre el accidente en aquella ruta del sur- su pregunta-afirmación de “¿querían un muerto?, ya lo tienen”. Más vale que fue un accidente, no querido por nadie, donde murió una docena de personas, entre ellos nueve gendarmes.
Según los números que agitó Cristina Fernández, una persona que cobra en bruto 10.000 pesos paga de impuesto a las ganancias sólo 29 pesos. Parece increíble. Este cronista tiene a mano el recibo de un familiar suyo, con un bruto de 13.000 pesos y que paga de impuesto 1.000 pesos. Los números parecen estar más de acuerdo con las denuncias del titular de la CGT que de los exhibidos por CFK. Las estadísticas suelen ser un asunto donde desde hace años la credibilidad del oficialismo hace agua, Indec de por medio.
Especialistas en el tema, como el contador Salvador Treber, ex integrante del directorio del Banco Central durante el alfonsinismo, han publicado buenos análisis sobre el tema. La presidenta haría bien en prestarles atención porque plantean que los 3.500 millones de pesos que faltarían al erario público en caso de elevar el monto no imponible, pueden ser compensados con creces con impuestos a la renta financiera, minera y otras transacciones que están exentas o pagan miserias. ¿Quién tiene la culpa de que el sistema impositivo sea tan regresivo? ¿Moyano? No. Él tiene otras culpas, propias de la burocracia sindical.
Bienvenida Venezuela
La política latinoamericana tuvo un serio traspié con el fulminante golpe de Estado “institucional” contra el gobierno de Fernando Lugo. Federico Franco, el vice conspirador elevado a la presidencia, comenzó su gestión con un nivel de aislamiento y repudio muy significativo. Varias naciones retiraron sus embajadores de Asunción, entre ellos Argentina, y decidieron no reconocer a las nuevas autoridades surgidas de un golpe de Estado.
Fue muy positiva la reunión del Mercosur en Mendoza, donde las figuras de mayor relieve fueron la anfitriona, CFK, y Dilma Rousseff. La brasileña recibió de Cristina la presidencia pro-témpore que ejercerá por el siguiente semestre; le hubiera correspondido a Lugo, pero ante su derrocamiento fue a parar a Brasilia.
Los mandatarios presentes, incluyendo a Rafael Correa como invitado, tuvieron buenos pronunciamientos antigolpistas. Cristina repudió el “golpe suave” y fundamentó las sanciones políticas contra el régimen de Franco en que fue violado el legítimo derecho a la defensa de Lugo. Los paraguayos y latinoamericanos aún están esperando que el Departamento de Estado y la Casa Blanca emitan algún comunicado de verdadero repudio a los sucesos del 22 de junio. Se nota que la democracia latinoamericana no es su fuerte ni su preferida; más aún, la cartera de Hillary Clinton y las dependencias tipo USAID, CIA, Comando Sur, DEA, etc, tienen en mente el desplazamiento de una forma u otra de los gobiernos progresistas de Latinoamérica.
Los mandatarios reunidos en tierra cuyana hicieron bien en diferenciar las sanciones políticas a Paraguay –que impactan en el gobierno- de las sanciones económicas, que suelen pegar en la población. Por eso aclararon que sólo se adoptaban medidas punitivas en el plano político.
Se nota una sintonía fina de los países al sur del río Bravo, porque Cuba, en el comunicado del 23 de junio de su cancillería, junto con el repudio a la asonada de Franco, precisó “que mantendrá su colaboración médica, estrictamente humanitaria, al servicio de la población de ese país y, por tanto, el Centro Oftalmológico de María Auxiliadora, que ha ayudado a recobrar o mejorar la visión a 18.000 paraguayos, continuará sus labores”.
No hay mal que por bien no venga. Junto con la suspensión de Paraguay, el Mercosur decidió el ingreso de Venezuela, que pedía pista desde 2006 y se la negaban los senadores paraguayos. Gran cosa que Caracas venga al Mercosur, con sus derechos y obligaciones, a la par de los fundadores.
Claro que esa extraordinaria noticia fue deplorada por el diario “La Nación”, donde Mariano Obarrio escribió: “Paraguay no sólo quedó suspendido del bloque hasta que restablezca el orden democrático en las elecciones de abril de 2013. También, deberá soportar la humillación de que se incorpore a Venezuela como miembro pleno del bloque, trámite que estaba estancado por la férrea oposición del parlamento paraguayo”. El macrista Federico Pinedo, del PRO, también opinó en contra de la sumatoria de Caracas.
En Washington y en Buenos Aires, esos y muchos otros exponentes del pensamiento pro-norteamericano y conservador, estarán de luto el 31 de julio próximo, cuando Hugo Chávez ingrese en Río de Janeiro a su primera reunión con el carnet de miembro oficial del Mercosur.
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